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11. Cayendo de culo

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Brick y yo nos quedamos en el final del pequeño pasillo que llevaba hacia los sanitarios, observando todo el panorama que abarcaba desde el mostrador hasta la playa más allá de las ventanas, incluyendo todas sus mesitas y clientes

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Brick y yo nos quedamos en el final del pequeño pasillo que llevaba hacia los sanitarios, observando todo el panorama que abarcaba desde el mostrador hasta la playa más allá de las ventanas, incluyendo todas sus mesitas y clientes.

—¿Así que hiciste una lista y una de tus ideas es que Joan haga algo mal aquí?

El chico Foster aún tenía el trapeador en las manos, sin hacer nada más que espiar conmigo. Pero la supervisora estaba en las mesas del exterior, con cara de querer echar a alguien inmediatamente solo porque era su tarea del día.

—Es básicamente lo que tú querías también —dije mirándolo por un momento. No me había percatado de que llevaba un uniforme: un polo blanco, con el interior del cuello azul. Los meseros, en cambio, tenían la camisa color vino.

—¿Y qué tienes en mente, Vengrover?

Había mucha gente. Eso podía ser un problema, o bien una ayuda. Se me ocurrían un par de cosas, pero... cada vez que pensaba más en ello, más trabas encontraba.

—¿Sabes en qué sector trabaja Joan? —pregunté. Temía que Brick solamente se encogiera de hombros, pero al final señaló con el mentón.

—Esa zona de la esquina —dijo—, las cinco mesas. A veces también le toca afuera.

Seguí pensando. ¿Qué podía hacer? ¿Hacerme pasar por cliente y presentar una queja sobre Joan? No, me harían ir a hablar con él y la idea era que no supiera que era yo la que estaba detrás de esto. ¿Meter algún bicho en el batido de uno de sus clientes? Buena idea, pero ni aunque me pagaran me iba a buscar alguna cucaracha a la basura o me ponía a cazar una mosca.

Entonces, cuando me propuse pedirle una idea a Brick, mis ojos viajaron a lo que tenía en manos.

—¡Ya sé!

Él brincó un poco y me miró de repente. Cuando notó que yo observaba con un extraño entusiasmo su trapeador, arqueó una ceja.

-¿Quieres limpiar por mí? No me voy a negar...

-¿Por qué no te vas a trapear el sector de Joan?

-¿Y que sea el más bonito? Me parece que no tienes buenas ideas, Maia.

-No, tonto. Que lo limpies... con demasiada, demasiada agua.

Él se quedó pensándolo, mirando hacia esa esquina donde una señora y su hija se acababan de sentar.

Cuando comprendió, dijo:

—¿Crees que será suficiente para que se resbale?

-Tienen piso de parqué, casi te puedes resbalar aun estando seco. -Cuando su cara comenzó a transformarse y se veía cierta aprobación en sus ojos, yo añadí para tranquilizarlo más-. Lo que yo haré es ir y distraer a la supervisora, para que no vea que tú has dejado muy mojado el suelo.

Una noche de viernes vengativaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora