Capítulo 14

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Me dolía no hablarle, pero para mí era lo correcto. Me pasé el resto de los días con Kurt. De hecho, no era tan malo después de todo.

El sábado a la tarde, Kurt me invitó a la heladería Blake. Era una heladería buffet, con miles de cosas para ponerle a tu helado. Sonreí al ver que él había puesto miles de ositos de gomitas y una salsa azul sabor a uva sobre su helado de chocolate blanco y dulce de leche granizado. Yo, por mi parte, me compré un helado de chocolate y dulce de leche granizado con un baño de chocolate negro. Sé lo que te estás pensando. Los baños está bien, gracias por preguntar.

Fuimos afuera, y nos sentamos en una de las mesas cerca de la puerta principal.

- ¿Algo que quieras contarme? – pregunté, lamiendo mi cuchara.

- Pues... me gusta leer. – Se encogió de hombros. – Creo que es lindo tener a veces mundos diferentes en los que uno puede escapar de la realidad de vez en cuando. – Sonreí.

- Yo también lo siento así. – Él sonrió a su vez. – Si quieres, podríamos ir al café literario.

- Sí, sería genial. Podríamos ir con Emma, si quieres.

- De acuerdo. Oye, hay un curso de escritura en el colegio. ¿Te anotas?

- Quizá... sólo si tú te presentas. No me gustaría ir solo... – balbuceó por lo bajo. Sonreí.

- Sí, estaría genial.

Nos pasamos hablando sobre gustos tales como color favorito, comida favorita, géneros musicales y literarios favoritos, hasta que se me ocurre ver hacia un costado.

James, Nash y Shailene venían en nuestra dirección. Miré fría a James y él me devolvió la mirada de la misma forma. Shailene abrió grande los ojos, y me dirigió una mirada traviesa, acompañada de una media sonrisa. Miré a Kurt. Él me entendió. Los chicos pasaron por atrás de nosotros y se fueron a la mesa de la otra punta. Nash y James fueron a buscar helados, mientras que Shailene se quedó con el celular en la mano.

- Oye, ¿quieres ir a la plaza o...?

- No – lo corté. – No quiero huir de mis problemas.

- Está bien. Pero dime si te sientes mal. – Se inclinó sobre la mesa y me miró a los ojos.

- Sí. Gracias, Kurt. – Le sonreí. Él también. James y Nash volvieron. James hizo un gesto de dolor, y fue rumbo a su mesa.

Al cabo de un rato, fui a lavarme las manos dentro del local, y James entró. Me di vuelta y él estaba allí plantado, esperando con las manos en los bolsillos.

- ¿Qué quieres? – pregunté, irritada.

- Saber qué diablos sucede entre Kurt y tú.

- No te interesa – me crucé de brazos.

- Sí me interesa – fue hacia mí.

- No. – Negué con la cabeza. – No te interesa.

- Sí – dijo. – Porque me importas, y eso hace que me interese.

- Oye, debo irme. – Pasé por al lado de él, pero me detuvo poniéndose delante de mí.

- Solo quiero saber. ¿Hay algo entre ustedes?

- Sí. Suéltame. – Me alejé, dejándolo con la mirada perdida.

Prohibido EnamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora