**Parte 4:**

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(Narras Tú)

     Así que aquello era lo que inquietaba al señor Malik, el baile.

-Bueno, sería todo un placer... Al fin y al cabo me salvó...

-Por favor, no lo haga por compromiso, hágalo si le apetece. Lo de la otra noche no fue nada.

- No se quite mérito, y de verdad, no lo hago por compromiso. Le prometo que le haré saber el estado de mi lesión, pero estoy bastante segura de que estaré curada para la próxima fiesta.

-Bien, muchas gracias. Espero que se termine de recuperar sin demasiadas molestias, señorita (TN). Buenas tardes.

     Tras una reverencia rápida y una leve sonrisa, el señor Malik continuó su camino. Ya se había alejado unos pasos cuando algo te asaltó el pensamiento.

-¡Zayn!- se dio la vuelta y sonrió, algo desconcertado.- Llámeme sólo (TN)...

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La fecha se acercaba, Geraldine te visitaba a menudo y habías vuelto a andar a tu ritmo normal poco después de tu último encuentro con Zayn. Aunque el ambiente en tu entorno familiar se había vuelto súbitamente incómodo: desde aquella noche, tu madre te miraba de una forma que no habías visto antes, algo que podría describirse como desconfianza, tu padre te evitaba un poco, no se le daba bien disimularlo, y se encontraba tenso... Y Geraldine no paraba de hablar de las cualidades de cualquier muchacho que os cruzáseis. Comenzabas a sospechar que todos ellos pensaban que te habías enamorado del señor Malik, y no podías evitar considerar el negarle el baile prometido al caballero, pues sólo acrecentaría el temor de tu familia. Pero ya te habías comprometido. Y además, eras lo suficientemente mayor como para elegir con quién bailar inocentemente, ¿no? Si tenían algo que decir, lo podrían decir en voz alta. No más conjeturas sobre qué dirá nadie.

Finalmente la noche llegó. Metida a presión en un corsé que oprimía tus pulmones y adornada grácilmente con un vestido ligero blanco, con una falda que caía suelta hasta el suelo, montaste en el carruaje de camino a la fiesta.

De nuevo encontraste un panorama similar a otros bailes: más carruajes grandes, más vestidos de gala, más antorchas iluminando los exteriores... Pero algo en ti era diferente: tu intención era encontrar a Zayn.

Geraldine, como de costumbre, se colgó de tu brazo, tirando de ti para dirigirte por todos lados, parándose para hablar con todo el mundo conversaciones vacías. Tú eras arrastrada por gigantes estancias en un estado casi de ensueño, donde las conversaciones de todos los presentes resonaban en eco en tu cabeza. Imágenes borrosas atravesaban tu cerebro. Hasta que la figura perfectamente nítida de tu objeto de búsqueda se cruzó en tu camino.

Zayn también te observaba, desde la otra punta del salón, y cuando una tímida e inconsciente atravesaba tu rostro, otra iluminó el suyo. Tu brazo resbaló del de Geraldine y ambos os fuisteis acercando hasta encontraros aproximadamente en el centro del salón.

-Está realmente bella, (TN).

-Usted también está muy elegante, Zayn.

Y a la vez hicisteis una reverencia de respeto al otro.

-¿Se encuentra dispuesta a bailar?

Asentiste con la cabeza, empezando a notar algunos rostros conocidos mirando por breves instantes en tu dirección. Zayn te tendió el brazo, y lo aceptaste. Te guió junto con otras parejas al salón con los músicos ya listos y otras parejas colocándose.

Y entonces comenzó el sonido de un dulce violín. La danza consistía en cambios de sitio con el acompañante, desplazamientos de lado con parejas colindantes... Pero su misión era crear un ambiente íntimo y casi seductor, con breves roces, caricias en las palmas de las manos... Aquellos eran momentos mágicos. Ambos guardabais un silencio completo. Sólo os mirabais fíjamente, escuchabais la música dulce, arrastrabais vuestros cuerpos al compás que las notas lentas marcaban.

Acabó de súbito, te encontrabas tan a gusto que no viste el final. Pero los dos coincidíais en algo: no queríais que un momento como aquel acabara.

  Te ofreció una bebida, a lo que rápidamente aceptaste. Tras ello, estuvisteis largo tiempo charlando y paseando por los jardines maravillosos. Por algún motivo, podías sentir su comodidad estando a tu lado, y eso, quisieras o no, te fue contagiado. No sabías cómo estaba ocurriendo, pero un sentimiento que no te estaba permitido experimentar comenzaba a surgir, sin que tú ni siquiera lo vieses venir. No supiste nunca si fue el baile, o la conversación, pero no podías evitar no querer separarte de él, abandonar su protección, su lado cálido. Y eso, lejos de asustarte, te agradaba.

Pero, por desgracia, aún quedaba mucha noche.

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Hola de nuevo:

He de confesarlo: no me ha costado nada escribir esta parte, y eso ha sido a que recientemente he leído dos comentarios que me han hecho recobrar la ilusión por retomar el Imagina. Mis amigas me lo comentan de viva voz, pero de verdad que leerlo de gente que no me conocr y que realmente juzga lo que escribo es bonito, y muy inspirador. Así que con que haya uno, me es más que suficiente. Gracias por los comentarios, estaba a punto de dejarla.

Pronto subiré el siguiente :)

Con cariño:  Ana.

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⏰ Last updated: Sep 13, 2013 ⏰

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Imagina...(de Ana Norwegain)Where stories live. Discover now