*HACIENDA "ALTAMIRA*
Ya se habían marchado. Bárbara y Alma se habían ido de la hacienda de Santos. En la casa habían quedado Luzardo, Antonio, Cecilia, los niños, Marisela y Casilda levantando la mesa en puro silencio, hasta que Tonio decidió romperlo.
-¿Qué les pareció? Nada mal la niña de la Doña. Yo hasta llegué a pensar que ni siquiera había niño, que era otra de sus mentiras. Hasta no ver a la pequeña aquí no creería que existiera.
-Estoy igual que tu, realmente sorprendida. Parece una mujercita tierna y buena e inteligente. Y muy charlatán por cierto. Si no la hubiese visto tan pegada a su mamá hasta pensaba que no la había criado ella, parece de otra madre, hija de otra mujer. Hubiera pensado que le pertenecía a cualquiera menos a Bárbara - comentó Cecilia a raíz de lo que dijo Antonio.
-Y no solo eso. También muy elegantes y finas. Parece que la Doña no le perdió el gustito al dinero, eran dos capitalinas. Quién lo diría. Doña Bárbara vestida con trapos caros de la ciudad...
-Qué importa eso Antonio. Lo verdaderamente importante es que Bárbara cuidó y crió muy bien a nuestra hija. Siempre pensé que podría llegar a estar vivo el niño, pero no voy a mentir, mis esperanzas eran tan pocas. Ahora la veo a Alma tan grande y linda, pensar que es producto del tiempo dedicado de Bárbara.
Alma es tan hermosa, de unos ojos y una carita angelical. Es algo cerrada y agria, pero de a poco se irá abriendo a nosotros - agregó Santos a los comentarios.
-Muy parecida a su madre, diría yo. Es que es su calco, la niña tiene todas las facciones de Bárbara. Y su carácter también por lo poco que pude apreciar - le dijo Cecilia.
-Bueno, la Doña siempre ha matado corazones, tiene con qué. Es bella y su hija lo ha heredado. Bonita y con temperamento, como lo es Bárbara. ¿Tú qué dices Marisela?- le preguntó Antonio.
-Yo aún no puedo creer que esa mujer esté aquí y menos que tengo una hermana. Es tan extraño todo, tan de repente. Todo esto me fue similar a que me tiraran una piscina entera de agua fría. Creo que quiero irme a mi casa.
-Sí, ya vámonos. Antonio ve a buscar a los niños y vámonos a la casa, es hora de irnos. Tengo cosas que hacer - ordenó Cecilia. -Marisela, te alcanzamos hasta la tuya, ¿si?
-Esta bien, tía. Si no les molesta. Gracias.
-Vendran esta noche a la cena en el restaurant, ¿verdad? - preguntó Santos.
-Por supuesto Santos, nos encontramos allá a la hora de la cena. Aun no confió en esa mujer, siempre tiene un truco preparado - le afirmó Cecilia.
Así la familia y Marisela también se marcharon de la casa, dejando solo a Santos que esta muy feliz, viviendo lo más parecido a un sueño.*HACIENDA "EL MIEDO"*
-No Juan Primito, esas piezas no encajan. Mira, va aquí. Ya formamos la cara del mono. Nos falta el cuerpo - dijo Alma.
-Es cierto, pero los rompecabezas son difíciles, no puedo con ellos. Aunque son bonitos.
-Juan Primito, a mi también me parecen difíciles al principio pero luego ya empiezan a ser más fáciles, cuando tienes algunas partes armadas y puedes guiarte por eso - le dijo Alma a Juan Primito que desde que llegó de Altamira lo invitó a jugar con ella a la casa.
Bárbara estaba hablando con Eustaquia en su cuarto, sorprendida de como había salido todo, de volver a verlo, de hablarlo y más aun que se conocieran con Alma.
-Así que Santos estaba al punto de la lágrima cuando vio a la niña... y no es para menos, es su hija - dijo Eustaquia.
-Lo tendrías que haber visto. Parece como si la hubiese esperado toda una vida. Como si supiese de la existencia de ella, bueno ya sabemos que bis buscó. Hasta creí que no se iba a aguantar y gritaría la verdad a los cuatro vientos. Todavía tengo ese miedo - respondió Bárbara sin mirar a la vieja.
-¡Ay Barbarita! No sabes lo feliz que me tiene que ellos se conozcan. Siempre pensé que el alejarlos tantos años era condenar a Almita a vivir sin un padre, a dejarle un vacío grande en su vida, la sensación de que algo o mejor dicho alguien siempre le faltó.
-Lo sé vieja. Pero todo esto lo hicimos por ella. Tú sabes que si me fui de aquí no fue por voluntad...
-Te entiendo hija, yo fui la que te propuso irnos. Pero con la idea de que volvamos, sobre todo por Santos, él tenia derecho de conocer a su hija y Alma no merece crecer sin un padre. Aunque también sé todo lo que sufriste esos años. No puedo juzgarte.
-Esta noche nos veremos de nuevo. En el restaurant del pueblo. Marisela, Cecilia y Antonio también irán.
-¿Viste a Marisela? ¿y qué te dijo? La he extrañado tanto, a ella sí que la eché de menos todos los años fuera de aquí.
-Solo la vi. Casi ni nos dirigimos la palabra. Si pedí que estuviese ahí solo fue para que conociera a su hermana. Esta tan grande, toda una mujer.
Eustaquia, preparale ropa para salir a la niña, dejale todo listo para que se bañe y se cambie. Yo me iré a duchar y también a alistarme, no quiero que se nos vaya el tiempo. Aun no le digo que iremos al pueblo, luego de mi baño lo haré.
Bárbara se marchó a su cuarto para al fin empezar a alistar y ordenarse un poco ella misma. Fue a su armario para fijarse que era lo más adecuado y vio la ropa de "la Doña" no pudo aguantarse las ganas de probársela y fijarse qué tal le sentaba aquella indumentaria salvaje. Y así fue, estaba la Doña frente al espejo, la temible cacica del Arauca. No había cambiado nada, le quedaba perfecto ese vestido a cuadros azul y blanco hasta sus tobillos. En los pies sus botas marrones, que aunque le faltaba darle unos toques porque se habían gastado un poco al pasar los años, le quedaban perfectos. Aquellos que tanto caracterizaban a la fiera. Esa era la prenda perfecta.*HACIENDA "ALTAMIRA"*
Santos estuvo toda la tarde pensando en Bárbara y su hija. Lo habitual, lo de siempre. Pero esta vez era diferente, ahora su hija tenia un rostro y una estatura. No pudo evitar pensar que Bárbara lucía hermosa con aquel vestido, era toda una mamá. La forma en la que trataba a la niña, tan dulce y amorosamente. De veras estaba muy cómodo con Bárbara a cargo de ella. Alma parecía ser feliz a su lado y era lo único que importaba.
Aun no se había duchado y el tiempo se le había ido volando. No quería retrasarse y que pensaran que fue impuntual porque no le interesaba la niña. Quería demostrar que iba a ser un buen padre y que Alma le importaba más que nada en este mundo.
Luego de preparar su bañera y su bata al fin se fue a duchar para ya empezar a alistarse y estar presentable para Bárbara y su hija.*HACIENDA "EL MIEDO"*
Alma ya estaba arreglada para salir, Eustaquia la había ayudado. Estaba más elegante de lo normal. Los vestidos capitalinos que usaba la hacían notar dulce y fresca. Pero aun faltaba su madre, así que tuvo un tiempo para jugar juegos de mesa con la vieja india.
-¿Y por qué me vestí así? ¿a dónde vamos? - preguntó Alma.
-Ya sale tú madre de arreglarse y te contará, paciencia mi niña - le contestó Eustaquia. -¿Qué te pareció Altamira, eh?
-Es bonita. Tienen lindos animales.
-Y... ¿la gente?
-Son agradables. Los hijos de Cecilia son buenos pero algo preguntones.
-¿Algo preguntones? - repitió Eustaquia en una carcajada. -Quizás es porque les agradas y quieren ser tus amigos pero antes deben conocerte.
En medio de la charla por fin salió Bárbara y ganándose la atención sorpresiva de su hija y su nana.
-Barbarita...- dijo Eustaquia.
-Mamá... ¿de qué te has vestido?- preguntó sin entender por qué ese vestido.
-¿Les gusta? Me parece perfecto para la ocasión - dijo Bárbara con una sonrisa.
-Es algo diferente a lo que sueles usar pero te queda bonito, si a ti te gusta...- le sonrió Alma.
-Ni tan diferente Alma... no hay dudas de que la esencia nunca se pierde. Bueno, vayan que se van a retrasar. siguió Eustaquia.
-Bueno, ¿vamos hija? Se nos va a pasar la hora. Saluda a Eustaquia. No volveremos tarde, vieja.
-Adiós Eustaquia, nos vemos luego - le regaló junto a su saludo un beso y un abrazo, Alma.
-Adiós, diviertanse y cuidense - así saludó la vieja Eustaquia a sus dos muchachas, más feliz que nunca.