Cap.4

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Ya aproximadamente para la mitad del trimestre escolar, debía armar una exposición oral con Hiro, aunque es mas pequeño que yo, tiene un nivel de intelecto increíble.

Arreglamos para juntarnos a preparar la exposición después de la escuela. Lo acordado fue que si había mal clima, su hermano nos pasaría a buscar, pero si hacía buen tiempo iríamos nosotros a su casa.

El timbre sonó indicando el fin de clases y todos los alumnos salieron lo mas rápido que las piernas les permitían. Hiro me dijo, antes de salir, que me esperaba en el portón del colegio. Yo tardé mucho mas que los demás ya que como soy bastante desordenada, perdí mi libro de texto.

Estaba buscándolo debajo de los escritorios, en los estantes y nada. Al rato alguien golpeteó el marco de la puerta, volteé y observé a Hiccup apoyado contra el marco sosteniendo mi libro. Yo resoplé.

-No puede ser, gracias- y me lo entregó con una sonrisa. Caminé hasta mi banco para buscar mi mochila y luego marcharme, pero al querer hacerlo Hiccup me bloqueó el paso y desprevenidamente preguntó

-¿A donde vas a ir ahora?

-A hacer el trabajo a lo de Hiro.- Él se sobresaltó

-¿Cómo que a lo de Hiro?- se sujetó la cabeza irritado.

-¿Por qué?¿pasa algo?- me sujeta de los hombros

-Aléjate de su hermano- dice firme- te va a parecer encantador al principio, pero por favor no te le acerques.

-Yo hago lo que quiero- respondí indiferente- en total a el que no le importo es a vos, asi que supongo que no te importa lo que yo haga.

Me zafé de su agarre y fui corriendo a buscar a Hiro. Estaba sentado observando como el azul del cielo resplandecía con las rojas y amarillas hojas del otoño.

-Ya estás aquí, vamos- se paró, hizo un gesto con su mano indicando que fuera tras él.

...

Su casa era grande, de paredes blancas y un ventanal en el piso superior. La puerta era de madera negra. Hiro la golpeteó y aguardó unos segundos, un muchacho alto, parecido a Hiro pero con el cabello mas corto nos abrió la puerta.

-Bienvenidos- saludó amablemente, Hiro le hizo una cara de desinterés y siguió con su camino, en cambio, a mi me saludó con un beso en la mejilla.

-Ven Merida- dijo Hiro un poco mas fuerte de lo habitual sin darse la vuelta.

Yo aceleré el paso para poder llegar a su lado. Subimos unas largas escaleras color dulce de leche y caminamos por un largo pasillo. Nos detuvimos delante una puerta roja. Hiro la abrió cuidadosamente, " es porque está algo rota la perilla", explicó.

Su habitación era bastante espaciosa, el piso poseía una alfombra gris, había una cama en una esquina y una escritorio al lado del armario.

-Siéntate- señaló del otro lado de la mesa.

Sacó unas cuantas hojas con información sobre el tema. Y comenzamos a realizar los esquemas, trabajos prácticos y afiches que debíamos utilizar para exponer el trabajo.

Al rato, tocan la puerta de la habitación.

-Pasa- dice Hiro. Entra su hermano con dos tazas de café.

Yo lo miro atentamente, no podía apartar la mirada de ese chico. Apoya las tazas sobre la mesa.

-No hacía falta que las trajeras- el mayor lo mira, sonríe y despeina la cabellera del mas joven. Levanta la vista y me mira, lo que hace que aparte la mirada un poco sonrojada.

Él se levanta camino hacia la puerta, no sin antes darme otra mirada furtiva. A lo que me vuelvo a sonrojar, pero esta vez Hiro se dio cuenta. Aparta la mirada y repentinamente dice

-Cuídate.

Seguimos haciendo el trabajo en silencio que rompí cuando estornudé. Hiro se para, abre el armario y saca una cobija azul que estira y me la pone sobre la cabeza.

-Gracias- dije frotándome la nariz. Se sienta enfrente mio.

-Hay parte del trabajo sin terminar, vamos a tener que juntarnos al menos dos veces más- afirmó-. Terminemos este tema por hoy y mañana arreglamos la próxima- asentí.

Me gustaría decir que hicimos todo rápido, pero nos pusimos a discutir por una palabra que cambiaba el sentido de la oración.

-Te digo que si dice punto de vista es la otra respuesta- grita el pelinegro.

-¡No, es la que yo digo!- respondo alzando la voz aún más que él.

-¡No griten en la casa!- se escucha decir desde planta baja.

Finalmente Hiro tenía razón, como de costumbre. Al resolver el tema, bajamos, me calcé y Hiro me acompañó a casa.

-¿Seguro que vas a estar bien volviendo solo?

-Si, no te preocupes- dijo relajado.

-Adiós- le besé la mejilla

-Adiós- él susurró y agachó la cabeza.

Solté una leve risa, agarré su capucha y se la puse.

Entré a casa mientras él se marchaba.

(...)

-Creo que estás perdido- guiña el ojo y cierra la puerta.

Él se arroja sobre la cama y se tapa los ojos con el antebrazo. Sus mejillas todavía estaban algo rosadas por lo pasado anteriormente. Cierra sus ojos color miel y la imagen de la pelirroja aparece fugaz en su mente.

¿Qué me está pasando?



El Rompe CorazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora