**Parte 2**:

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**Parte 2**:

(Narras Tú)

“Vale, está ahí… ¿Qué digo? ¿Qué hago? ¿Y si me voy despacito, sin hacer ruido, y aviso a alguien? No, no, no, ni hablar, eso sería muy cobarde… Ay, Dios, quién me habrá metido en esto…” Tu cerebro no paraba de intentar buscar el comportamiento más lógico para esa situación. Y vaya situación, a cuatro metros del que seguramente era uno de los chicos más famosos del momento. Optaste por acercarte un paso más. El chico aún no te había oído. Suspiraste lo más silenciosamente que pudiste. Diste otro, y tampoco se inmutó de tu presencia. Aún tenías tiempo de salir primero despacio y luego corriendo por si te arrepentías en el último momento de estar ahí. ¿Cómo se trataba a una estrella como él? ¿Tenías que hacer una reverencia o algo? ¿Besarle la mano? Realmente, estabas bloqueada, pero seguía en su mundo, no te había notado allí aún… Hasta que uno de los focos móviles que antes te había revelado su presencia desveló tu larga sombra hacia donde él estaba, y, desgraciadamente, te vio.

 No se dio la vuelta, ni siquiera se movió (bueno, el susto que se llevó le hizo saltar un pelín), simplemente resopló y dijo con la espalda aún contra la columna:

-Ya me habéis encontrado, ¿no? Ya estáis felices…

En ese momento, tú decidiste hacer algo que ni él ni tú misma os hubierais imaginado que harías.

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(Narra Louis)

Al ver de pronto, en un parpadeo, la sombra de una figura recortarse en el suelo frío y duro de hormigón pegué un bote que me dejó los pelos como escarpias. Genial, mi pequeña fuga había acabado.

-Ya me habéis encontrado, ¿no? Ya estáis felices…-solté de mala manera, siendo maleducado aposta.

Estaba más que harto, pero aunque el tiempo de mi fuga había sido muy breve, lo disfruté como pocos momentos había disfrutado antes. No me giré. No sabía quién estaba detrás de mí. Hasta que finalmente, la figura, que se había quedado estática, se decidió a moverse, al principio vacilante. Miraba hacia el suelo, distraído, mientras esa persona pasaba a mi lado y se situaba enfrente de mí. No me apetecía siquiera levantar la mirada, porque sabía que si veía el rostro misterioso de esa sombra, odiaría eternamente a su portador por privarme de tan maravilloso momento de intimidad. Pero hizo algo que no esperaba. Sin mediar palabra, se sentó con las piernas cruzadas justo de cara a mí. Extrañado, levanté mis ojos de mis uñas, que habían encontrado una imperfección en el suelo y la estaban arañando desde hacía un rato.

Lo que me encontré me desconcertó. Una chica me sonreía simpáticamente. Me miraba curiosa y expectante, con un abrigo bastante grueso, a pesar de que era Mayo y la temperatura era bastante templada, con una coleta que empezaba a deshacerse y con una camisa que llevaban todos los empleados del estadio.

-Hola-me dijo, simplemente.- No era exactamente a mí a quien esperabas, ¿verdad? Estás un poco solo, ¿no?

-¿Por qué llevas un abrigo?- pregunté sin pensar. La chica debió pensar que era tonto, había huido y le preguntaba por su abrigo. A penas podía distinguir mucho de ella porque el foco ya había desaparecido.

-Ah… Pues he estado arriba, en la pasarela más alta… Y allí hace airecito, no creas que estoy loca o algo…-dijo, en parte excusándose. Después de un silencio un poco incómodo en el que ninguno encontraba nada coherente que decir, añadió- Deberías subir. Hay unas vistas increíbles.

-Ya, supongo…- ¿en serio estaba hablando de esto con alguien a quien ni siquiera podía ver la cara?-. Bueno, hay gente que me está buscando, ¿no?

Imagina...(de Ana Norwegain)Where stories live. Discover now