Quedaba una parada y por fin Mei iba a reencontrarse con su querida abuela. Soltando un suspiro al cristal, apoyó la cabeza en el mismo, cerró los ojos por unos instantes, disfrutando del frescor de este. Al abrirlos de nuevo se fijó en el reflejo de su acompañante, Sasori también parecía que se bajaba en su misma parada, bueno, más tiempo juntos.
No tenía nada de malo ese pensamiento, pero Mei no podía evitar sonrojarse, a ver, estaba claro que el chico era interesante a la par de guapo, pero ella no sabía aún hasta que punto llegaba su interés por él. Llevaban ya un rato en silencio, pero era un silencio relajante, cómodo, de cierto modo era extraño; eran dos personas que recién se habían visto por primera vez, lo normal era que al acabar con los temas de conversación la situaión se volviera pesadamente incómoda, pero no era el caso. En verdad que era extraño.
Sin poder evitarlo, Mei se quedó dormida, y si no llega a ser por Sasori se habría ido de vuelta a su ciudad y su mamá ya le estaría con el: "¿ves? Era demasiado para ti, todavía eres tan joven...". Y todo por ser tan despistada de quedarse dormida en su última parada. En su mente, agradeció a su nuevo "amigo", si se puede llamar así a una persona que acabas de conocer, por haberle evitado todo ese aparatoso problema. Juntos cogieron su equipaje y se dirigieron a la salida del transporte, saludando y agradeciendo al conducor por llevarlos hasta allí sin ningún inconveniente.
Allí estaban los dos, parados uno en frente al otro al lado de la marquesina sin saber cómo despedirse.
-Bueno, parece que nos separamos aquí-dijo Sasori llevándose una mano al cuello y mirándola a los ojos.
-Sí, de cierta forma se me hace triste.
-Ya, espero que coincidamos de regreso, por cierto, ¿cuándo regresas?
-A finales de verano, ¿y tú?
-Lo mismo, te guardaré un sitio al regreso, si quieres claro.
-Me encantaría-dijo Mei sonriendo por el pequeño sonrojo del chico.
Con nada más que decir, permanecieron allí en silencio sin querer separase el uno del otro definitivamente. Sin más remedio, Mei cogió sus cosas del suelo dispuesta a irse y no hacer más triste la despedida.
-¡Espera!
Mei no había acabado de recoger todo cuándo notó una mano agarrando suavemente su brazo, levantó la vista y se topó con los ojos del responsable del grito anterior. Mei lo miró interrogante y con el corazón acelerado, el lugar donde Sasori la agarraba se sentía ardiendo, pero en ningún momento apartó su brazo.
-Por si acaso no te veo más...¿me darías tu número?-con las orejas rojas Sasori no apartaba la mirada de la chica.
Mei notaba su corazón a punto de estallar, él quería su número, sin dudar se lo cantó y esperó la llamada del chico para poder registrar ella el número de éste. Ahora definitivamente podían seguir en contacto.
Cuando Sasori apartó su mano del brazo de Mei, ella notó como una especie de vacío en el fondo del estómago, no quería reconocerlo, pero se sentía bien ser tocada por él, demasiado bien.
Sin más cosas que decirse o reclamarse empezaron sus caminos, caminos que ellos pensaron que los iban a separar; pero al ver que iban en la misma dirección se sorprendieron de gran manera.
-¿No me digas que también te alojas en esta dirección?-dijeron los dos a la vez. Sin poder
evitarlo empezaron a reírse y siguieron su camino entre bromas y risas.
Estaba anocheciendo y aún no se separaban, el silencio entre ellos estaba cada vez más presente. Y es que por sus cabezas circulaba, rebotaba y volvía a circular la misma pregunta y ninguno se atrevía a soltarlo por si sonaba estúpido, pero esta vez fue Mei quién rompió el silencio.
-¿Es impresión mía o me estás siguiendo?-se giró extrañada hacia al pelirrojo que en ese momento se encontraba distraído mirando la puesta de sol. Éste se sorprendió, ya que era lo que él estaba pensando pero que no se atrevía a decir por que le parecía de mala educación preguntárselo a un chica.
-¡Claro que no! De verdad que me hospedo por aquí. ¿Y tú? ¿Me estás siguiendo a mí?
-¿Qué tontería dices? ¡Mi abuela vive por aquí!
-Bien.
-Bien.
Siguieron andando algo extrañados y en silencio hasta que sus pies se pararon ante el mismo lugar.
-¿Ves cómo sí que me estabas siguiendo?-volvieron a decir los dos a la vez.
-¡Qué no!-repitieron al unísono.
Por el ruído que armaban fuera de la vivienda, una señora se acercó a abrir el gran portalón; encontrándose ante sus narices a dos adolescentes atacándose y defendiéndose a voces, cada vez más cerca el uno del otro, con todas las cosas por el suelo. La mujer dió unos pasos hacia ellos para intentar apaciguarlos, cosa que no surtió.
-¡MEI!-gritó cómo último recurso.
El grito hizo que los dos pararan y que la pelinegra mirara hacia la dueña de esa voz. Su cara se iluminó y olvidando por completo la trifulca recién interrumpida, saltó a los brazos de la pequeña mujer.
-¡Abuela!
-Mei...¿Qué hacías gritando así en plena calle? No te educamos así.-la reprendió dulcemente la anciana.
-Es que me estaba siguiendo y no lo quería reconocer y por eso me enfadé y perdí los estribos, ¿ves cómo si vivo aquí?-dijo señalando a Sasori, que había permanecido allí callado e incómodo al darse cuenta del espectáculo que habían montado.
La abuela, recién puso sus ojos en él incomodándolo aún más, ¿y si se había equivocado de dirección y de verdad había estado siguiendo a Mei? En verdad no podría soportar ese tremendo ridículo.
-Tu debes de ser Sasori, ¿no?
Tan pronto dijo eso la señora, los dos, tanto Mei como Sasori, la miraron sorprendidos. Luego de unos momentos, Sasori se recompuso de la sorpresa de que supiera su nombre lo suficiente para responder.
-Sí, soy yo....-dijo algo receloso.
-Soy la dueña de la casa y tengo entendido de que habías alquilado una habitación aquí por todo el verano. Disculpa las molestias que te pudo haber causado mi tonta nieta, siéntete como en casa.
El pelirrojo entonces si reconoció la voz de la señora y con un agradecimiento se dispuso a llevar sus cosas a la habitación que la abuela le había indicado, en verdad todo le parecía muy confuso, ¿Mei era la nieta de su casera? La verdad es que tanto el viaje juntos y ahora esto parecían una enorme coincidencia, y si lo seguía pensando....¿el que Mei fuera su nieta no significaba que a partir de ahora iban a vivir bajo el mismo techo?
-¿Sasori alquiló una habitación aquí? ¿Cuándo? ¿Y cómo es que ahora alquilas habitaciones?-Mei no paraba de hacer preguntas, era todo muy lioso.
-Tengo varias habitaciones libres, así que pensé que sería una buena idea alquilarlas y ganar un dinerillo extra. Y él estaba muy interesado en alquilar una de ellas cuándo llamó meses atrás. Parece que lo conoces, ¿es amigo tuyo?
Mei ya no escuchaba, su abuela acababa de confirmar que Sasori viviría allí. Y ella que pensaba que la estaba siguiendo....¡Qué ridícula!
Pero espera, todo esto significa que pasaría todo el verano conviviendo con...¿Sasori?
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Bueno, aquí está....EL CAPÍTULO QUE DARÁ INICIO A TODO LO BUENO (juajuajua *risa malvada*). Espero que os esté gustando, a partir de aquí empezarán los líos y los dramas típicos del verano, será una masacre, que va, en el fondo todo será de color rosa con unicornios mariposas y más cosas chachis (yuju(?)). NO OS OLVIDEIS DE VOTAR Y COMENTAR O UN OROCHIMARU CALENTURIENTO SE METERA EN VUESTRAS CAMAS A LAMEROS LAS OREJAS HOHOHO. Ahora en serio, votar, comentar y todo ese rollo que me ayuda mucho, seriously.
La foto sería en este caso la entrada de la casa de la abuela de Mei, imaginaros que los de ahí son los protagonistas (se que podéis). Muchos besos y flores a todas y......bye bye.
-Natt.
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Firefly Lights//Sasori au.
Random-¿Alguna vez te había dicho que me encantan las luciérnagas? -Más veces de las que podría recordar. -Pues lo volveré a decir, pero esta vez cambiaré algo. -¿Por qué? -Porque a partir de ahora verlas a tu lado es lo que más me gusta.