CAPÍTULO 17

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Me despierto cerca de las siete de la mañana, hoy es el último día de las vacaciones y mi padre va a volver. Bajo a la cocina a tomar un zumo de naranja. A toda velocidad vuelvo a mi cuarto para vestirme y de la entrada cojo mi chubasquero.

Llueve demasiado, pero estos días me encantan para salir a correr. Cuando llevo varios kilómetros, la lluvia se intensifica, pero eso no me hace retroceder, ni siquiera parar, me hace querer avanzar más y más. La capucha me cae de la cabeza pero no me importa, no la vuelvo a colocar.
Las gotas empapan mi cara pero eso tampoco me molesta, es más, me comienzo a reír y por una vez en mucho tiempo me siento libre.

No hay nadie a mi alrededor, sólo estamos la lluvia y yo. No me dice lo que tengo que hacer, no menciona lo que está bien o está mal, no pienso en nadie, sólo en avanzar.

Las gotas se acumulan en mis pestañas y el camino cada vez es más borroso, así que me paro y paso el dorso de la mano por mis ojos para apartar el agua. Miro hacia arriba y veo todo el cielo gris.

Pero la pena vuelve a mí, pienso en todo lo que me espera cuando vuelva mi padre y me preocupo...por Alan.

En estos minutos me he sentido libre pero, ¿acaso no lo soy también cuando estoy con él? Le quiero, en serio, pero...

Creo que estoy destinada a estar sola y a pesar de los intentos no estoy preparada para enamorarme. Pero si es así, ¿que siento por Alan? Lo único que sé es que es la persona que más feliz me hace y la que más se preocupa por mí y no se merece que no le corresponda. A lo mejor es por eso por lo que sigo con él. ¿No?

Pero si lo pienso bien, antes de que él apareciera todos mis días eran tristes y él les ha dado un toque de color.

(-)

Llevo como dos horas limpiando toda la casa. Demasiado grande para tan sólo dos, ahora tres, personas.

Mientras barro el suelo del salón llaman al timbre. No, no, no, no pueden llegar, aún no está todo recogido.

Con el corazón en un puño me acerco a la entrada y abro la puerta.

-Ah, eres tú -digo en un tono despreocupado.

Alan me mira boquiabierto y la expresión de su rostro parece que indica que está decepcionado así que intento arreglarlo.

-Digo hoola -intento ser alegre y le doy un beso en la boca - No te esperaba.

Sonrío todo lo que puedo.

-Ya veo ya -levanta una ceja y noto que intenta no reírse.

Me giro y me quedo frente al espejo de la entrada. No puedo evitar reírme a la vez que me sonrojo. Llevo puesto un mandil, unos guantes de fregar rosas que me llegan hasta el codo y mi pelo está recogido en un horrendo moño.

-Es que...es que estaba recogiendo todo antes de que llegaran.

-Te llamé varias veces.

-Oh, mi móvil está arriba, lo siento. ¿Qué querías?

-Quería llevarte a tomar algo y...presentarte a alguien. ¿Te queda mucho?

-¿Más gente? -mi corazón se acelera - ¿Quién es está vez?

-Mis tíos.

-Alan no. -parece que ha contestado una niña pequeña -Yo , no puedo en serio.

-Por favor, se mueren por verte.

-Está bien -digo mientras me quito los guantes y se los doy a Alan que los apoya en la mesa de la entrada.

Se acerca para darme un beso pero yo me aparto y comienzo a correr escaleras arriba.

A veces te quiero. (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora