Cap. 13

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Estaba sentada en la parada del colectivo con un abrigo que en verdad no me protegía mucho por lo que se podría deducir que el frío me estaba calando hasta los huesos.

-Estúpido Frost- murmuré entre dientes.

La mayoría se estará preguntando qué estaba haciendo yo la caer la noche, muerta de frío, lejos de mi casa en una parada de autobús en donde tranquilamente podría ser asesinada y nadie se daría cuenta hasta la mañana siguiente, la respuesta era simple. Estaba esperando al canoso de Jack que debería haber llegado hace más de media hora. Habíamos arreglado que este fuera nuestro punto de encuentro.

-Seguro que tuvo algo que hacer o...- resoplé indignada mientras frotaba mis muslos- simplemente me dejó plantada.

Ya lo hubiera llamado por teléfono para regañarlo como nunca en su vida pero había dejado mi celular y también mi villetera, donde estaba mi tarjeta de colectivo y eso generaba que la única opción que me quedara fuera irme caminando, pero, de cierta forma, confiaba en él. Sabía que vendría y esa era la incoherente razón por la cual permanecía ahí.

El cielo estaba plasmado de colores claros cercanos al azul y hasta podían distinguirse algunas estrellas. La parada estaba pintada de un marrón opaco y tenía unos cuantos graffitis de colores llamativos en las paredes. La cuadra estaba iluminada únicamente por una farola y a lo lejos se podían distinguir las luces del autobús que pararía aquí en busca de pasajeros.

Se detuvo y comenzaron a bajar personas, eran pocas así que tranquilamente podían contarse con los dedos de una sola mano.

-¿Merida?- me sobresalté.

Al mirarlo me encontré con aquellos ojos verdes que aun no me animaba a enfrentar.

-Hicc...- apenas pude pronunciarlo.

-Cuanto tiempo, ¿qué hacés acá?- se acercó a mi y mis mejillas se tornaron rojas, miré en otra dirección tratando de ocultarlas.

-Es...estoy esperando a...- dudé si decírselo- a alguien. ¿Tu que haces?

-Haciendo mandados- agitó la bolsa que sujetaba, ni siquiera me había percatado de que la traía.

Se sentó a mi lado y sentí esas estúpidas "mariposas en el estómago" que pareciese que me estaban torturando. Esto de estar enamorado si que es complicado. No sabía de que hablar y si no encontraba algo pronto iba a morir de los nervios, pero él soltó primero:

- Sabes, por mucho que no lo parezca te eché de menos en este tiempo- él me miró y nuestras miradas coincidieron, avergonzada la aparté.

-Yo también- logré gesticular en un susurró.

Él alzó las cejas sorprendido y me abrazó por detrás, acomodó su cabeza en mi hombro. Como si fuera magia, todo el frio que tenía desapareció.

-¿Podemos volver a ser como antes?- inhaló profundo, yo lo miraba por el rabillo del ojo.

Ya se que suena tonto, pero antes que perderlo, prefiero que estemos como antes a pesar de que me haga sufrir. No planeaba estar de esta forma para siempre, sino hasta que me atreviera a decirle lo que siento por él.

-Está bien- respondí esbozando una sonrisa que dolía un poco en el corazón. También pude sentir como él sonreía.

Nos inundó el silencio hasta que Hiccup lo rellenó con risas, mas bien eran carcajadas. Yo lo miré incrédula.

-¿Qué te pasa?

-Estaba recordando...- yo lo miré para que me dijera por qué reía.- ¿Te acuerdas del día que nos conocimos?- yo asentí- Yo aparqué el auto y me marché con vos. Después me olvidé del auto y no fue hasta que llegué a casa que fui a buscarlo desesperado. Menos mal que no paso nada porque me lo había olvidado abierto- yo empecé a reir y entre risas y más risas recuperamos el tiempo perdido.

El Rompe CorazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora