Capítulo Veintitrés: Delay.

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Me creció el cabello después de tanta espera, era feliz, mi ansiado pelo era largo nuevamente.
Julian volvió a mi casa, pero mis padres quieren irse para dejarnos solos, ellos fueron parte de mi recuperación, y me sentiría triste sin ellos, cuando llegaron a mi casa sentía como los viejos tiempos en mi cuidad natal, cuando era una adolescente que no sabía lo que quería en su vida.
A parte de eso, tenía una duda, tengo un retraso considerable de mi periodo, me preocupa, no se lo he contado a nadie y tampoco pienso hacerlo, muero de vergüenza.
Mi vida ya volvía a ser normal, viviendo con las personas que quiero, todo perfecto, pero esa duda era constante y me remordía la conciencia al dormir.
Mi madre como me conoce muy bien había notado algo en mi, ese sexto sentido de madre que nunca falla, lo cual me pregunto si estaba bien o si notaba algo extraño, le mentí, ya que no estaba segura, pero aun así me siguió insistiendo, madres.
Mi padre trabajando, siempre admiré esas ganas y ese ánimo de ir al trabajo, yo nunca las tengo, va con su mejor ánimo y la mejor sonrisa a su labor, que envidia.
Julian estaba de vacaciones por una semana y se encontraba flojeando por estos días aprovechando el descanso, me encantaba tenerlo cerca, y todos los días mejor aún, algo tiene que nunca me aburre, cada vez encuentro algo que me encanta, algo sublime.
Cuando despierto me abraza fuerte y no se separa de mi como por 8 minutos, me deja inmóvil y sin poder tomar revancha, me divierte mucho.
Ya que podía trabajar debía buscar trabajo, pero lo haría después de la semana de vacaciones de él para aprovechar al máximo juntos, me invitó a un restaurant en la noche, de unas de mis comidas favoritas, italiana.
Quise ponerme unos jeans ajustados pero por alguna razón no cerraban, me asusté, lo admito, pero lo asocié a que había subido de peso con los medicamentos que tomo.
Me arregle lo mejor que pude y quede lista, fuimos y pedimos la carta, alucinaba con todo lo que había, por mi comería de todo, no me decidía.
Se reía de mi y mis locuras, era malo.
-Julian, no te rías de mi, que vergüenza- me cubro la cara.
-Eres muy chistosa- se ríe aun más.
Comimos y seguimos conversando, pasamos una noche genial, nos acordamos cuando fuimos a Madrid y a Julian no le había gustado lo que había en el hotel y tuvimos que recurrir a la comida rápida a las 3 de la mañana, este hombre es muy especial.
Llegamos a casa después de que pasamos una noche increíble y se le ocurrió la brillante idea de ver una película, pero a la mitad se quedo dormido, yo me metí en la trama, terminé de verla y ya que estaba en mis piernas cuidadosamente lo saqué y lo recosté al cual como estaba, yo fui a ponerme pijama y también me dormí.
Despertamos los dos y lo moleste porque se había quedado dormido, desayunamos y hoy tenía pensado ir a la farmacia aunque igual me daba un poco de miedo, es lo peor guardar los secretos sola, sientes unas ganas enormes de desahogarte pero no se puede, maldita sensación.
Mis padres salieron a ver si podían comprar boletos para el bus para volver a casa, pero no quería que se fueran, cuando quieres independencia y la logras va todo bien, pero después comienzas a extrañar y lo único que quieres es volver a vivir con tus padres como antes, sin preocupaciones y sin responsabilidades.

Antes y DespuésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora