V. - Jason

422 43 7
                                    

Convocar una reunión tan repentinamente nunca sería una buena señal.

Quirón y el Señor D habían reunido a todo el campamento en el comedor, algo tan repentino que nadie esperaba. El ambiente estaba cargado de murmullos de estupefacción y un cuchicheo constante, ya que ninguno de ellos sabía por qué los habían convocado allí.

- Llevamos aquí muchísimo tiempo y el Señor D no aparece... - Murmuró Percy, resoplando. - Empiezo a desesperar.

- Paciencia. - Trató de tranquilizarlo Annabeth.

- Y tú llevas diciendo eso más de media hora... - Replicó este.

- Calma, chicos. - Sonrió Piper, haciendo uso de su embrujahabla. - Seguro que ya no queda mucho.

- ¿Creéis que nos han reunido aquí porque...? - Jason hizo una larga pausa, meditando sus palabras. - ¿Porque a vuelto?

- ¿Nico?

Él asintió, ajustándose las gafas.

- ¿Por qué otra cosa podría ser? - Agregó.

- No sé yo... - Tanteó la hija de Atenea, dudosa. - No creo que se armase tanto revuelo por algo así...

- Además, a Nico no le haría mucha gracia. - Aportó Piper.

Justo en ese momento apareció Quirón, golpeando con sus cascos el suelo de madera. Tras él venía el Señor D, mirando a los semidioses con la "amabilidad" que le caracterizaba. Parecía querer decir: "¿Qué he hecho yo para vivir rodeado de niños repelentes?"

- Jé... Que buena cara se le ve al Señor D. - Bromeó Percy, dándole un codazo a Jason.

El rubio rió suavemente y asintió. Luego, los cuatro amigos, al igual que el resto de campistas, fijaron la vista en el centro del comedor, donde se habían situado los dos monitores, dispuesto a dar la noticia.

- Semidioses... - Comenzó el centauro. - Os hemos reunido aquí porque queremos comunicaros algo. Ha surgido un imprevisto de última hora, y me temo que tendremos que convocar una misión.

Al instante, los susurros aumentaron para convertirse en exclamaciones ahogadas. ¿Una misión? ¿Así, de pronto?

- Dionisio. - Dijo Quirón, dándole paso al Dios con un gesto de muñeca.

El Señor D, que hasta ese momento no había estado prestando atención, dio un respingo y sacudió la cabeza.

- ¿Eh? ¡Ah! Sí, claro... Mh... Veamos... - Hizo una larga pausa, buscando las palabras adecuadas, pero finalmente optó por dejarle el peso de la situación a otra persona. - Será mejor que os lo explique... Eh... El Niño Sombra.

De nuevo, los cuatro semidioses compartieron una mirada llena de complicidad. Eso solo podía referirse, sin duda, a Nico Di Angelo.

Todos los campistas buscaron al aludido, de forma que las miradas de todos se volvieron hacia atrás, clavándose en el chico. Este abrió los ojos como platos y tragó saliva, incómodo. A su lado estaba Will Solace, el jefe de la cabaña de Apolo, que le dio un codazo y le guiñó un ojo, intentando animarlo. Sin embargo, el hijo de Hades seguía sin moverse. Se limitó a contener el aliento, con el cuerpo rígido como si estuviera clavado en el suelo.

Resignado, Dionisio se abrió paso entre los campistas hasta llegar al chico, al cual agarró bruscamente por un brazo y lo arrastró hasta el centro del comedor, mientras farfullaba: "Lo que tengo que hacer por estos niñatos..."

- Procede, Niño Sombra. - Dijo dándole unas palmaditas en la espalda.

Nico apretó los labios y se obligó a calmarse. Luego carraspeó y se volvió hacia el Dios.

El Refugio de las Almas Olvidadas. (Heroes Of Olympus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora