El hombre del paquete

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Por fin llego a mi casa después de lo ocurrido con Riley. No he dejado de pensar en ella ni un segundo durante el trayecto en metro, ni por la calle. Introduzco la llave plateada en la cerradura de la puerta marrón de mi casa rápidamente y con mucha fuerza. Cuando entro cierro la puerta con un portazo que se puede escuchar por toda la casa.

- ¡Mamá!- grito mientras lanzo las llaves a la mesita de café que se encuentra delante del sofá, haciendo ruido al impactar con el cristal de la misma.- ¡Mamá!- repito de nuevo pero está vez con más fuerza.

Sigo llamando a mi madre hasta que veo una nota blanca en la mesa de la cocina al lado de un sándwich de queso.

-"Maya, sé que he trabajado por la mañana, quería verte pero me han llamado del trabajo porque Sofía se ha puesto enferma y me necesitan en el restaurante.

Mamá."- Leo mientras le pego un mordisco enorme al sándwich.

- Tú tranquila que ya me las apaño yo sola como siempre- le digo al papel blanco que tengo en la mano derecha.- Y tranquila que no hace falta que te vea nunca... ¡Estoy bien!- dejo mi merienda en la mesa, arrugo la nota y la lanzo a la papelera que se encuentra abierta. No consigo encestar pero no me importa. Cojo de nuevo el sándwich y me dirijo a mi cuarto.

Entro en mi cuarto y cierro la puerta, nuevamente de un portazo, al entrar giro ligeramente la cabeza hacia la pared de la derecha y veo de reojo la inmensidad de dibujos que hay colgados, no me acordaba de que estaban allí. Los miro con atención y noto como la sangre me sube a la cabeza y comienzo a siento que me va a explotar de lo caliente que se ha puesto. Cojo uno... en el que aparece Riley, lo agarró fuerte por los dos extremos y lo observo con atención. Veo el trazado de mi lápiz, la precisión en el rostro de la que creía mi mejor amiga... recuerdo los buenos momentos juntas, las risas que duraban horas, recuerdo como entraba por la ventana de su cuarto y nos quedábamos ahí hablando durante horas... como hemos estado juntas en los buenos momentos... siento como mi furia empieza a desaparecer pero entonces recuerdo como me ha acusado de ladrona, como no me ha creído y me ha tratado de mentirosa... eso hace un año... habría sido impensado... pero hemos cambiado... Riley ha cambiado, voy a romperlo en miles de trocitos pero entonces llaman a la puerta, dejo caer el dibujo y me dirijo al telefonillo.

- ¿Sí?- respondo alterada por la interrupción de aquel o aquella que había presionado el timbre de mi puerta.

- ¿Maya Hart?- responde la voz grave de un hombre, me resulta familiar pero no le doy importancia.

- La misma.- respondo.

- Traigo un paquete para usted.- dice rápidamente.

- De acuerdo, déjelo y ya lo cogeré.- digo esperando a que me deje en paz, lo que claramente no sucede.

- Lo siento, pero tengo ordenes especificas de dárselo en mano.- dice el hombre con lña voz más grave que antes, lo que me hace sospechar que está fingiendo, y no me apetece abrir la puerta a un extraño que finge tener una voz grave.

- Pues llévelo, no me interesa.- digo cabreada.

- Por favor... ya he fallado en varias entregas, si fallo en otra me pueden despedir.

- Dígale a su jefe que no había nadie.

- Como si me fuese a creer.

- Está bien, sube... piso 5-digo rápidamente harta de oír a aquel señor mientras presiono el botón para permitirle subir, pero enseguida me arrepiento.

- Gracias.

Me siento en el sofá, pensando en el hombre que está subiendo hacia mi casa. ¿Cómo he sido tan tonta de abrirle y decirle cual era mi piso? Tonta, tonta, tonta digo para mis adentros mientras me golpeo la cara con un cojín que se encontraba a mi lado. 

Entonces alguien llama al timbre. No me muevo, no pienso abrirle pero entonces vuelve a llamar al timbre pero esta vez no lo suelta, sé que eso es malo porque se puede estropear y no podríamos permitirnos otro. Me levanto del sofá y me acerco despacio a la puerta. Me pongo de puntillas y miro por la mirilla de la puerta para ver quien es. Pero lo único que puedo ver es un papel blanco y sucio..

- ¡Venga ya!- le suelto al hombre que sujeta el dichoso papel detrás de la puerta.

- Ábrame. - dice con una voz firme.

- ¿Cómo sé que es usted de mensajería y no un loco?- le pregunto, a lo que tarda un rato en responder.

- No lo puede saber.

- Pues ahí se queda usted.

- Lo dudo mucho, ábrame.

- Está usted loco si piensa que le voy a abrir.

- Bueno... de acuerdo... me voy, le dejo el pedido en la puerta y s¡usted llama al número de mensajería para informarle que ha recibido el paquete. ¿Vale?

Estoy a punto de decirle que no... como debería de hacer pero me intriga saber que contiene el dichoso paquete... Lo más seguro es que no sea nada, o nada importante... podría ser incluso peligroso pero la intriga se apodera de mí y responde:

- De acuerdo.

El hombre baja su brazo, quitando así el papel blanco de mi vista, dejando que pueda verle. No sirve de mucho pues lleva una gorra negra  y no mira hacía arriba en ningún momento. Deja el paquete en el suelo y se va. Oigo como se cierra la puerta del ascensor y este se mueve. Así que me preparo a abrir rápidamente la puerta y volver a entrar aún más rápido.

Deslizo mi mano, apoyada al lado de la mirilla, por la puerta hasta el pomo. Lo comienzo a girar, abro la puerta rápidamente y me agacho para recoger las cosas que el hombre ha dejado a 2 metros de la puerta para que pudiese verle por la mirilla. En cuanto toco el paquete con la punta de los dedos dos manos me rodean la cintura, impidiendo que pueda soltarme. 

Espero poder escribir pronto pero voy a estar muy ocupada por culpa de las clases y eso me va a quitar tiempo para escribir.
Primero la obligación y después la devoción.
Disculpar si tardo en publicar los próximos capítulos.

                   Perdón y gracias

                                     Jenny81000


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