6. Títulos

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— ¡¿CÓMO QUE LO HA DEVUELTO?!

Espetaba el Rey dando un golpe con el puño cerrado y de costado en la mesa con su mano derecha. El hombre se hallaba sentado en su escritorio. Sin duda estaba molesto.

Ya era la segunda vez que aquella jovencita rechazaba su invitación, en este caso, un obsequio.; Llevo su mano izquierda a su mentón y su dedo índice se poso sobre sus labios. Pensativo.

— Majestad..¿Quiere que vuelva a intentarlo?

Pregunto temeroso el joven mensajero. Odiaba ser el portador de aquella mala noticia, pero era su deber, su trabajo. Si tenía que volver a llevarlo por pedido del Rey, lo haría sin dudarlo.

Henry negaba a la par que removía su mano de mano izquierda de su posición.; Estaba decidido a verla más de cercaa, de hablarle, de ganarse su confianza. Esa semejanza física le podía a su curiosidad y haría lo que fuese para poder acercársele y obtener una respuesta

— No. No.. Yo mismo iré.



La reina Catherine Parr, una mujer sóbria, dulce, carismática.

Era era la última mujer del Rey, la que cuidaba y velaba por la salud de su actual esposo. Dicha mujer conocía los últimos intentos de su esposo en intentar encontrar una mínima "alegría" fuera de su matrimonio.; Le era entendible que quizás buscaba una jovencita para un efímero placer, aunque estaba segura que no era esta la situación.

La Reina Catherine había visto al objeto de deseo de su esposo, de inmediato supo el porque de su interés en dicha joven. Le daba cierta gracia su propia conclusión de los hechos e intentos por intentar tener a dicha persona. Fue por esa razón que la Reina mandó a llamar a las hermanas a sus aposentos para una charla privada.

Catherine , quién estaba sentada en su mesita de té junto al amplio ventanal de la habitación, llevaba un atuendo de color azul zafiro, su corona con piedras del mismo color y su cabello recogido en un rodete bajo, sobre el mismo una red negra para contenerlo de que se cayese en algún momento inesperado. Las cortinas del ventanal hacían contraste con el atuendo de la reina siendo los mismos de un color rojizo carmesí y de gaza con una cinta dorada sujetando cada una de las mismas.; La habitación solo alumbrada por un pequeño candelabro de mesita con tres velas prendidas aún y la chimenea de la habitación que cuyo fuego alumbraba más que las velas mismas que tenían ese propósito..

Se estaba sriviendo una taza de té vespertina casi nocturna. Era una de sus manías cuando tenía un pequeño momento a solas o esperaba ver a alguien de su círculo íntimo, incluso alguien de su interés. Últimamente esos momentos habían escaseado ya que ella fue quién cuidó de la salud del Rey..

La puerta resonó en dos golpes...

La reina dió permiso de entrada a su doncella de companía quién le anunció la llegada de las mandadas a llamar. La Reina asentó e hizo un ademán para que ingresasen. Al hacerlo, se dejó ver a donde doncellas quiénes hicieron una gran reverencia en su presencia. Luego de unos segundos ambas volvieron a ponerse erguidas y se acercaron a la mujer que yacía sentada aún en su lugar y que les hizo un ademán para que se sentasen en los dos lugares libres frente a ella.

Sin dudarlo, las recién llegadas aceptaron.

— Deben estar preguntándose porque las he mandado a llamar.. ¿Té?

La Reina fue la primera en hablar, su voz era de un tono bajo, cordial.; Tomó el aza de la pequeña tetera de porcelana blanca frente a ella a la par que preguntó a sus invitadas.

⚜The Tudors: El renacer de una Reina⚜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora