Día 1:

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En este minuto lo único que pienso es llevar a salvo a mi Madre y a mi abuela al domo, que el lugar mas seguro que podría existir.

Ya se va a cumplir un mes desde que dieron el aviso de que Europa y Asia ya habían sido contagiados completamente por una sustancia que se llama "zombicotina" que al parecer no la creíamos cierta. Nos han dicho que todas las personas de América entre los 11 y los 30 años salieran a luchar y matarlos, pero el resto que no son tan ágiles y son muy joven como para estar en esto los han hecho entrar en unos domos que están muy bien equipados para cualquier cosa, yo estoy en Estados unidos, mi nombre es Liz Smith soy británica he pasado los últimos años de mi vida en Washington, tengo 15 años, los suficientes como para saber cuando algo esta mal, en esta ciudad no tengo muchos conocidos pero si tengo a mi madre y mi abuela.

Una vez que ya ingresamos en el domo me preguntaron la edad, yo no mentí y dije la verdad, me dijeron que debía salir, porque necesitaban espacio y las reglas decían que desde los 11 años hasta los 30 todos nos quedábamos afuera. Me despedí de mi madre y de mi abuela, las bese fuerte y salí, solo llevaba un abrigo sobre la polera a rallas, un jeans negro y mis converse.

Ya se estaba oscureciendo, debía encontrar un refugio lo mas rápido que pudiera, camine un poco mientras observaba como el domo era cerrado, me adentre entre las oscuras calles del lugar, mire hacia arriba y el cielo se veía tan hermoso que no lo soporte y me senté un momento en el suelo.

De pronto una persona pasa corriendo, era una chica de unos veinte años, me miro mientras corría, luego paso otra y luego otra, de un momento a otro me vi envuelta en personas corriendo y corriendo, pero ni una me decía que sucedía, al final de la multitud se comenzaron a divisar los primeros cuerpos casi esqueléticos caminando hacia nosotros, me levanté rápido del piso pero el miedo o quizás la adrenalina no me dejo seguir. Y ahí estaba yo, en medio de la calle sin podre moverme, los zombis ya estaban a unos metros de mi y mi cuerpo no respondía era algo desesperante el no poder moverse. Cuando el zombi que iba mas adelante solo le faltaba un metro vi como este era atravesado por una bala, calló al suelo y justo en ese momento escuche sus gritos.

-Oye tu! Chica! ¿ que haces hay parada? Ven sube! Ve a la otra calle nosotros te iremos a buscar.- gritaba con desesperación sacándome de mi trance, vi como los zombis iban cayendo uno por uno, yo corrí hasta la otra calle y no había nadie, ni una sola alma, vi atrás y pude observar como se acercaban esas criaturas. De pronto escucho unos susurros que no entendía muy bien, pero igual los seguí.

Al llegar al lugar de donde provenían me percate que estaba a los pies de un edificio de unos 3 pisos.

-Oye... oye... -escuche nuevamente que me susurraban, miré para todos lados hasta topar mi vista con un chico, de cabello negro y ojos brillantes, el chico me hablo algo que no entendí pero de igual forma lo seguí adentrándome en el edificio.

"Regla número 2:
no confíes en nadie"

TRES NOCHES ENTRE ZOMBISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora