Maia acaba de ser engañada por su novio Joan, por lo que buscará vengarse de él cada viernes del verano con la ayuda de su vecino, Brick Foster.
***
Maia tiene el corazón destruido. Acaba de ser engañada por su novio Joan... justo en vísperas de Noc...
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Crucé las piernas en la cama.
—¿Ahora puedo qué?
—Hacer algo —dijo él como si nada—. Dijiste que le llevabas el batido a tu hermana y que luego quizás podías.
Miré mis sábanas llenas de lunares y migas de cereales. ¿En serio se acordó de eso?
Tiara alzó aún más las cejas, y yo hice un movimiento de mano para que dejara de mirarme de esa manera.
—No puedo ir hasta la costa ahora —vacilé—. Tampoco me da mucha confianza ir sola...
En ese instante, el timbre de la casa sonó y a mí se me detuvo el pulso. Tiara abrió los ojos y señaló mi puerta, como si yo no lo hubiera escuchado ya.
—¿Estás aquí? —exclamé.
—Ni que tu casa me quedara tan lejos.
—Entiendo que estés aburrido y sin nada para hacer, pero... Debo cambiarme y...
—Vale, te espero.
Cuando cortó la llamada, mi papá gritó desde el pasillo.
—¡Voy a abrir!
—¡No! —Salté de la cama de un brinco y abrí la puerta lo suficiente para que me oyeran todos—: ¡Yo abro!
Cuando escuché que la puerta del dormitorio de mis padres volvió a cerrarse, me recliné contra el marco, bajo el umbral.
—¿El hijo de la señora Foster está abajo?
Miré a Tiara. Ella tenía la boca abierta, aún con el vaso de plástico vacío en una mano.
—Es un poco idiota. —Fue lo único que se me ocurrió decirle.
—Es un poco impulsivo —corrigió ella—. ¿Qué hace aquí? ¿Ahora se hablan?
—Un poco. —Me despegué de la puerta y corrí al armario. Debía cambiarme el short de pijama que me había puesto, y aprovechar y ponerme otra blusa. ¿Un abrigo ligero, tal vez?
—¿Te invitó a salir?
Yo arrugué la cara y saqué lo que iba a ponerme, comenzando a cambiarme.
—Lo vi cuando compré los licuados y estaba con una chica. Deja de decir locuras.
—¿Eso quiere decir que sí le dirías que sí?
Alcé las manos con exasperación en medio de mi cambio de shorts.
—Yo no dije eso.
—Es bastante diferente a Joan... —siguió ella mientras yo terminaba—. No tienen nada que ver, de hecho.
—Ya para, Tiara. Ahora me voy, y vuelvo temprano. Si mamá y papá no preguntan, no dices nada. Si lo hacen... —Titubeé antes de tomar mi teléfono—. Diles que estoy en lo de Jaz, ¿sí? Voy a estar bien.