Capítulo 13

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Hola, gente de Wattpad! Siento no haber estado publicando como debería, pero he tenido mucho que hacer. Libros que leer, amigos a quienes visitar, tarea que hacer, salidas que organizar... Entonces, espero que me perdonen y sigan junto a Ariel en este Retelling. Los amo muchísimo!!!!!
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Mi teléfono fue lo que me arrebató de la tierra de los sueños. Abrí los ojos con cansancio sólo para revisar quien llamaba y me di cuenta que seguía en el sofá en casa de Claire.
Atendí.
Era Erick.
-¿Hola?
-¡Ariel! Hola, eh... ¿Cómo te va?
-Bien, ¿y a ti?–Respondí con voz ronca. Él respondió afirmativamente.
-Escucha, estaba pensando... ¿Qué tal si vamos a cenar o algo mañana en la noche?
-En la noche... Está bien.-Respondí débil. El plan seguía en pie, aunque mi familia ya no me quisiera. Enamorar al hombre rico para ganar el dinero que sacaría a mis hermanas del prostíbulo y que nos... Les conseguiría una vida mejor.
-¿Ariel? ¿Pasa algo?-
La voz de Erick me sacó de mis pensamientos.
-No, nada. Te veo mañana.

El respondió con una despedida y colgué. Las lágrimas volvieron a mis ojos al recordar la expresión de mi hermana.
"

-... No te molestes en volver."
"-...Le hubiera roto el corazón a Anne"
Gemí.
-¿Por qué lloras?
Me volteé rápidamente para encontrarme con Sebastián. El pequeño estaba en pijama y tenía un dinosaurio de felpa en la mano.
Sonreí lo mejor que pude.
-No es nada, Sebastián. ¿Por qué estás despierto tan temprano?
Él me miró incrédulo.
-Pero si no es temprano, son las 11 de la mañana.
Asentí, exhalé y le dije que se acercara.
-¿Dónde están tu abuela y tu mamá?
Sebastián encogió los hombros.
-Dijeron que volverían en unas horas y que te cuidara. Pero si estás llorando, no lo hago bien. ¿Tienes hambre? ¿Por eso llorabas?
Negué con la cabeza.
-Es que ya quería que bajaras para jugar contigo.
El niño sonrió encantado.
-¡Voy por mi Capitán América y mi Don Gato!
Asentí fingiendo una sonrisa de nuevo.
Melody.
Anne.
-¡Regresé!-Exclamó el chiquillo de cabellos marrones.
Sarah.
Shannon.
-Tú eres el verde, ¿va?-Dijo entregándome un soldado. Asentí.
Marian.
Angel.
Me abracé a mi misma, mirando a Sebastián mientras golpeaba su soldado rojo contra el que yo sostenía en la mano derecha. El sillón donde estaba sentada me pareció más ajeno de lo que ya me parecía antes.
Mi teléfono volvió a sonar. Respondí esperando que fuera mi hermana, pero me respondió la voz de un hombre.
-¿Hola?
-Ariel, soy Levi.
Me quedé petrificada, sin tener idea de cómo responder, pero Sebastián lo hizo por mi.
-¿Con quién hablas, Ari?
-Con un amigo.-Respondí al niño.
-¿Es tu novio? ¡WOOOO! ¡ARIEL TIENE NOVIO! ¡Se besan, se aman, se tomaaaan la mano!
Negué con la cabeza repetidas veces, esperando que el joven al otro lado de la línea no estuviera escuchando esto. Pero las risotadas en el auricular me dijeron lo contrario.
-¿Quien es ese niño?
Sonreí.
-Un vecinito muy agradable.-Le pellizque la nariz a Sebastián, quien seguía riendo y gritando.
El silencio que siguió me dijo que algo estaba mal.
-Ariel, ¿podría conocer a los vecinos agradables?
Respondí que sí y, después de despedirnos, colgué.
Sebastián y yo jugamos por otro rato hasta que Claire y Danielle llegaron. La segunda abrazó a su hijo en cuanto llegó y la anciana fue a la cocina.
-Sentimos llegar tan tarde, es sólo que papá tenía un problema y lo ayudé un poco.
Ella se soltó del pequeño, quien sonreía, y me miró con dulzura.
-No sabía que Sebastián tenía papá.
Al hacer el comentario, me arrepentí. No había sonado tan mal en mi cabeza.
Danielle rió.
-Todos tienen un padre y una madre; aunque estos no estén presentes, Ariel.
Reí.
-Lo sé. No era eso a lo que me refería...
-Tranquila, sé de qué hablabas. Su padre vuelve a casa muy tarde y se va muy temprano a trabajar.
-¿Puedo preguntar cual es su empleo?- Sabía que no estaba bien que fuera tan entrometida, pero necesitaba distracciones y tenía curiosidad.
-Trabaja en "Prince Corp.", seguro la conoces. Es la compañía de acciones cuyo dueño es el hombre en cada periódico. El de ojos azules y cabello negro... -Ella hizo un gesto de frustración y cerró los ojos- ¿Cómo se llamaba?
Mi corazón latió aprisa. Por eso Úrsula me había advertido que no le dijera a nadie, porque este tipo de conexiones directas existían. Porque si Claire le decía a su hijo lo que yo era en realidad, y este le dijera a algún colega que conociera a Erick directamente... Todo el plan se vendría abajo.
Sebastián corrió escaleras arriba y tropezó, haciéndolo caer en el escalón. Empezó a llorar, por lo que pude tener un tiempo a solas con Claire.
Después de pedirle que no le dijera a su hijo o a Danielle absolutamente nada de mi vida y de haber obtenido otra promesa de su parte, me senté de nuevo; sintiendo la presión en mi cabeza por haber llorado tanto.
De repente; el gato de la familia se acercó a mi y, para mi sorpresa, se restregó contra mis piernas y ronroneó.
Mis ojos se abrieron.
-¿Claire?-Dije lo suficientemente alto para que la mujer me escuchara. Ella atendió a mi llamado y acudió, quedándose igual de pasmada por el comportamiento del minino.
Me colocó una mano en el hombro mientras una sonrisa adornaba su rostro lleno de arrugas.
-Parece que a seahorse le agradas.
La miré incrédula.
-Deberías de sentirte halagada. Este pequeño sólo se encariña con personas buenas. Te sorprendería la cantidad de gente a quien ha rechazado por no ser dignos.
Sus palabras me hicieron pensar. ¿Estaba siendo una buena persona? ¿Cuál era la diferencia entre el día en que había conocido al animal y me había rechazado descortés a aquel en el que lloriqueaba por mi familia? ¿Había hecho algo diferente?
-El primer día que vine, seahorse se alejó de mí.-Repliqué confundida. Reprimí un bostezo.
-Quizá hayas aprendido algo importante como persona en este tiempo, ¿no crees?
Nos quedamos en silencio, mirando como el gato ronroneaba y movía la cola junto a mis piernas.
Al fin, Claire se excusó para ir a cocinar algo.
Mis pensamientos tomaron tienda suelta.
Algo que haya aprendido... Pero, ¿qué?
Lo que había pasado en los últimos meses no me había enseñado mucho.
A usar Netflix. Pero eso no me convertía en una buena persona.
A rechazar a alguien. Tampoco.
A amar... Quizá.
A perder. No.
Haber perdido a mis hermanas no era algo que me enseñara, ni me ayudara a madurar o crecer. Era el peor acontecimiento de mi vida, por mucho. Las lágrimas volvieron a mis ojos, pero los cerré con fuerza y me obligue a pensar en el gato que ahora saltaba al sillón y se acomodaba junto a mi. Ronroneo. Patitas y orejitas suaves.
Y así de fácil, me volví a quedar dormida.
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Después de unas horas más durmiendo sin soñar, desperté revitalizada. Seahorse ya no estaba junto a mi, pero el pelo por toda mi ropa indicaba que había estado ahí. Me levanté, sorprendida de que todo estuviera oscuro y no hubiera nadie por ahí, caminé a la cocina y tomé un vaso después de llenarlo con agua. Me lo bebí de un tirón.
Suspiré.
¿Qué hora sería?
Saqué mi teléfono del bolsillo en los vaqueros que llevaba y lo encendí.
Eran las 3:00 a.m.
¡Había estado más de tres cuartos del día dormida! No me extrañaba que me doliera tanto la cabeza. Vi las notificaciones y había dos llamadas perdidas de un número desconocido. Llamé.
Me respondieron a los dos tonos.
-Estación de Policía de Boston, ¿En qué puedo ayudarle?
Sentí mi corazón detenerse por unos momentos. ¿Por qué había recibido llamadas de la policía?
-Eh, si... Es sólo que recibí dos llamadas a las 2:34 am y quería saber por qué.
-¿Es usted la señorita Ariel Triton?
Respondí afirmativamente.
-Su hermana Mariane Triton ha sido acusada de prostitución. Si paga la fianza, ella será liberada. Le daré la dirección para que venga por ella.
Y, después de que me diera indicaciones de como llegar, empezaron dos horas de preocupación tortuosa. Llamé a Úrsula justo después de colgar y ella me había dicho que enviaría a Mikel con el dinero necesario para sacar a mi hermana de ahí, pero que yo me quedara en casa.
Al principio, me había negado rotundamente.
¡Era mi hermanita quien estaba encarcelada!
No era algo que yo pudiese ignorar.
Pero conforme fue pasando el tiempo, ella me convenció con hechos y amenazas para que no fuera.
La preocupación y el enojo bullían en mi interior como una caldera con agua. Mi hermana me había llamado y no había acudido a su rescate. O, al menos, eso era lo que le haría creer Mikel.
Me recosté nuevamente en el sillón de Claire y caí profundamente dormida. De nuevo.
Esta vez, soñé con mis hermanas en el agua.
Su piernas se movían de lado a lado, moviendo el agua cristalina con cada patada. Estaban nadando, pero yo estaba en la arena. Sentía los granitos clavándose en mis pies mientras caminaba hacia ellas, pero una manita hizo que me detuviera. Sebastián, Claire y Danielle estaban a mi lado, el pequeño jalándome, y me llevaban lejos del agua y de las sirenas que me llamaban. Pero no podía evitarlo, Erick estaba por el camino en el que el niño me llevaba y quería que me estrechara entre sus brazos y me besara. Sin embargo; antes de que las puntas de sus dedos lograrán tocarme, todo desapareció y caí en el agua. Burbujas estallaban contra mi piel mientras intentaba salir para no ahogarme, pero me tiraba dentro de ella. Era espuma.

Retelling: La Sirenita {En edición} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora