o n c e ♪

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No quería que esa música que sanaba mi alma se alejara de mí, dejándome tendida en el piso y con el corazón roto.

—No sabía cómo decírtelo —repitió mirando hacia abajo—Antes de verte... —suspiró—ese día en la disco tienda, mi mente estaba atormentada. En la mañana de ese día había tenido una discusión con mi mamá por esa loca idea. Margaret, cuando regresaste a preguntarme como me sentía, no podía creerlo. Me quedé sin las palabras correctas para decir. Y las veces que me preguntabas que me ocurría y yo no te daba respuesta, fueron porque no estaba preparado para hablar de eso con alguien, se me hacía duro con mis hermanos, hasta conmigo mismo se me hacía difícil. En algún momento te lo comentaría, pero no pude, fui débil. No sé cómo logré decírtelo hace dos días

Fijó su mirada en el suelo, algunas hormigas transcurrían velozmente y una de ellas me picó, obligándonos a que nos incorporáramos y entráramos a mí casa.

—Nos separarán 2 horas de carretera —recosté mi espalda contra el sofá.

—Esa noche que te llamé y dije eso acerca de los pingüinos, mi corazón se terminó de agrietar. Porque, sabes... —se detuvo— porque quería que nosotros fuéramos como esas criaturas.

—Claro que podemos serlo —lo alenté

—Tuve miedo de enamorarme de ti, porque sabía muy bien que me mudaría y fui un idiota por no decirte para evitar que salieras lastimada.

—No, no digas eso —puse mi mano en su rodilla— No nos veremos mucho, pero al menos no estarás al otro lado del país. Mantendremos esta relación.

—No creo que pueda soportarlo.

—¿Qué quieres decir con eso?

—Me refiero a una relación de larga distancia. ¿Qué haré cuando quiera abrazarte y saborear tus besos? ¿Qué haré cuando necesite decirte en persona lo mucho que te quiero? Dime ¿Qué haré?

—Luke, ¿Qué insinúas?

—¿Quieres continuar? Mi corazón me duele y no quiero que sufras por una relación que nos separará cada vez más —susurró sin verme a los ojos.

Me quedé callada, fue como si bajara de una montaña rusa a una gran velocidad, dejándome sin aliento y con el corazón acelerado.

Estaba rota.

Sin otra cosa que agregar, me dio un beso y se marchó a su casa. Lo vi marcharse cabizbajo y no miró atrás. Me di la vuelta para cerrar la puerta, el día anterior que me visitó  yo estaba destrozada pero en ese instante estaba peor que eso, no encuentro un adjetivo perfecto para describir lo que sentí en ese momento. Tomé la perilla y alguien vociferó algo que provocó que mi corazón saltara.

—¡Te amo, Margaret Jones. No quiero irme, es la verdad!

¿Quién se creía él para decirme semejante cosa?

¿Quién se creía él para dejarme sin aliento segundos antes y después dejarme sin signos vitales por lo destrozada que estaba?

No respondí de vuelta, esbocé un gesto de tristeza y cerré la puerta despacio, la imagen de ese chico rubio desaparecía al mismo tiempo.

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*heartbroken*


Biggest Mistake / Luke HemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora