Capítulo 23

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- ¿Y bien?

No sabía cómo empezar. Por un lado, si bien era cierto que me acosaban, no sabía si esa era la mejor manera de poner las cosas. Traté de concentrarme y, mientras tanto, observé su habitación. Estaba muy cambiada desde la última vez que entré. Las paredes, antes limpias y vacías, ahora se hallaban llenas de posters de sus bandas de rock favoritas. Había una guitarra eléctrica color azul en un rincón de la habitación. El escritorio se hallaba lleno de papeles y libros por todas partes. Ropa sucia se amontonaba en el piso como alfombra, y la cama estaba destendida. Arriba de la mesa de luz se hallaba un cartón de leche y una caja de pizza de vete tú a saber cuándo. Incluso el ropero estaba abierto y hecho un desastre. Lo único que estaba en orden era un baúl cerrado que nunca me dejaba ver lo que había adentro, y en una repisa, una foto de él y de mamá cuando era pequeño junto con un collar que le había regalado hacía ya un tiempo atrás.

- ¿Y bien? – repitió. Volví a tierra. Estábamos sentadas en la cama Emma y yo, y Dean me observaba medio urgente medio enojado desde la silla que daba al escritorio y a la computadora.

- Lo siento – carraspeé. – Es Shailene, ¿te acuerdas?

- ¿Tu enemiga número uno? ¿La cara de rata?

- Sí, esa – suspiré. No sabía cómo decirle. – Esto... tengo una clase de... relación... con un muchacho y...

- Espera, ¿qué? – me dijo con su voz profunda cerrando un ojo y entrecerrando el otro con la boca abierta. - ¿Cuándo pensabas contarme?

- No es importante ahora, Dean, de verdad. La cuestión es...

- No, sí que es importante – me dijo, cortándome. - ¿Quién es?

"Ahí vamos"

- James Nottingham – su rostro cambió de la ira a la felicidad en cuestión de segundos.

- ¿Jamey Lamey*? – me mordí el labio inferior y lancé una mirada al techo.

- No empieces.

- Espera, ¿es mentira, verdad?

- No, no lo es.

- ¿Tienen algo serio?

- No lo sé. ¿Puedo continuar? – haciendo caso omiso, preguntó.

- ¿Desde cuándo?

- Dean, peleamos hace un tiempo y ahora estamos mejor. No lo sé, ¿puedo proseguir?

- Por supuesto, señorita Lamey.

"Voy a estrangularte"

- La cuestión es que – dije, en un intento de calmarme – Shailene está loca de celos porque James no le da ni la hora, y no puede entender por qué está conmigo. En fin, ella hizo varias cosas para que nos separemos, entre ellas la más notable de todas: drogar a James y besarlo enfrente de mí para que piense que él la había besado – levantó una ceja.

- ¿Qué clase de mujeres hay en secundaria? – hice caso omiso de ese comentario.

- Lo último que hizo fue escribir en mi taquilla roja con pintura blanca que era una zorra, y que ocultaba mi lesbianismo estando con él, cosas así.

- ¿Por qué puso eso?

- Porque jamás tuve novio. Por eso.

- Qué ridiculez – dijo, bufando.

- Lo sé.

- Ella necesita tu ayuda – dijo apurando las cosas Emma. - Tenemos pruebas de su comportamiento pero la escuela no los acepta – frunció el ceño.

- ¿Por qué?

- Porque no son "contundentes" – lancé una mirada hacia el techo.

- ¿Qué pruebas tienen?

- Un mensaje – le mostré. – Según la directora, hay demasiados "S" en la escuela.

- ¿Le has dicho a mamá o a papá?

- ¡No! ¿Estás loco o qué?

- ¿Por qué? Phoebe debes decirles.

- ¿Para qué? ¿Para que paguen una suma de dinero a la escuela y todo se solucione? – dije, con los ojos vidriosos. Me miró, preocupado. – ¿Para que se ocupen de ello por cinco minutos y luego vuelvan al trabajo como si nada?

- Phoebe, relájate – me puso una mano en el hombro, y se sentó a mi lado. Con una mano, me secó las lágrimas mientras Emma me acariciaba el cabello. – Vamos a llegar al fondo de esto.

- ¿Cuándo? – dije, con la voz tomada.

- Cuando tengas más pruebas – sacudí la cabeza.

- Es imposible atraparla a la rata – me sequé la nariz con el dorso de la mano. Dean sonrió por el comentario y me hizo sonreír a mí.

- Escucha – me abrazó y me hizo quedar frente a frente – esto es solo un mal día, ¿está bien? Esto va a pasar a mejores porque tú no has hecho nada. Siempre, siempre después de una tormenta, sale el sol – sonreí con tristeza.

- ¿Estarás allí si algo se presenta?

- Por supuesto. Siempre – sonreí.

- Oye, Phoebs, mamá regresará en cinco minutos a casa y le dije que había limpiado mi habitación. ¿Te molesta si me voy?

- Claro que no, Em – le dije, despegándome de mi hermano.

- Gracias – nos saludó, y se fue.

- Oye, ¿quieres ir a Starbucks? Ya sabes, para olvidar – sonreí.

- Claro, por qué no.


Pasé una tarde estupenda. Mi hermano y yo nos reconciliamos después de haber estado peleando por años. Reímos, gritamos, cantamos y reímos aún más cuando la gente se nos quedaba mirando. Estábamos afuera porque estaba agradable. Yo llevaba puesto una remera sencilla blanca y negra a rayas, un jean con la rodilla rota, y zapatillas blancas y negras. Mi hermano llevaba puesto una remera negra de Metallica, una camisa a cuadros negra y roja, unos jeans y unas botas de cuero marrones oscuras. Algo que me llamó la atención fue que llevaba puesto el collar que le había regalado mamá.

Luego pasó James porque me vio y, como no conoce a mi hermano, pensó que era una cita. Mi hermano rompió a reír, y se presentó. Gracias a Dios no dijo nada de Jamey Lamey.

En un momento, los tres estábamos sentados charlando como si fuésemos viejos amigos. Sin embargo, noté que seguía algo celoso por la noticia y, por primera vez en la vida, me sentí muy protegida.

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*Pie de página: referencia a la palabra "lame" que en inglés significa patético. "Jamey" rima con "Lamey". Juego de palabras.

Prohibido EnamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora