**Parte 3:**

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Tus piernas, a pesar del entumecimiento que el frío había provocado en ellas, aumentaron su velocidad con el primer aullido. Sentías tu espalda muy tensa, y el frío había desaparecido dando paso a los escalofríos que recorrían cada uno de tus nervios, poniéndote la piel de gallina. El peligro estaba cerca, podías oírles correr, con sus patas moviéndose a mucha más velocidad que tú. Pronto te alcanzarían si no llegabas a tiempo. Escuchaste crujir la nieve cerca de ti, y fue en ese preciso momento cuando tu sistema hizo que la adrenalina, que en un principio habías intentado retener conservando la calma, se desatara por cada una de tus extremidades y te lanzaras a una fuga desesperada por sobrevivir a aquella terrorífica cacería. Corrías desesperada, pero no podías permitirte pensar en el frío o tus apremiantes jadeos, no podías parar. Junto a los aullidos y el sonido de la carrera de los animales, comenzó a sonar el galope rápido pero muy lejano de un caballo. Bandidos. Ahora sí que no tenías escapatoria, pero sin desacelerar, buscaste un árbol al que trepar, al menos como última oportunidad, pues el caballo estaba tan lejos que su jinete no podría haber divisado tu figura, y los lobos salvajes no podrían trepar por él. Divisaste uno con el tronco inclinado y saltaste a su rama más baja, y con una habilidad de la que ni tú sospechabas, ascendiste a las ramas superiores a pesar de que el vestido largo dificultaba un poco su acceso. Llegaste a un nivel apropiado y paraste a tomar aliento, pero tapándote la boca con la mano, evitando que tus jadeos fueran escuchados. Los lobos, tras unos minutos, pasaron de largo, pero el caballo galopante se hacía cada vez más estruendoso... Hasta que paró.

Entre las ramas observaste las patas del caballo, ya que la espesa maleza impedía ver al jinete. Desgraciadamente, la rama en la que estabas crujió muy sonoramente bajo un movimiento tuyo, y el misterioso hombre que montaba a caballo lo oyó. Tragaste saliva y buscaste alguna rama gruesa y larga suelta para poder defenderte, oías los pasos de la persona que se había bajado del corcel acercándose al pie del árbol...

Y el misterioso señor Malik apareció, mirándote extrañado. "Vale, tranquila, puedes explicar esto, no te pongas nerviosa...", pensabas, ridículamente pegada al tronco del árbol, abrazándolo de espaldas para no caerte.

-¿Señorita (TN)? ¿Qué...?- él tampoco parecía ver mucho sentido a la situación.

-Buenas noches, señor Malik- contestaste sin moverte-, ¿cómo se encuentra?- "Vale, esto sí que no tiene ni pies ni cabeza... ¿Cómo bajo yo de aquí?"- Ha estado mucho tiempo desaparecido...

-Oh...-le habías sorprendido, claramente.- Pues muy bien, gracias... ¿Y usted?

- Bueno, emmm... Un poco demasiado alta para mi gusto -la altura comenzaba a marearte, pero seguías aferrada al árbol.

-¿Necesita ayuda para bajar?

-¡No! Quiero decir... Muy amable, gracias, pero creo que yo puedo... ¡Ahh! - diste un sonoro chillido al escuchar la rama crujir muy fuerte, se estaba partiendo.- Verá, solo necesito... Poner un pie aquí y... ¡Ahh!- la rama se partía, y tú apretaste los ojos y tu cuerpo más contra el tronco principal.

-Espere, ponga el pie derecho ahí, justo en la rama de abajo, al lado, con cuidado- daba instrucciones mientras trepaba él también a la primera rama y comenzaba a coger la segunda.- Muy bien, ahora el otro muy despacio, y agárrese a esa rama justo al lado derecho de su hombro...- bajabas con dificultad, intentando no calcular la altura, mientras él te esperaba apoyado en la tercera rama, aún te quedaban tres para llegar a él.

Justo cuando estabas a salvo en las ramas que el señor Malik te había dicho, e intentando llegar a la siguiente, pisaste tu vestido y caíste, pero él te cogió a tiempo, a pesar de que estabais bastante distanciados saltó a la cuarta, y aún a riesgo de caer él te agarró con fuerza de la cintura y te pegó a él. Tú, tras recuperarte del susto, volviste en ti y te viste en los brazos de aquel extraño y te asustaste, le empujaste lejos de ti, aunque fuiste tú la que casi cayó de nuevo, pero él te cogió del codo con fuerza.

Imagina...(de Ana Norwegain)Where stories live. Discover now