Reencuentro

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Estaba esperando ansioso que llegara el mes de Julio de ese año, era el primero que pasaba con 18 años y había ahorrado suficiente dinero como para irme de vacaciones a Madrid.

Nunca había salido de Italia, se podría decir que es mi país natal. El recuerdo aún latente de mi vida con María estaba llegando a su nuevo comienzo, después de 18 años sin verla el corazón me palpitaba de emoción.

Tenía unos padres geniales que me apoyaban en todo lo que quería hacer, tenía muchas actividades extraecolares y ayudaba en un comedor social, enseñaba literatura e historia a los niños y jugaba con ellos cuando sus padres trabajaban.

Nadie conocía mi secreto, nadie conocía a Sergio ni a María, nacidos en los 90. Conocían a Carlo, nacido en 2258. No conocía la nueva identidad de mi querida esposa, pero seguro que sigue siendo tan bella como en la otra vida. Espero que María también haya aprovechado el tiempo tanto o más que yo.

Es extraño pensar que estoy enamorado de una desconocida, de alguien que no he visto nunca mejor dicho, porque no puedo decir que es una desconocida.

"Cariño, prepara tu viaje a España." Me dijo mi madre con ternura. Era una mujer preciosa y muy inteligente, adoraba a sus hijos y nosotros la adorábamos a ella. Era médico y estaba en la asociación de Médicos sin Fronteras Italia.

Era una mujer muy culta, y me hablaba en español para que me adaptara a utilizar ese idioma.

Mi padre no sabía idiomas, pero nos entretenía mucho cuando nos contaba cuentos fantásticos. Él era escritor. Había publicado muchos cuentos infantiles y había colaborado en libros de texto para primaria y secundaria. Éramos una familia muy feliz.

También tenía una hermana, se llamaba Stella, y era un bichillo de 4 años. Aún no sabe hablar muy bien pero es una alegría tenerla cerca y descubrir la manera curiosa que tiene de ver la vida. Yo creo que es muy inteligente, pero el tiempo lo dirá.

Estábamos todos yendo al aeropuerto y mi madre estaba todo el rato recordándome lo que me había puesto en el botiquín, lo que necesitaba saber de España y su cultura. Me dijo como mil veces que comiera bien y que no hiciera tonterías. En realidad estaba muy tranquila porque siempre he sido muy responsable.

Mi hermana intuía que me iba al llegar con la maleta a la puerta de embarque y se puso a llorar y a agarrarme del brazo.

Intenté tranquilizar a Stella y subí al avión. El trayecto fue breve y mi espera estaba llegando a su fin. Cuando desembarqué cogí un taxi y pedí que me llevara al lugar sagrado que nuestro pacto indicaba. Y al llegar...

Nada. No había nadie. He de admitir que era raro que los dos coincidiéramos justo en el primer año que habíamos prometido ir allí, pero también admito que mi decepción era notable.

Estar sentado esperándote en ese lugar me hizo recordar los buenos momentos que pasamos juntos, esos que me sacaron una sonrisa y que ahora aún la sacan.

Alguien tocó mi hombro, sobresaltándome. Era una chica de cabello rubio y piel clara, sus ojos lucían aguamarinas y su altura era notable.

"Hola, María"

"Hola, Sergio"

Un eterno y pasional beso, colmado de amor y misticismo, selló el encuentro definitivo. Ese encuentro entre dos desconocidos que nacieron enamorados, demostrando que: no importa lo que pase, las almas son eternas.

-FIN-

El Sueño de un Enamorado CrónicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora