Había escuchado rumores de que en el pasado, algunas ciudades del sur, fueron invadidas y conquistadas por los Yaleddos. El plan de expansión territorial pudo conocer su ímpetu, en medio de luchas indiscretas proclamadas por hombres.
Quinientos años sucedieron, desde que la ciudad de Maglar, una vez reconocida como la más poblada nación, pasó a ser un reino aliado, ahora regido por las leyes de mis ancestros, gobernado por mis verdaderos padres y, custodiado por los yelmos de una cruel fortaleza, forjada donde yacen las ruinas de un antiguo imperio, que atravesaba las tierras de Mœrin.
En los primeros días, Danor me hablaba acerca del aumento en la población de los opositores refugiados en el pequeño pueblo de Morïam, al llegar a las costas del este.
Sería una misión de interés quitar esos enormes pilares de nuestro camino, y por fin convertir ambos reinos en uno solo; pero en mi estado, no se me permitía ejercer, entonces fue necesario esperar ciento ochenta días para para poder dar una simple orden.
Ese tiempo se fue como un rayo, y el momento en que tenía que parir a mis hijos llegó. Durante una noche parecida a aquella en la que los concebía, empecé a sentir dolor en mí. El agua oscura de mis entrañas rosaba mis piernas. Me mantuve de pie, sosteniéndome del marco de la ventana, hasta que Romina apareció y se dio cuenta.
Allí mismo, en la alcoba, me recosté, yo solo recuerdo su voz, aun más fuerte que mis gritos; para ayudarme a sacar de mi cuerpo, esas pequeñas criaturas, que por suerte, igual que los demás, estarían por debajo de mí.
Fue algo doloroso. Puje tras puje, el dolor aumentaba, mi vagina se llenó de sangre, pero no me importó y seguí con todas mis fuerzas. Era como si una daga se me enterrara justo ahí, y no pudiera sacarla. Pero para mi todo se oscureció, cuando estuve a punto de no saber más... escuché un amargo lloriqueo.
Al volver a abrir los ojos, vi a Danor cargando a uno de mis hijos, a su lado estaba su mujer Moira y Romina. Yo estaba con las manos y los pies atados a la cama.
—¿En dónde está el otro?
—No te preocupes —dijo, pasando el niño a su esposa—, pronto estarán juntos.
—Entrégame a mis hijos, es una orden.
—Tranquila... Elenya —hizo un ademán con las manos, indicándoles que salieran—, todavía usted no es la reina, hay que purificarla antes. Se trata de una pócima que deberá beber antes de cuatro días. Dicho brebaje solo se prepara con especias traídas de las tierras de Manglar. La flor de Margamar, es unos de los ingredientes principales. Crecen justo a los pies de la montaña. Por fortuna, ya la he preparado hace un rato; debe beberla pronto, antes de que se pudra y no surta ningún efecto.
—Entonces desáteme ¿Por qué me tiene de esta manera?
—Le diré la verdad —Se sentó a mi derecha—. Usted es de mi agrado, por decirlo de alguna manera. La poción es un veneno, no hay forma de deshacerse de la maldición que lleva dentro de usted, solo la muerte.
—¿Qué? ¿De qué está hablándome?
—Me refiero... a que aquí en Thèrsha, las mujeres no pueden tener un puesto tan importante como el que ambiciona tener, pero si son descendientes reales se le da la oportunidad a sus hijos varones, pero para esto hay que matar a la reina o bien, a quien quiere serlo y no puede. Usted lo dijo, está dispuesta a someterse a cualquier sacrificio, cumpla su palabra —habló en voz baja, mientras intentaba hacerme tomar un líquido extraño, dentro de una botella de cristal negro.
—¡Maldito! ¡Suélteme o va a lamentarlo!
En ese instante, uno de sus guardias empujó la puerta y interrumpió lo que él me hacía.
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Como Anillo Al Dedo
FantasíaAdvertencia: Esta novela contiene sexo, violencia y temática adulta, recomendada para mayores de 17 años. (Se recomienda discreción) Autora: Iris Álvarez Santiago De Los Caballeros; República Dominicana Febreo; 2015 copyright © 2015 all rights re...