Capitulo 2
No has visto nada hasta que conoces un Morrocoy
En la víspera de mis cinco o seis años no recuerdo muy bien, tuve una personalidad bastante manipulativa, no me agrada tanto recordarlo porque reflejaba falta de personalidad, cosa con la que tuve que batallar por los siguientes doce años y sin embargo.... En fin el punto es que me dejaba manejar por cualquiera y para mi gran desgracia a mi papá le había parecido buena idea llevarme a pasar tiempo con él y con su señora.
Señora que más bien parecía ballena a mi parecer, una mujer salida de una película de Tim Burton con un toque de la Kwan del doctor Seuss, y después me preguntan de dónde saque mi carácter.... María Mi.... Para evitar ofrecerle regalías si este libro se publica, era una señora de a mi parecer treinta y muchos, desaliñada con una bata amarillo desgastado en la que reposaban unas flores que se habían negado a marchitarse simplemente porque la estampa no lo permitía, su cabello era ondulado pero lo usaba muy prácticamente recogido en una cebollita alta, y luego su cara rechoncha y la mitad de ella abarcada por un par de lentes culo de botella transparentes al mejor estilo de los setenta.
Demonios, para la época no tenia razonamiento lógico de que mi papa había reemplazado a mi menuda y muy arreglada madre por semejante atrocidad así que cuando me dio su primer:
-Hola Alexandrita
Mi rechazo no fue por rencor infundado, es que simplemente yo no cuadraba ahí y ella no cuadraba para mí.
Oh señor dime que no tengo que pasar la noche en este horrible lugar, era lo único que pensaba mi inocente cerebro mientras mi querido papá me daba un recorrido por la casa de María Mi No recuerdo bien si estaba con mis hermanos, creo que al menos mi hermana mayor estaba con nosotros, pese a que no era mucho consuelo agradecí su presencia.
-Te van a gustar los Morrocoyes –me había dicho- mi papá le regalo dos a Joaquín y están enormes...
Blah, blah, blah Si, si, si, como sea, peces grandes pensaba mientras Diana comentaba alegremente de las virtudes de ese apartamento y nuestro hermanastro en lo único que giraba mi atormentada cabeza era al maldito olor a especias rojas que circunvalaba por el lugar.
Era una en especifica... era un olor como una cachetada... era, ¡era onoto!
¡Wow! ¡Con que de ahí venia mi aversión al onoto! Imagínense que es pasar todo este tiempo pasando el día de las hallacas esperando afuera a que se disipara el olor de ese condenado condimento, porque por algún motivo me provocaba nauseas. Ciertamente.
Regresando al cuento recuerdo haber compartido un poco con mis hermanos probablemente en la sala o tal vez en el cuarto de Joáquin en fin lo que nunca me espere es que en el momento que decidí entrar en la cocina mi vida diera un giro tan repentino.
Ok explico, yo sabía que era una tortuga, pero nunca había visto a una en persona y por alguna razón cuando entre a esa cocina en busca de solo Dios sabe qué y observe a esos dos animalitos desplazándose con lentitud a través del suelo a mí el mundo se cayó, yo no sé si pensé que me iban a atacar, morder o comer pero solo tengo certeza que en un momento estaba ahí mirándolas y al siguiente estaba tan pálida como un fantasma a punto de vomitar.
Mi papa entro en crisis inmediata
-¡Coño la niña se me va a morir!-Dijo mientras me sacaba de la cocina en brazos –¡Cobi me va a matar! –decía mientras revoloteaba por la sala conmigo en brazos
Yo saltaba en sus brazos mientras la fiebre ascendía como lava quemando mi cabeza.
-Papi –la voz chillona de la señora – esa niña no tiene nada
Mi papa paró en seco sus andanzas y me toco la frente
-¿Cómo no va a tener nada? si está encendida en fiebre ¡mírala!
-¡Ay papi! eso es fiebre emotiva
-¡Alexandrita no me hagas esto! –berreo mientras me depositaba en el sofá y me echaba aire con las manos- Tu mamá me va a matar
A todas estas la vieja esa no podía salir de la fiesta por la paz y me ofreció algo que con solo presentármelo me dieron más ganas de vomitar.
Luego de eso solo recuerdo los gritos de ambos discutiendo porque yo estaba en estado vomitivo en el sofá.
- lo que quiere es llamar la atención
-¡Joaquín esconde esos benditos morrocoyes que si salen se va a poner peor! —Grito mi papá
-Estas exagerando
-Que le ponga al menos una tabla para que no se salgan de la cocina
Lo siguiente fue llamar a mi mama, mi gran salvadora, solo cuando escuche su voz diciendo que no tendría que pasar ahí la noche y ya venía por mi fue un alivio para mi torturado estómago. Y más aún cuando a eso de media hora después escuche el chirrido de los cauchos del malibu frenar en el estacionamiento. Creanme aun hoy esta la marca allí.
La cara de mi hermana decía por todos lados que me acababa de convertir en anécdota familiar eterna.Y sin embargo lo único que podía pensar era porque mi papá no simplemente me había llevado al McDonald's como todos los sábados...
La pronunciación se hace en la "a" para una entonación cariñosa
ESTÁS LEYENDO
Memorias de una Alpargata
Cerita PendekBienvenidos a un complidado de historias de aquellas con las que tu familia se burla de ti o tus parientes. Pues si, esta vez entro a escena en este libro y conmigo mi familia ¡Porque soy una gallina! Risas, llantos, Sustos y supersticiones abraz...