Cap.10

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La espalda me dolía, no tanto como ayer ya que me terminé durmiendo en el sofá junto a Hiccup. Las ojeras que tenía por acostarme tan tarde no habían desaparecido del todo. Sentía mis hombros caídos y la mochila me pesaba más de lo normal o puede ser que la que sentía pesada era yo misma.

Pensando en lo pasado ayer se me escapó una sonrisilla al recordar la cara de mi padre al ver a Hiccup desayunando con nosotros. Lo asfixió a preguntas algunas sin sentido y otras con doble sentido, Hicc contestaba obedientemente a todo. Mi padre es algo imponente, así que supongo que a su lado uno podía llegar a sentirse insignificante.

Cuando regresé a la realidad me di cuenta de que algunas personas a mi alrededor estaban observándome, eliminé aquella sonrisa pícara pero no dejé de mirar con ánimo. No podía evitarlo, era una de aquellas personas que al recordar algo que le hizo feliz esbozaba una sonrisa esté en donde esté.

Llegué a mi colegio y caminé por el extenso pasillo hasta mi salón sin importarme lo que pasaba a mi alrededor. Me senté en mi asiento y saludé a Hiro con una sonrisa mientras leía, pero no se empeñó demasiado en devolverme el saludo y regresó a su lectura. A los diez minutos aproximadamente siento de la nada una mano que rápidamente me acaricia la cabeza, me volteo y veo a Hiccup junto a Jack alejándose con dirección al fondo del aula. Si no hubiera estada ajena a lo que pasaba a mi alrededor aquel contacto no me habría tomado por sorpresa.

La primer hora pasó igual de lenta y aburrida que siempre, y en el descanso no hubo mucho que contar, pero la mañana se volvió interesante al fin del segundo recreo cuando Jack me detuvo en la puerta.

-Merida, necesito hablar con vos- me dice deteniéndome por el brazo.

-¿No puede ser después? ahora ya terminó el descanso y tenemos clase- comenté ya sabiendo por donde iba la cosa. Me volteé pero él volvió a detenerme.

-Por favor, no te diría que te saltearas una clase si no fuera importante. Es sobre...- se agarró la nuca incómodo- sobre la fiesta de mi hermana.

-Si, claro, ¿pasó algo?- pregunté interesada.

-Por supuesto que pasó algo.

-¿Qué?- pregunté pero esta vez con indiferencia, él se golpeó la frente irritado.

-¡El beso!

Lo agarré agilmente de la muñeca y lo llevé lejos de allí por dos claras razones. La primera: no quería que el salón entero se enterara que el casanova de Jack Frost me había besado; y la segunda: el profesor estaba viniendo a clase y había dos opciones, entrar y dejar a Frost con la palabra en la boca o huir descaradamente de ahí para escuchar lo que tenía que contarme.

-Así que querés hablar del beso- suspiré nerviosa, el albino asintió.

Nos terminamos sentando en el alfeizar de una ventana del pasillo. Como no quería que notara cuanto me había perturbado con aquel beso en vez de hablarle mirándolo a los ojos, lo hcía mirando mis pies que colgaban libremente ya que no llegaban a tocar el piso en cambio los de él quedaban rasantes a este.

-Bueno..., no pasa nada.

-¡¿Cómo que no pasa nada?!- gritó alterado.

En un impulso me lancé hacia él y le tapé la boca en señal de que no gritara pero al hacerlo perdí el equilibrio y podría haberme caído si Jack no hubiera reaccionado rápido. Terminó agarrándome de la cintura y yo clavándole los dedos en ambos hombros asustada.

-Tonta- maldijo con la respiración alterada.

Me volví a acomodar con un poco de ayuda y aún algo perturbada le repetí.

El Rompe CorazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora