VI. - Nico

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Sentía que el corazón se le iba a salir del pecho.

Will lo guiaba por el bosque, sin saber siquiera a donde iban. Tras un largo rato caminando, este se detuvo y volteó para mirar a Nico a la cara.

- Quiero ir contigo. - Dijo simplemente.

- ¿Perdón? - Preguntó él, confuso.

- A la misión. Quiero ir contigo.

El Hijo de Hades se quedó paralizado. ¿Will en una misión con él? ¡Ni hablar! No quería admitirlo en voz alta, pero si pasase tanto tiempo junto a él terminaría desconcentrándose, y eso afectaría al bien de la misión.

- No. - Contestó secamente. - No sería buena idea.

- ¿¡Qué!? - Preguntó el capitán de la cabaña de Apolo, claramente ofendido. - ¿Por qué no?

- ¡Porque no! No durarías ni un solo día en el inframundo.

- ¿¡Perdona!? - Exclamó. - ¡Oh, venga ya! Llevarme contigo tendría muchas ventajas. - Intentó convencerlo. - Sé usar el arco, pelear cuerpo a cuerpo y tengo los poderes de mi padre... Además, ¡si alguien sufriera un accidente yo podría curarlo! Por no hablar de que puedo controlar la luz, y no creo que el inframundo sea un lugar muy iluminado que digamos.

Nico apretó los puños y tragó saliva. Se estaba poniendo nervioso. No le gustaba verlo así, tan serio, tan formal. Había pasado una semana lejos de él, y lo último que necesitaba era que se mostrara tan imperturbable. Echaba de menos verlo sonreír arrugando la nariz, lo cual hacía que las pecas que salpicaban sus mejillas destacaran aún más. Quería que le cantara canciones tontas y lo llamara Chico de la Muerte todas las veces que hicieran falta. Quería volver a estar con Will Solace, el chico optimista y ingenioso de la cabaña siete.

A pesar de esto, Nico apretó los puños y dijo a duras penas:

- La respuesta sigue siendo no. Yo decidiré quién me acompañará y quien no.

El semidiós no dijo nada, simplemente lo miró fijamente. Después de unos incómodos segundos de silencio, el hijo de Hades se dispuso a irse, pero de nuevo, el chico lo detuvo.

- ¡Vayamos juntos, por favor! - Insistió el muchacho rubio.

- He dicho que no. - Replicó Nico, un tanto molesto a estas alturas. - Saldría mal, sería una catástrofe.

El hijo de Apolo negó enérgicamente con la cabeza, como si no aceptara sus palabras.

- ¿Qué pasa? ¿Acaso no crees que merezca la pena intentarlo?

- ¡No! - Exclamó. - ¡Sería una locura!

- Una locura. - Repitió él.

Will tomó una profunda bocanada, liberando el estrés que oprimía su pecho. Su boca se entreabrió con suavidad y Nico fue capaz de percibir que algo cambió en su mirada de zafiro cuando cogió aire. Parecía confuso, incluso indeciso, pero solo por un segundo. Tragó saliva y entrecerró los ojos, y después...

Después, sus labios.

Su boca se posó sobre la del hijo de Hades, con tal velocidad que ni siquiera pudo encontrar una explicación a cómo o cuando podía haber caído sobre ella. Abrió los ojos todo lo que pudo, incrédulo, mientras ahogaba una exclamación llena de sorpresa. Todo su cuerpo se puso completamente rígido ante el roce de sus labios, y sus manos temblaban violentamente. El hijo de Apolo, por el contrario, parecía de los más cómodo, y rodeó al moreno con sus cálidos brazos, sin romper el contacto.

El instinto de Nico le gritaba que se apartara, puesto que no soportaba el contacto físico, pero, de algún modo, se veía incapaz de hacerlo. Solo estaban ellos dos. No habían ojos que los vigilaran. No habían personas a las que disgustar o repugnar. Era la intimidad, su intimidad.

El Refugio de las Almas Olvidadas. (Heroes Of Olympus)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora