× Febrero 15 de 1550. ×
Voz en off — » Habíamos arrivado el día 5 de Febrero finalmente tras haber pasado una semana más en carruaje hasta la Residencia.; Todo el aburrimiento, los mareos, las nauseas del viaje en barco valieron la pena.
Un nuevo inicio estaba allí, a la vuelta de la esquina y faltaba poco para que se pusiera un sello final al inicio. «
Se encontraba la mirada baja. Aún descreída de lo que estaba sucediendo con su vida.
Caminaba por aquella gran galeria, tranquila pero con algo de temor.
Podía escuchar los pasos de las zapatillas de las doncellas que caminaban a unos pocos pasos tras suyo golpetear en el suelo con cada paso, tal como las propias lo hacían. Tal vez eran más notorios debido al silencio de aquel lugar o tal vez el hecho de que estaba prestando demasiad atención a todo lo que ocurría a su alrededor y consigo misma.
Nervios. Ansias. Felicidad. Miedo.
Una mezcla de emociones que se juntaban en su cuerpo y que le daban ganas de salir corriendo y a la vez a quedarse y seguir adelante.
Respiró profundo y levanto la mirada de frente.
Los dos hombres que caminaban delante suyo, firmes y altos, custodiandola en su paso. Un segundo en que tuvo un lapsus mental. La torre, su vida pasada.
No. Disipó aquello de su mente. Apretando el tallo del ramillete que sostenía entre sus manos con fuerza.
Volvió a tomar una bocanada de aire ligera intentando calmarse.
Doblaron a la izquierda. 30 metros más y ambos guardias se posicionaron a los costados de aquella inmensa puerta de madera.
Lady Sirianne se detuvo de frente a la puerta. Apenas ladeó el rostro y vio a las dos jóvenes acomodar la cola de su vestido y parte del velo transparente que caía cual cascada por su espalda recubriendole.
Al terminar, ambas jóvenes le miraron como indicándole que ya estaba lista. Y ella acató aquella señal. Regresó la mirada a los guardias y estos entendieron la mirada de la joven.
Estaba lista.
La jovencilla había cerrado sus ojos un momento.
Aprontándose para el paso final de su nuevo inicio. Tragó nerviosa. Podía sentir el palpitar de su corazón, tan veloz que parecía querer escaparse de su pecho.
De nuevo, aquel lapsus. Esas imágenes de una vida pasada a la que debía dejar ir de una vez y para siempre. Pero no podía, era como si sus recuerdos se aferraran a su mente para torturarle. Los gritos de la multitud, los saludos, su sonrisa, su abultado vientre encerrado en aquel blanco y cristalizado vestido de coronación. Él.
Los guardias se miraron entre sí y ambos se estiraron apenas para así abrir aquel gran portón de madera de frente a la joven dama.
La madera sonó un poco al abrirse y dicho ruido retumbó en el silencio del pasillo donde se encontraban.
Fue entonces cuando Sirianne abrió sus ojos y miró a su delantera. Y al por fin abrirse aquel portal, pudo al fin ver a todo los concurrentes a su ceremonia.
Atravesó el umbral. Paso a paso. Calmada. Con la mirada altiva y firme.
Aunque eso no quitaba que no mirase de reojo a todos los que se encontraban a su paso, al contrario, le complacía ver aquellas sonrisas cálidas, los vestidos ceremoniales. La felicidad.
Y al final del pasillo se encontraba Él, parado altivo y orgulloso, pero sobretodo, sonriendo al verle avanzar de tal forma.
Llegó hasta el final.
Allí, Sir Adiel D'Ashrose extendió su mano para ayudarle con el escalón delante suyo para que la joven no se tropezara con el mismo, y a la vez, como un gesto caballeroso de amor, al cuál ella tomó con su mano libre.
Se dedicaron entre ellos una tenue pero dulce sonrisa.
Era un momento esperado por ambos durante tanto tiempo. Tiempo que parecía inalcanzable, pero que ahora parecía como si el tiempo se hubiese congelado en el para hacerlo eterno y único.
Al finalizar la ceremonia, la pareja se volteó y tomados de la mano observaron a la multitud que había concurrido a su unión.
La familia D'Ashrose completa se encontraba allí, pero poca de la familia de la recién casada. A veces las obligaciones eran mayores al deseo de acompañar o la presencia en los momentos importantes. No podía culparlos. Nunca lo haría.
Aún así, y pese a las faltas o pérdidas, nada podía eliminar aquella gran sonrisa de los labios de Sirianne. Esa chispa que se reflejaba en su rostro....lo que sentía no tenía comparación alguna con nada antes sentido.
Era feliz. Estaba enamorada.
Ladeó apenas su rostro para encontrar el contrario que la miró a su par, esa luz en los ojos contrarios...ese amor que se reflejaba en ellos era casi tanto como el propio. Adiel era único, la hacía sentir única en todo el mundo.
Ambos volvieron la vista hacía la multitud y descendieron el escalón juntos, tomados de la mano y a medida que pasaban, los concurrentes hacían una reverencia a la pareja en señal de respeto.
Era un nuevo inicio. Era un gran paso y los miles que faltaban para completar una vida soñada. Una vida en paz.
Una vida como debería de haber tenido desde el principio.
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⚜The Tudors: El renacer de una Reina⚜
Historical Fiction❝ Ella habrá perdido su cabeza, pero no perdió su alma.. ❞ ⚜【"The Tudors" Fanfic】⚜【Disclaimer 1: Empieza en el final de la segunda temporada de la serie, tras la muerte de Anne Boleyn -históricamente-】⚜【Disclaimer 2: Algunas cositas las voy a c...