«Sedúceme» Capítulo XIII

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Un silencio abrumador los separaba. ___________________ golpeaba el asiento copiloto con sus dedos, mientras Tom se concentraba en la autopista que se abría a sus ojos.

- Necesito parar. – le dijo él de pronto. __________________ lo miró de inmediato. Esperaba en realidad otro tipo de conversación. Algo mejor y más intenso. Tal vez que hablaran de los dos.

- ¿Estás bien? – preguntó ella, deduciendo que era lo más inteligente que se le había ocurrido preguntarle. Tom detuvo el auto, estacionándolo en un garaje cerca a una cafetería en medio de la autopista.

- Sí, sí… solo estoy cansado. – admitió él, sobándose los ojos. Había manejado tanto que pensó que se desmayaría en medio del camino.

Y volvieron a quedarse callados. Tom rompió el hielo por segunda vez.

- ¿Te molesta si nos quedamos a dormir aquí por hoy? – le preguntó. Quiso mirarla, pero sabía que se distraería con sus bonitos labios, sus ojos, su nariz… y todo lo que le gustaba. Apartó la vista hacia el parabrisas. ¿Cómo es que podían estar tan fríos después de a verse dicho que se amaban?

- No… - negó ella.

- Vale. – Tom abrió la puerta del automóvil e intentó salir.

- ¿Tom?

- ¿Mnh? – dijo con una pierna fuera del auto.

- ¿Te pasa algo conmigo? – le preguntó ___________________. Se miraron de nuevo, por unas exuberantes milésimas de segundo.

- ¿Por qué lo dices?

- Nada…

- Estoy bien. – le afirmó Tom. Esta vez si logró salir del auto, abrió la parte trasera del auto y sacó la maleta improvisada de __________________. Ella también bajó del auto. De alguna manera se había cabreado por todo ese jodida berrinche que Tom estaba haciendo y ni siquiera sabía por qué. Pero si él no quería hablarle, entonces ella tampoco lo haría. Tiró la puerta y se adentró a la cafetería. Tom siguió sus pasos. Por detrás la vista era mejor aún. Todavía conservaba sus braguitas y sin nada encima. Solo la cazadora de cuero que le cubría hasta los principios del muslo. La miró de espaldas caminar… se moría por adherirse a ella y acariciar ese bonito culo que siempre había tenido y que él… había probado muchas veces. Se río. ___________________ se volteó al escucharlo.

- ¿Se puede saber de que te ríes?

- ¿No puedo?

- Primero estás cabreado y ahora te ríes, quién te entiendes Tom Kaulitz. - _______________ lo ignoró y continuó su camino. Dentro, la cafetería se convirtió en un alboroto. Demasiada testosterona para una sola chica en lencería.

Un silbido se escuchó desde las mesas más lejanas.

- Oye guapa… - gritaron desde al fondo. - ¿has venido así para mi? – y los demás hombres rieron.

- Hola preciosa… - un hombre pasó por su lado, susurrándole al oído.

Y pudieron seguir gritando más halagos subidos de tono para ella, si es que no hubieran visto a Tom detrás de ella. Entró y la cogió de las manos, tal vez bruscamente, apartándola de la mirada de todos esos hombres. ____________________ trató de zafarse, pero él aumentó la fuerza en sus brazos.

- Quiera una habitación. – le dijo a la mujer de treinta años que atendía el lugar. Esta sacó una llave de entre sus bolsillos delanteros del traje, la extendió.

- Son treinta dólares, guapo. - __________________ soltó una risa exagerada al escuchar la voz ronca y masculina de esa mujer. Fue entonces cuando se percató que no tenía culo ni senos. Joder, era travesti. Tom se incomodó. Y más por que _________________ se reía de la situación. Sacó de la billetera los treinta dólares que le había pedido.

- Ahí están. – le entregó.

- Duerme bien, campeón… – le dijo dándole las llaves mientras le sonreía sutilmente.

________________ lo miró, aguantándose las carcajadas. Tom la miró mal, avanzando justo detrás de ella hasta la habitación.

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