Capitulo 5: vida nueva, amigos nuevos

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             *HACIENDA "EL MIEDO"*

Bárbara se levantó en su cama. El aroma del desayuno haciéndose la había despertado. Ya conocía ese olor. Le era familiar. Cuando entró a la cocina vio a Eustaquia preparando el desayuno.
-Barbarita... al fin te despiertas. Llegué y estabas dormida como un bebé. Supuse que el viaje te había dejado agotada así que no te quise despertar- dijo Eustaquia dándole un beso a su queridisima muchacha.
-Mi viejita. Extrañe no tenerte acá todo el día de ayer y Alma también. No dejó de preguntar por ustedes ni un momento. Y dime una cosa, ¿Melquiades dónde anda?
-Dijo que iría a recorrer la sabana para recordar un poco. Que volvía para el almuerzo.
-¿Alma aún duerme?
-Si, fui a su cuarto para saludarla y estaba sumamente dormida. Pobrecita mi muchachita que gran cambio tuvo que hacer- dijo Eustaquia lamentándose.
-Ni creas eh. A la hora de dormir de ayer aun estaba con todas las energías. Esta muy contenta de estar aquí. Ya sabes como es, ama todo esto.
-Y Barbarita, ¿ya lo viste a él?
-No, no lo vi. Ni lo quiero ver. No me interesa en absoluto. Y no hablemos de esto por favor. No me hagas empezar mal el día- dijo Bárbara sentándose en una silla.
-No es que quiera arruinartelo, hija. Pero bien sabemos que Santos sabe que tú te fuiste de aquí con niño de él, así que se supone que cuando te vea preguntará por eso. Y no creo que falte mucho para que te vea.
-Yo sé lo que tengo que hacer. Tanto conmigo como con mi hija.
De pronto se escuchó un ruido en la puerta de entrada hacia la cocina y apareció la pequeña Alma aun con su pijama y en pantuflas.
-¡Eustaquia! ya viniste- dijo la niña abrazando fuertemente a su nana.
-¡Mi muchachita linda! ¿y, qué te parece?¿exagere al contarte todo eso sobre estas tierras?- dijo Eustaquia emocionada de verla.
-¿Cómo amaneció la princesa de esta casa?- preguntó Bárbara levantándose para saludar a su hija con un beso en la mejilla.
-Muy bien y con hambre. ¿Y Melquiades dónde esta?- preguntó la niña buscándolo con la mirada.
-Melquiades fue a hacer algunas cosas. Dentro de algunas horas volverá. Pero ya esta aquí también. ¿Vamos a cambiarte para luego desayunar? Vamos- dijo Bárbara llevándose a la nena.

              *HACIENDA "ALTAMIRA"*

Santos acababa de despertarse con la entrada de Casilda a su cuarto llevándole el desayuno a la cama.
-Buen día Don Santos ¿cómo amaneció hoy?- preguntó Casilda con una enorme sonrisa en la cara.
-Buenos días, Casilda- respondió el con la misma tristeza que el día anterior.
-Los muchachos me dijeron que te necesitaban para marcar el ganado. ¿Les digo que lo dejas para otro día?
-No, no Casilda. Ya llevamos muchos días de retraso con ese tema. A este paso voy a descuidar mucho la hacienda. Diles que bajo en un momento.
-Si Don Santos, enseguida se los comunico.
Casilda se retiró del cuarto y Santos comenzó a vestirse para lidiar con la pesada tarea de la hacienda. Lo cierto es que hacía mucho tiempo había dejado de pensar en Altamira, sus pensamientos estaban enfocados en otro lado: Bárbara y su hijo. Ellos dos se robaban todo su tiempo. Tanto del día como de la noche. La mujer que más había amado en toda su vida y el fruto de ese amor.

           *JEFATURA DEL PUEBLO*

Tantos años habían pasado y Pernalete seguía siendo el jefe civil de San Fernando. El mismo fraude. El mismo corrupto que se vende por algunos pesos. El mismo de siempre.
-Señor jefe civil, le llegó este comunicado desde la capital- dijo uno de sus policías.
-Gracias, ahora largo de aquí- contestó Pernalete leyendo el cominicado. -...
-¿Qué dice señor jefe civil?- pregunta Mujiquita que estaba al lado tratando de descifrar que decía según las caras de Pernalete. Que venga sea dicho, no eran buenas. Tampoco malas. Mas bien sorprendido.
-...- Pernalete seguía leyendo, pero eso no era lo importante sino su cara. Parecía no entender nada de lo que leía, como si fuese chino o algo por el estilo. Mujiquita estaba ansioso por saber que decía en ese papel llegado de la capital. Cuando por fin el mandatario alejó el papel de su vista quedando helado y pensativo.
-Y... bueno... ¿qué decía el comunicado?- preguntó Mujiquita con una sonrisa bastante nerviosa.
-La Doña, Mujiquita... ¡LA DOÑA!
-¿Qué..? ¿qué pasa con esa mujer?
-Volvió- contesto Pernalete quedando helado con la mirada perdida sin poder creerlo -Volvió y ya esta aquí. Ayer llegó al progreso. Ya debe estar en su hacienda.
La Doña un día antes de viajar había mandado a Melquiades a que entregara un paquete dirigido a San Fernando. Era este, nada más y nada menos que haciéndole enterar al jefe civil que volvía la fiera y más fiera que nunca.
No lo podían creer, ninguno de los dos. Estaban realmente desconcertados. No creían volver a ver esa mujer en sus vidas. Pero así fue, ella había vuelto. ¡Que lo sepan todos, no unos pocos, la Doña ha vuelto!
Solo quedaba una cosa por hacer: corroborar lo que la carta decía.

             *HACIENDA "EL MIEDO"*

Ya era la hora del almuerzo. Eustaquia estaba acomodando las cosas que quedaban en las maletas de Alma y charlando con Bárbara, esta ultima sentada con un peluche de su hija en el regazo y contándole a su nana el viaje agotador que habían tenido.
En un momento alguien llamó a la puerta tan tímidamente que apenas si se escuchó.
-¡Le dije a los peones que no quería que entraran a la casa y menos que se acercaran a la habitación de la niña!- refunfuñó Bárbara abriendo bruscamente la puerta.
-Pero miren quien es... gran tonto...- dijo Bárbara dándole un abrazo al tímido y asustado Juan Primito. -¿Dónde has estado todo el día de ayer, eh? ¿dónde te habías metido?
-¡Juan Primito! ¡mi niño!- expresó Eustaquia una alegria inmensa al verlo y lo abrazo tan fuerte como para no soltarlo nunca más. Lo había echado tanto de menos. Le había hecho mucha falta.
-Mira quien llega ahí. Ven. Ven mi niña, ven.- Llamó la vieja india a Almita y la acercó a Juan Primito. -Él es Juan Primito. Es un niño muy bueno. Juan Primito, ella es Alma, la hija de la Doña.
-Hola niña. Me llamo Juan Primito. La Doña y Eustaquia ya me conocían. Pareces una miniatura de la Doña. Unos ojos tremendamente bonitos como los de tu mami tienes- dijo Juan Primito muy emocionado a la niña.
-Hola Juan Primito. ¿Te gustan los juegos de animales?
-¡Si, mucho! esos con vacas, caballos y ovejas.
-¿Podemos ir a jugar afuera mamá?- pregunto la niña emocionada por encontrar alguien con quien poder jugar.
-Por supuesto. Pero no se alejen mucho. Juan Primito, cuidala ¿si?- respondió Bárbara.
-Sí Doña. Se lo prometo. Cuidaré muy bien a la niña de los ojos bonitos.
Y así se fueron los dos a divertirse al jardín con algunos juegos de la pequeña.

Más que cenizasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora