Capítulo Ocho: Revelations.

39 6 1
                                    

*Recomendación: reproduce el archivo multimedia para una experiencia única*
Desperté a las 5 de la tarde, sí a esa hora, estaba sola, decidí darme una ducha y vestirme, fui al comedor para alimentarme ya que mi estomago rugía de hambre y ahí vi a Julian.
-Hasta que despertó la bella durmiente- me dijo riendo.
-Donde te haz metido?,ayer te busqué por todos lados- le dije.
-Fui a hacer algo importante- me contestó.
-Yo salí todo el día sola, en la noche me llamo Mariela y fuimos a un local muy bueno- le conté.
-Hoy te voy a invitar a un lugar súper bueno- me propuso.
-Bueno, me iré a arreglar entonces- le digo.
-Así estas bien- me responde.
No le hice caso y fui a la habitación y me arregle un poco más, me veía bien, no sabía donde me llevaría así que opté por unos shorts y una blusa.
Íbamos en camino y de repente paramos en un restaurant súper elegante y bonito, me sorprendió.
Nos sentamos y pedimos nuestros platos, mientras hablábamos de incoherencias y tonteras, siempre me hacia reír, de alguna forma u otra. El hambre acechó y tragamos.
-Gabriela, te debo decir algo- de repente se pone serio.
-Dime- y debo admitir que se me heló la sangre por un instante, pensé lo peor.
-No sé como tomarás esto, pero debo decírtelo, de alguna forma- contesta.
-Me estás asustando, dilo ya- le respondo.
-Estos últimos días he estado muy raro, me cuesta expresar mis sentimientos, pero creo que me estoy enamorando de ti- y esas últimas palabras me dejaron en Knock Out, no sabía que hacer, ni decir, estaba completamente ida. Pasaron dos minutos de silencio y él dice:
-Entiendo que te hayas quedado así, lo acepto, pero quiero decirte que te conquistaré y me vas a querer como yo te quiero a ti.- me dijo.
Maldita sea, no se que responder, dolo atiné a decirle que fuéramos a conversar fuera.
-Para ser sincera Julian, esto me tomó por sorpresa, no quiero que lo mal interpretes- trato de responderle.
- No tranquila no te quiero presionar- me contesta.
-Te juro que no lo pensé, nunca se me pasó por mi cabeza- digo, nos sentamos en unas bancas en una plaza que estaba solitaria.
-Haré lo que sea para ganar tu corazón- dijo eso y morí de ternura, sentía una sensación bastante extraña.
-Siempre he sido introvertida, nunca me he abierto a alguien, ese día que pensé que me secuestrarías y ahora estamos aquí, es loco- comento.
-Así es, nunca pensé que esa persona terca que conocí me robaría el corazón de esta forma- me dijo y tomó mi mano.
-Tengo miedo, no sé sobre estas cosas, me da miedo quebrarte el corazón o hacerte daño- agacho mi cabeza y con su mano me levanta el mentón.
-Yo te quiero así tal cual eres, borracha, despeinada, eufórica, alegre, triste- me dice y me quedo más helada todavía. Me quede callada y seria y derrepente me abraza y dice a mi oído:
-Yo no te obligaré a nada, solo quiero que sepas que te quiero y estoy dispuesto a hacer cualquier cosa por ti- y en esos impulsos que de repente no sabes por que pasan le tomo la cara con mis dos manos y le doy un gran beso, fue tierno, en el momento exacto, completamente perfecto, todavía me pregunto de donde surgió esa iniciativa, nos separamos y nos dimos un gran abrazo.
-Eres una mujer de armas tomar- me bromea.
-Que vergüenza, perdón si te molestó- cubro mi cara, me destapa el rostro y me da otro gran beso. La verdad lo disfruté, bastante.
-Señorita Gabriela, usted sería mi novia?- me pregunta sin dudarlo le acepto, la verdad que ese beso me sirvió para aclarar mis sentimientos, no sabía que sentía algo por él hasta que pasó, mi mente me suprimía mis emociones y finalmente le hice caso a mi corazón.
-Me haces el hombre más feliz- me dijo y sentí algo muy lindo y especial, nunca antes lo había experimentado.
Dieron las 10 p.m. y decidimos ir al hotel, fuimos caminando bromeando, riendo, seguíamos siendo amigos, compañeros y ahora novios.
Mañana debía ir temprano al APEM para hacer mi última prueba, estaba ansiosa ya que sólo me quedaban 2 días aquí en Madrid, no me quería ir, no quería volver a mi trabajo, aquí era perfecto todo, que injusticia volver.
Ya despertamos, fuimos a desayunar y después Mariela nos fue a buscar, ya nos hicimos amigas, era fantástico estar con ella, me entendía, era súper amable y gentil. Llegamos y allí estaban alrededor de 20 personas, entre contactos, pintores, escultores, administradores,entre otros.
Me pidieron que pintara un mural, vaya, no me esperaba eso, pero acepto el desafío, estaría sola en el exterior, con pinturas y todos los materiales, ya quería empezar.
-Suerte, te quiero- me dice Julian y me besa la frente.
-Gracias, te esperaré en la salida- le contesto y comienzo con mi trabajo.

Antes y DespuésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora