Luego de que Bárbara acomodara un poco sus pertenecías, lo necesario como para sobrevivir algunas horas hasta que llegue Eustaquia y le acomodase ella, se duchara y corroborara que Alma este cumpliendo con su tarea de ordenar, mandó a pedir que todos los empleados de la hacienda se juntaran en el jardín y allí hacerles un comunicado.
Estaban todos los peones reunidos ya. Algunos sin entender de que se trataba y otros más asustados. Hacia quince minutos que estaban allí esperando que la Doña saliera de la casa y dijera lo que quería decir. Hasta que por fin se abrió la puerta principal y salió. Seria y mirando la cara de todos sus empleados.
-¿Están todos aquí? ¿no falta ni uno? perfecto.- dijo a gritos Bárbara. -Ya habrán visto ayer que volví y quiero que sepan que volví para quedarme. Por lo menos algunos meses. Yo voy a volver a ser la capataz y la administradora de todo esto. Se acataran mis ordenes otra vez. Enterense. Si durante mi ausencia algún que otro haragán hizo de las suyas, le recomiendo que ahora se ponga a trabajar porque conmigo eso se terminó. La única que puede dar ordenes soy yo. En mis tierras no quiero niñitas, quiero hombres que estén dispuesto a todo a cualquier hora. ¿Ven la hacienda ahora? bueno, dentro de unos meses vamos a tener el doble de cementales, ganado y lo que se les ocurra. Eso en cuanto al trabajo de las tierras.
Segundo punto. No quiero a ningun peón dentro de la casa. Su lugar de trabajo es este. ¿Entendido? si necesitan algo se lo piden a las empleadas que trabajan allí y ella los atenderá.
Otra cosa, la niña que vieron bajar de la camioneta y entrar a la casa hoy conmigo, es mi hija Alma. Todo contacto que se pueda evitar hacia ella, lo evitan. Sólo respeto y pocas palabras. Lo que ella diga lo tienen que cumplir, tambien son sus empleados. Espero que esto quede claro y se cumpla si no quieren que tome otras medidas...- dijo Bárbara escuchándose y entendiéndose bastante clara.
Todos los empleados contestaron positivamente y Bárbara se retiró del lugar diciéndole a todos que vuelvan a sus puestos.
Al querer entrar a la casa la puerta se abrió antes de que ella llegara al picaporte y de ahí salió Alma que buscaba a su madre.
-Alma, justo iba en busca de ti. ¿Ya acomodaste algunas de tus cosas y te duchaste?- le pregunta Bárbara sonriendole tiernamente.
-Mamá... si. Ya acomode algo de ropa. Y me duché. El cuarto me gusta mucho. ¿Ya vamos a merendar al jardín? tengo hambre.
-Me alegro que te guste mucho el cuarto. Si, ya vámonos a merendar que también muero de hambre. Cuentame ¿cuáles son algunos de los cambios que quieres hacer en la casa?- así platicando con su hija se retiraron a comer algo por fin.*HACIENDA "ALTAMIRA"*
Luego de pasar casi todo un medio día juntos Cecilia, Antonio y sus hijos se retiraron de Altamira dejándolo sólo a Santos quien ya estaba preparándose para irse a la cama más desanimado que nunca.
Acostado en la cama, solo y a punto de la lágrima decidió levantarse a tomar un vaso de leche ya que sintió que quizás aquel cuarto lo deprimía más. Al bajar las escaleras escuchó a Maria Nieves, Carmelito y Pajarote. Salió de la casa para ver que ocurría. Los tres peones estaban riéndose y bebiendo un poco en la ya casi oscura tarde-noche.
-Patrón. Lo hacíamos dormido ya. Casilda nos dijo que ya estaba en la cama- dijo Maria Nieves al verlo.
-Despreocupense muchachos. No tengo ganas de dormir. A decir verdad no tengo ganas de nada- dijo Santos desganado.
-¿Quiere sentarse a beber unos tragos con nosotros, Patrón?- lo invitó Pajarote.
-No gracias Pajarote. Ya he bebido mucho. Demasiado diría yo.
-Patrón, si se enteró que han vendido la hacienda El Miedo ¿verdad?- preguntó Carmelito.
-¿Cómo que han vendido la hacienda? ¿quién te dijo eso?- pregunto Santos muy sorprendido.
-Si. Bueno eso es lo que se rumoreaba hace días ya. Y no es solo un chisme. Se veía que estaban entrando cosas nuevas a la hacienda como armarios y cosas de decoración. Vaya usted a saber quien compró esas malditas tierras.
-¿Estás seguro que no es solo un chisme Carmelito?
-No lo creo, Patrón. Todo el pueblo lo hablaba. ¿No le interesa conocer a sus nuevos vecinos?-
-No muchachos. Mientras más lejos este de esa casa más rápido sanará esta herida que aun duele tanto. Menos recuerdos que pensar- dijo Santos mirando hacia la nada.
-Si Don Santos. No vaya a ser que se le aparezca algún fantasma o uno de los muertos de la Doña- exclamó asustado Pajarote.
-Bueno muchachos. Los dejo. No beban demasiado que mañana tenemos mucho trabajo. Buenas noches- saludó Santos a sus empleados y ellos le devolvieron el saludo a su patrón.*HACIENDA "EL MIEDO"*
Bárbara estaba en el cuarto de Alma con ella para despedirla y que descanse. Ese lugar era pura armonia, paz, inocencia. Le parecia perfecto ese cuarto para su amada niña.
-Bueno mi amor. A la cama ya. Basta por hoy. Día demasiado largo y agotador. ¿No crees?- preguntó la Doña a su hija invitándola a que se metiera en la cama bajo las cobijas.
- No estoy cansada, ni agotada, ni nada. Quiero salir a recorrer este enorme parque. Me gusta mucho este lugar. Quedemosno, por favor- suplicó Alma a su madre.
-Entiendo que te gusta. Pero esa decisión será más adelante. Deja que el tiempo pase ¿si? vive el ahora y disfruta el momento. Bueno ya es hora de dormir. Vamos. Cierra los ojos y sueña con los angelitos más bonitos- le dijo a su niña acariciándola y regalándole un beso lleno de dulzura y amor.
-¿Puedes quedarte conmigo hasta que me duerma?- le pidió dulcemente bostezando la pequeña.
-Si mi amor. Me quedo toda la vida si eso te hace feliz. A ver, ¿me haces un lugarcito a tu lado?
Y Bárbara y Alma se acostaron juntas una pegada a la otra entrelazadas en el abrazo más inmenso que se podría haber sentido.