capitulo once

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Ay Paris, que nombre tan lindo te he buscado ahora que lo pienso, veo tus ojos y en ellos esta el reflejo de todo lo que era, me das nostalgia; porque no alcanzo a comprender como puedes parecerme tan familiar y darme tanta confianza cuando apenas tenemos un par de horas charlando... quizá todo sea producto del alcohol, mejor sigamos con la historia.

Esa noche me quedé en el pequeño departamento de Pilar, en la mañana me dolía la cabeza y no sabía cómo disimular el aspecto de borracha que tenía, esa fue la primera vez en toda mi vida que tomé lo suficiente como para decir que estaba borracha. Cuando llegué a casa, no estaban mis padres, así que corrí a bañarme, dormir un poco, tomar agua mineral y una aspirina para el extremo dolor de cabeza que sentía.

Al medio día más o menos, mis padres regresaron, fue genial que no se enteraran de mi estado, así pude conservar por algún tiempo más la facha de niña buena que hasta ese momento me había acompañado. Un par de horas después del almuerzo llamó Hugo al que hasta ese momento podía presumir como mi prometido; con él hablé horas de horas... me contó sobre su viaje y su nuevo destino.

Aunque me encantó escucharlo, hubiera sido mejor tenerlo a mi lado; aunque Hugo es un niño frígido que jamás se hubiera dejado llevar así como así por el deseo, en ese momento aún tenía la esperanza que al vivir juntos y convivir todos los días nuestra historia cambiara... además sino me sentiría como una acosadora tratando de robar la integridad de un joven lleno de intacta virtud.

Después de que colgué, trate de comunicarme con Pilar, en parte quería saber cómo estaba; la noche anterior estoy segura que bebió hasta llegar al grado del vómito y la inconsciencia... la verdad me empecé a preocupar, por que esta mujercilla no contestaba su teléfono y su departamento estaba demasiado lejos para ir; además no tenía una excusa real para ir de nuevo allá.

No tuve más remedio que simplemente esperar a que algo sucediera; y pasó la loca de mi amiga llegó a la puerta de mi casa tan fresca como una lechuga, ¡no tenía nada!, sino hubiéramos estado juntas la noche previa, no le creería la cantidad de alcohol que tomó.

Aun cuando deseaba tener noticias de ella, me pareció extraño verla ahí, a final de cuentas siempre he sido demasiada niña buena para estar con ella al cien por ciento.

Me recordó la promesa que le hice, de ayudarla a ser mejor novia, a que iba ayudarla con las cartas y los detalles que deseaba darle a Iván; porque él, era el amor de su vida. (yo le creo y no tengo razón para poner en duda lo que dice, sin embargo, cada dos o tres meses se reencuentra con el amor de su vida, y en cada ocasión tiene un rostro distinto. Bueno el punto es que íbamos a escribir la primera carta.)

Yo estaba buscando inspiración, así que traté de pensar en Hugo, pero sinceramente no me inspiraba nada que pudiera servir para esta hermosa carta; luego intenté pensar en Enrique; pero lo odiaba tanto... que estuve a punto de romper el pobre papel en mil pedazos. Al final, le pedí a Pilar que me hablara de él, de cómo lo conoció, de lo que le gusta y así.

- Me gusta que sea alto, me gusta su cara, su voz, me gusta cuando habla de cosas que no entiendo porque siento que es súper inteligente; ¿eso sirve?

Como la sinceridad no es mi fuerte, le dije que sí; pensé un poco en la linda charla que tuvimos la noche anterior, de sus características físicas preferí no hablar, pero sí de tu tono de voz tan perfecto, de la intensidad de su mirada, de lo divertido que es; de lo mucho que sabe y lo bien que me hace sentir saber que haya alguien con tantas características y todas juntas. Cavilando más en mi mente que en la memoria de mi amiga... tuve como resultado lo siguiente:

En esta vida es muy fácil disfrutar de las grandes emociones; porque son fáciles de percibir, no cuesta tanto encontrarlas y siempre hay alguien que está dispuesto provocarlas; pero en esta vida lo que debería importar son los pequeños detalles, como una flor que llega de la nada, una taza de café cuando hay frío, una palabra dulce cuando necesitas consuelo.

Así como la vida tiene sus pequeños detalles que hacen que valga vivir; las personas tienen los suyos, que hacen que sean especiales aun cuando haya diez mil personas físicamente similares. Detalles, como el tono perfecto de tu voz al decir mi nombre, como poder hablar de un buen libro con la confianza de charlar el mismo idioma, de las risas que puedo compartir contigo y que no compartiría con nadie más... de levantar la vista y darme cuenta que tus hermosos ojos están fijos solo en mí, que lo intenso de esa mirada es solamente por y para mi... saber que eres ideal y estarás conmigo siempre que lo necesite...

Por eso y solo por eso; aunque no puedo afirmar que seas el amor de mi vida, sé que ahora estas en mi vida y sino es amor lo que siento por ti, pido a Dios que esto crezca hasta que nadie en el mundo sienta duda de lo que tenemos tú y yo.

EBRIA DE DOLORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora