Prólogo

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La amaba, nadie podía negarlo y si lo hacías podías considerarte una persona ajena al amor. Se notaba por la forma en la que se miraban o al menos en la que él la miraba. Su amor era inocente pero puro, en poco tiempo aquella chica había logrado ganarse su corazón con sus manías, con cada costumbre que sólo ella tenía.

Tomaban la merienda en una cafetería que quedaba muy cerca de la casa de ambos. Ella una malteada de frutilla y él un té con leche que aún no había probado porque estaba demasiado caliente. Nadie se esperaba lo que estaba apunto de suceder, excepto la bonita chica que traía dos coletas.

Nerviosa no despegaba su vista de Hiccup sin separarse de la pajilla pero cuando él también se disponía a mirarla, ella apartaba los ojos y miraba ansiosa la puerta del local evitando el contacto visual. Sus piernas no dejaban de temblar. Estaba inquieta y él lo notó.

-¿Pasa algo?- Anna negó con la cabeza y volvió a sorber por la pajilla.

No le creía para nada. Era una de esas personas que sabía cuando la otra mentía, sabía que la gente podía decir una cosa y hacer o incluso sentir otra, y si no me creen pregúntenle a su propia experiencia. Había aprendido por ocaciones absurdas lecciones importantes. Por ejemplo cuando le preguntó a su amigo dónde estaba Chimuelo y Jack le contestó en el living cuando en realidad lo había prácticamente echado de la casa; o cuando su padre le dijo que volvería pronto y no lo volvió a ver en años.

Cuando la campanilla que indicaba que un nuevo cliente había ingresado sonó Anna volteó ansiosa para ver quien era ya que se encontraba de espaldas a la puerta y al parecer no le decepcionó lo que encontró.

Un joven de cabello rubio envidiable, alto y robusto caminaba hacia ellos con una firmeza que se ablandó cuando vio a Anna a los ojos. Parecía uno de esos chicos que no sabes si cursaban el último año de secundaria o el primer año de la universidad, aunque Hiccup apostaba por la opción de la universidad. Se detuvo a un lado de Anna y ella lo agarró del brazo, Hiccup no entendía nada.

-Hicc, yo quiero terminar contigo,- lo mencionó mientras se miraba las manos, un brazo del infiltrado la rodeó por los hombros- me enamoré de él.

El ojiverde seguía sin entender nada. ¿Ella había planeado todo esto?

-¡Pero estabas enamorada de mi!- contraatacó- ¿Cómo alguien se puede desenamorar de un día para el otro?

-Porque nunca te quise- murmuró, mas fue lo suficientemente fuerte como para que llegara a los oídos del muchacho.

Ese fue el momento, en el que si no hubieran estado todos hablando en la cafetería se oiría el sonido de su corazón rompiéndose. No dijo una palabra más. Se paró de la silla de un salto echándola hacia atrás, dejó la plata que correspondía a su parte, que no había llegado a probar, y salió de allí, sin mirar atrás. Tratando de no recordar pero le era imposible.

Agarró el teléfono que guardaba en su bolsillo y llamó a su mejor amigo, Jack ¿A quién más podría recurrir en una situación que implicara el corazón roto? Tres tonos y una voz se oyó de otro lado de la línea.

-Jack, Anna me dejó, necesito hablar- se escuchó un resoplido.

-Yo voy- colgó apenas terminó de decirlo y al cabo de diez minutos, un peliblanco arrastraba la bicicleta por el porche de la residencia de los Haddock.

La dejó al lado de unas macetas con flores que Valka, la madre, apreciaba como si fueran oro. Subieron por las escaleras de mármol y entraron en la primera puerta del pasillo. El ahora soltero se lanzó a la cama, se tapó la cara con la almohada, comenzó a patalear y soltó un grito ahogado. Lo único que Jack podía hacer era entenderlo y apoyarlo, escuchar lo que él quisiera decirle.

-¿Puedo defenderme del amor? No quiero volver a terminar así- se señaló completo.

-Puedes intentarlo, pero seguramente te vencerá de nuevo.

El castaño puso una cara tan difícil de deducir que era como si intentaras saber lo que piensa una jirafa, no obstante Jack estaba suponiendo de lo que se trataba y lo peor es que estaba en lo correcto.

"Tal vez si hiero primero, el amor no llegará a herirme"

Y con ese simple pensamiento surgió un nuevo Rompe Corazones. 

El Rompe CorazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora