Capítulo 19

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Era un día habitual de trabajo en la oficina. Leyendo algunos documentos, apareció Paul.

Paul: La buscan en la sala de conferencias – notificó

Suspiré ya que últimamente los accionistas me mandan a llamar muy consecutivamente. Me levanté sin remedio alguno y sacudí las faldas del vestido rosado pálido que traía puesto. Caminé hasta la entrada y luego salí de la oficina secretarial. Me dirigí a la sala de conferencias y allí tome la silla. Me senté y luego los miré con total enojo.

Jenni: Para que me mandaron a llamar esta vez – pregunté mirándolos fijamente

Accionista 1: Pronto será su cumpleaños – dijo – en donde te gustaría celebrarlo – preguntó

Jenni: Nunca he celebrado mi cumpleaños – respondí – si quieren celebrarlo hagan ustedes las gestiones y sorpréndanme – añadí

Me levante de la silla y me regresé a la oficina. Allí me quede dando vueltas mientras el coraje se me pasaba. Paul no tardó en aparecer para verme como loca hablando sola y caminando de un lado a otro.

Paul: Presidenta – llamó

Jenni: Te he dicho que me llames Jenni – respondí

Voltee a verlo y pregunté que lo trae de nuevo por la oficina.

Paul: Tienes una llamada el hold – dijo

Jenni: De quien – pregunté

Paul: Es de la casa principal – respondió

Jenni: Está bien – dije – puedes retirarte – ordené

Camine hasta el escritorio y tomé la llamada.

Nana: Mi niña, los accionista han llamado diciendo que prepararan una fiesta de cumpleaños para usted – dijo – es cierto que autorizaste tal cosa – preguntó

Jenni: Si – respondí – pero para qué les llaman para eso – pregunté

Nana: Estaban preguntando cuáles son tus platillos favoritos – respondió

Jenni: Entiendo – dije – si vuelven a llamar no den información si yo no lo autorizo – ordené

Nana: Claro mi niña – dijo

Finalicé la llamada para seguir en donde me quedé luego que los accionistas me mandaron a llamar. Las horas avanzaron para el medio día llegar. No podía negar que estaba hambrienta y desde que llegue a Corea del Sur antojo comer costillas de cerdo. Decidí dejar el trabajo a mitad para irme a almorzar. Bajé hasta el primer piso y vi al chofer sentado mirando una revista de hombres.

Jenni: Y que no leía revistas – comenté en tono bajo

Me acerque y le dije que me llevara a comer costillas de cerdo. El chofer se paró y escondió la revista que miraba. No pude aguantar la risa y me empecé a reír.

Jenni: No se para que la escondes – dije

Chofer: Eres perversa – comentó lo que causó que terminara riéndome más fuerte

Una vez que termine de reírme, le volví a pedir que me llevara a comer costillas de cerdo. El chofer me miró de reojo y cuando estaba más seria él empezó a reírse. Caminamos juntos hasta el auto y subí luego que abrió la puerta. El chofer no tardó en hacer lo mismo para poner en marcha el auto. Durante el camino no dije nada y me detuve a mirar los edificios que pasábamos. Al llegar, el chofer se bajó para abrirme la puerta pero antes de llegar, ya había abierto mi puerta. Me bajé y miré el lugar. Caminamos y entramos para tomar una mesa para una mesera aparecer enseguida para tomar nuestra orden. Ordenamos las costillas de cerdo junto a otros acompañantes y unas botellas de soju. La mesera se retiró y el chofer se me quedó mirando.

Conociendo el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora