LA CAMIONETA MISTERIOSA

29 1 0
                                    

                           1

Son las 11:43, mi clase está en los últimos minutos, pero por lo visto saldremos tarde hoy. Por lo menos no tengo que seguir escuchando los regaños de mi mamá por la hora en la que llego; por fin la había convencido de poder compartir piso con mi amiga.
La clase termina. Estiramos como ejercicio de relajamiento y la clase concluye. Todas vamos a los vestidores y nos quitamos las faldas y los sostenes hawaianos. En los vestidores gran parte de las conversaciones son sobre sexo con chicos o sobre "podar el patio de juegos".
-Hey Julia- dijo mi amiga Monica que se acercaba con la buena vibra de siempre -Dinos, ¿cuándo vas a volver a la acción?.-
-Jajaja Monica, eso es algo que no te debe de importar- le dije con una sonrisa burlona.
-Vamos- dijo con un tono de insistencia -No has tenido acción desde ese ex novio tuyo.-
-¿Quién? ¿Tom?. Ni me lo recuerdes.- dije mientras me ponía mi playera -Era un celoso de mierda.-
-Pff vienes de un humor.
-Sabes que siempre estoy de buenas cuando se trata de hablar.- dije con una pícara sonrisa al mismo tiempo que me ponía mis jeans -Es solo que la clase se prolongó y la escuela ni hablar.-
-Está bien Julia. Oye, dicen que fuera del estudio hay una camioneta estacionada en forma "sospechosa", así que cuidado al salir. Puede ser tu ex novio jajaja.- se alejó con una sonrisa contagiosa y agitando la mando en modo de adiós
- Jaja lo que digas Monica.
Metí mi vestuario a mi mochila junto con mi botella de agua; me la coloqué y eché a andar para la salida.
¿Cómo una camioneta puede estacionarse de un modo "sospechoso" ? Pensé justo antes de salir. Bah, babosadas. Me contesté a mí misma.
Cuando salí del estudio vi la camioneta; no tenía placas y era gris. Se veía vieja, pero para nada sospechosa. Cuando empecé a caminar no tarde en escuchar que la puerta de la Ford se abría y cerraba. Escuchaba pisadas y mi corazón comenzó a acelerarse,pero bo sé porqué, caminé más rápido y empezaba a temblar, de echo creo que también a sudar. Las pisadas sólo se escucharon por un corto tiempo. Como si hubiesen comenzado pisando fuerte y fueran haciéndolo más lento. Cuando las pisadas se detuvieron bajé mi velocidad (aunque aún sudaba un poco y mi corazón iba a mil por minuto). De pronto me detuve y mi estúpida curiosidad me hizo girar la cabeza para ver que pasaba.
Cuando miré hacia atras lo unico que vi fue una barra oxidada y una persona que me iba a golpear con ella tomando vuelo como si fuera un bate; sentí un golpecito en mi sien izquierda, recuerdo ver el piso y luego sólo oscuridad.

                           2

Ella cayó de cara en la acera, la mujer que amo y que juré proteger a toda costa ahora la había golpeado y noqueado.
¿Qué mierda hize? Me pregunté mientras dejaba a un lado el palo de metal y jalando mi mugroso cabello. No, no es que hice, si no que voy a hacer. La camioneta, sí, la camioneta. La subiré y la llevaré a algún lugar. Tomé a Julia y revisé que tanto la había lastimado. Su sien tenía sangre, no tanta pero no tan poca. Sus compañeras comenzaron a salir riéndose sin saber que pasaba a unos metros de la salida y a unos minutos de haber visto a Julia. Tomé a Julia y traté de escondernos en la oscuridad. Todos protestaron al presidente por el mal alumbrado que había en esa y otras calles; pero en ese momento yo estaba feliz de que los presidentes no escucharán a la gente y gastarán el presupuesto.
Sus compañeras pasaron del otro lado de la calle parloteando del tamaño de sus senos y de la tarea de mañana. Estúpida convinacion para una estúpida conversación para unas estúpidas mujeres.

                         3

Cuando ellas se fueron tomé a Julia entre mis brazos, la llevé a la camioneta, la puse en la parte trasera y la tapé con lo que encontré. Subí a la camioneta y la puse en marcha. ¿A dónde la llevo?. Me pregunté. Si la llevo a su apartamento mucha gente me verá y posiblemente su compañera llame a la policía. Será mejor que la lleve al hospital para que curen su herida. Pensé mientras iba al volante y casi choco en una curva. De repente algo llegó a mi cabeza. Si la llevo al hospital la dejarán irse después de curarla y tendré que volver a seguirla; no quiero volver a perderla. Me la llevaré, cuidaré de ella y la tendré siempre sana, pero, ¿Dónde puedo llevarla?. Pensé en ciertos lugares pero descartaba todos; pero entonces recordé la cabaña que mi padre dejó antes de dejarnos a mi madre y a mí. Mi padre la compró para nosotros y dijo que él no entraría allí, pues era exclusiva para nosotros, y mi madre no quería ver esa maldita cabaña. Nadie iba y estaba lejos de toda tecnología y civilización. Tendría que conducir por el bosque; pero haría todo por volver con ella.

Hasta que la locura nos separe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora