capitulo catorce

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Hablamos todo el día por textos, incluso llegó la noche y nosotros seguíamos conversando, me sentía mal de ser parte de este juego tonto, en el que sabía desde el principio que Iván no pretendía nada bueno...

Sinceramente Paris, que tipo que tenga novia, sobre todo una novia tan guapa como Pilar, se va a andar fijando en mí; ¡exactamente! Uno que tenga la palabra sexo escrita en la frente, pero con una tinta que solo se ve cuando estas a punto de caer como una tonta.

Y aun estando así de consciente no sentí ganas de salir del juego; pasaron días antes de tener una insinuación de algo más allá de la ilusión, incluso en un principio no estaba del todo segura como contestar.

-Muero por verte, envíame una foto por favor mi amor; no tienes idea de lo mucho que deseo ver una foto tuya.

París, dime tú, ¿Qué de malo tendría una simple foto?, la envíe, era una foto que había tomado justo después de arreglarme para ir a la universidad; sin embargo la respuesta a mi bella y artística fotografía fue pésima.

-Mi niña, no quiero una foto así... quiero verte a ti, no a la ropa que traes puesta... a ti mi amor.

-O sea que quieres verme sin ropa, lo siento pero no creo que pueda.

-Vamos solo una vez, trata de complacerme, de hacerlo por mí.

Estaba oficialmente loca por este tipo, pero en ese momento estábamos en medio de un juego en el que la habilidad se disfraza de capricho; y si él lograba quebrantar lo único que aún estaba realmente segura de tener intacta, no podría decirle que no a nada más. Necesitaba una frase inteligente que me permitiera tener la delantera por una ocasión, por una vez no quería ser la opción más fácil de alguien, estoy consciente que todos (a excepción quizá de Hugo) me miran como alguien débil y sencilla de sonsacar; pero por una vez quería llevar la delantera, y que lo que pasara en adelante fuera decisión mía y no por influencia de alguien.

Además, aun había algo por lo que tenía curiosidad, que no estaba segura de querer aguardar hasta el matrimonio y más allá.

Que rara es la mente de una mujer, en el fondo ni yo estaba segura de lo que sentía por Hugo, o del impacto que había causado Enrique con toda su ironía y cinismo en mi vida, pero en ese momento tampoco estaba consciente de lo que estaba haciendo Iván en mi vida.

Pero es que él era, tan fuera de lo común; en público era un caballero, que trataba a Pilar como la dama que jamás sería, por textos era tan romántico, era tan doble cara en las reuniones que teníamos los tres; en donde charlábamos, me decía en el oído lo mucho que me deseaba, me daba un par de besos furtivos cuando Pilar no veía... y finalmente esto, la escoria a la que doblegaba mis decisiones, tenía el sí en la punta de la lengua y la foto perfecta en el móvil... pero está era la oportunidad de que esta historia de un pequeño giro.

-Lo siento, no puedo, sabes... simplemente no me alcanza el valor... pero en algún momento será mi amor.

-Dime una fecha, dime un cuando, vamos quiero verte, quiero que por fin nos veamos, tu y yo sin pretextos e interrupciones; no sé quizá sea un buen momento para tomar la fotografía que tanto deseo.

Aunque suena extraño, es exactamente lo que esperaba escuchar, verlo, quitar mi curiosidad... terminar de una vez con esta historia o hundirme definitivamente en ella.

¿Quieres que te resuma un poco lo obvio?, nos citamos para vernos el siguiente jueves, o sea cuatro días después, por primera vez estuve en su departamento; no era exactamente como lo había imaginado, no era un amplio y moderno departamento de soltero culto y seductor; tampoco tenía estantes llenos de libros como lo había imaginado... no había nada especial o particular ahí; todo era común, un pequeño lugar clásico de un joven que tiene poco de vivir solo, algo desordenado porque aún no sabe qué hacer con su espacio... En el fondo ya no sabía si quería salir de ahí o terminar lo que había comenzado.

Mientras platicábamos un poco llegó a mi mente un recuerdo; en una ocasión Pilar y yo bromeábamos de lo interesante que sería una pelea entre las dos; ella aprendió por complacer a sus padres judo y por la misma razón yo aprendí kung fu; en esa ocasión dijimos que cuando encontráramos un motivo para pelear de verdad, daríamos un espectáculo como el que jamás habían visto por aquí; algo mejor que las clásicas peleas de niñatos en el colegio. Pero crecimos y jamás llegó esa ansiada pelea, quizá ahora llegue...


EBRIA DE DOLORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora