capitulo quince

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¿Te puedo contar algo París?, tenía demasiado tiempo deseando que algo así pasara, y sin embargo cuando estaba ahí, sola, con Iván; tuve ganas de huir no quería quedarme ahí. Sabía lo que iba a suceder y aunque quizá estaba lista para eso... en el fondo tenía la misma ilusión que la mayoría de las mujeres, ser amada en cuerpo y alma por el amor de mi vida... por lo menos quería perder la virginidad con alguien que me amara realmente y no con alguien que solo buscaba la menor oportunidad para llevarme a su cama.

Sí, me arrepentí; pero aun así, no tuve el valor de salir de ahí... simplemente me quedé... quieta... como una muñeca de trapo que no sabía qué hacer, correr... llorar... ya nada valía la pena.

¿Qué si por que tanto drama?... bueno tienes razón, él no me violó... fui yo la que no dijo basta; pero aun así, yo no quería. Ok, si, también en eso tienes razón no es una tragedia mundial y si hay muchas niñas que no solo pierden la virginidad en contra de su voluntad sino que también son forzadas a prostituirse... ya entendí, ya entendí; soy una dramática... no fue la gran cosa, pero me sentí mal.

Después de eso, tal y como lo imaginé no volví a recibir un mensaje lindo, ni una nota, una llamada telefónica... es más tampoco volví a recibir una mirada furtiva de él; dejé de existir para Iván y por alguna razón eso me dolía.

Para colmo faltaban pocos días para que Hugo regresara de viaje y sinceramente no había visto nada acerca de la boda, sin embargo estaba segura que él comprendería; por primera vez en mucho tiempo moría de ganas de verlo, ya no por deseo físico... ahora necesitaba su amor, su comprensión y un abrazo tibio.

Pasaron los días... Hugo y Marina regresaron... al aeropuerto fuimos Pilar, Iván y yo; aunque aún me sentía incomoda junto a la parejita, era más mi alegría por volver a ver a los recién llegados que la incomodidad que podría sentir.

Él que estaba por llegar era mi novio, mi prometido, mi futuro esposo... razón suficiente para estar rebosante de felicidad.

Ambos llegaron, inmediatamente saludé a mi amiga y sin pensarlo demasiado corrí sobre Hugo, me colgué de su cuello; no sé si alguna vez te lo dije pero él es más alto que yo. En fin, lo besé, solo yo sabía lo mucho que había ansiado ese beso... sin embargo, no fue lo que yo esperaba.

Estoy de acuerdo que Hugo jamás ha sido un hombre apasionado, sin embargo ese beso fácilmente podría haberlo categorizado así: "tal frio como un témpano", no me quejé, teníamos mucho tiempo de no vernos... quizá con un poco de cariño, calor y compañía las cosas se vuelvan como antes o incluso mejores.

Caminamos hasta una camioneta que Pilar había rentado para la ocasión, léase para las tres toneladas de equipaje que esos dos traerían; Iván y Pilar estaban al frente del grupo, como siempre besándose y jugando como la "feliz e inseparable pareja que son", detrás íbamos Hugo y yo tomados de la mano y a la izquierda de él estaba Marina, más rara y callada que nunca.

Del aeropuerto fuimos directo a almorzar; ahora sí que Pilar se había lucido, buen auto, buen restaurante, buena comida, buena música; olvidado por un rato la vergüenza que me daba tener tan cerca a Iván todo era tan perfecto.

Quizá, lo único malo, es que yo esperaba un novio romántico e impaciente por verme, que me tuviera abrazada y me besara furtivamente. Pero aún le faltaba tiempo supongo...

Yo estaba completamente perdida en mis pensamientos, indagando sobre el comportamiento del hombre tan perfecto que usualmente es Hugo, cuando de la nada, Iván se levanta de la mesa, toma su copa en la mano y dice:

Quizá no sea éste el mejor momento, sé que ustedes estarán agotados y aun así nosotros los trajimos desconsideradamente a este lugar; pero la noticia que les daré no amerita menos que una celebración y la compañía de las personas más valiosas para Pilar... Sé que no llevamos juntos tanto tiempo como Sandra y Hugo, incluso se podría categorizar este amor como inmaduro... pero hay dos grandes noticias que han esperado a los viajeros con ansias...

Pilar y yo tenemos el deseo de casarnos lo antes posible, porque la amo y porque tenemos en puerta la bendición de tener un hijo.

Como si no hubiera sido suficiente impresión saber que ese hombre que apenas puedo soportar se casaría con mi mejor amiga... además la había embarazado.

Justo en ese momento me pasó algo más por la mente... yo también estuve en la cama con ese tipo, y él no se cuidó, y yo tampoco; aunque sería un poco patético, hay una milimétrica posibilidad de pudiera estar embarazada...

En un segundo me puse pálida como un cadáver, ahora vería a Iván por mucho tiempo, y por otro lado... que pasaría si yo estuviera esperando un hijo del mayor hipócrita y sin vergüenza del mundo.

No hay que ser sabio para darse cuenta que el frágil equilibrio de mi mundo caería en un segundo.


EBRIA DE DOLORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora