9. "Mejoría de la muerte"

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×Agosto 25, 1549×

"Hay quienes dicen que antes de morir, solemos tener una mejoría que nos da una renovada esperanza. Una fortaleza para qué, cuando llegue el momento, estemos listos para enfrentarla e irnos con la paz que que nuestras conciencias nos brinden.

¿Todos nuestros pecado se lavan con nuestra muerte? Tal vez. Nadie nunca ha regresado de entre los muertos para poder decirno "Si, he limpiado mis pecados y hedme aquí". Ojala supieramos a que nos enfrentamos en la hora final. Ojala supieramos lo que es la mejoría mortal para poder darnos cuenta que la hora nos ha llegado.

¿Podremos en verdad ser perdonados por nuestros pecados tras nuestra muerte y en acceder a la divina gloria del Señor, a su lado, sin preocuparnos por lo que hayamos cometido en vida?. He de esperar para ver por mi mismo...pronto..."


Colocó el punto final a la hoja.

Henry Tudor se encontraba levantado por primera vez en días, por no decir semanas. Una mejoría que no sabía cuando duraría.; Por más que debía mantenerse en cama, ele Rey no quería quedarse más en ella, ya no soportaba estar quieto, aburrido, dormido, como fuese ya no era algo que disfrutase. Algunas veces pensaba en su juventud, como le gustaba algunas veces quedarse en cama con sus mujeres, con cualquiera de ellas. Bueno, una en particular.

Se encontraba sentado en un sillón frente a un escritorio que quedaba a un costado de uno de los grandes ventanales de su gran habitación. Se tiró un poco para atrás y llevó una mano a su barbilla. Pensaba. Releía de lejos lo que escrito anteriormente.

Demasiados recuerdos invadieron su mente. Aquellos a los que llamaba pecados. Todos y cada uno, frunció el ceño. Sacudió su cabeza para intentar disipar aquello de su mente. Tomó su bastón y trató de levantarse. Podía moverse, si. Aunque claro, no era demasiado rápido ni ágil como antes. Tenía que tener cuidado. Su estado era débil pero mejorado aparentemente.

Dio un par de pasos hacía el ventanal.

La vista hacía los grandes jardínes era maravillosa, soleada, florecída. Una belleza estructura. Claro que hizo una leve mueca que parecería ser una sonrisa ladina. Como anhelaba ir al jardín. Respirar algo de aire puro. Lo que fuese, lejos de ese encierro en el cuál se sumió, no por elección sino por enfermedad.

Cerró sus ojos un momento, y al reabrirlos. Allí la vió...

Por un momento pensó que su mente le estaba jugando una mala pasada pero, parecía ella. Su Anne, caminando en el jardín, agarrada del brazo de un joven que parecía él mismo en su juventud. Ella vestida de blanco, sonriendo, hablando, caminando entre la nieve.

Y el acompañante, que lucía como él mismo en su juventud, sonreía, posaba su mano sobre la de ella, le parecía musitar cosas...Parecían enamorados. Estaban enamorados..

Una lagrima se escurrió de los ya descoloridos ojos del viejo rey. Su memoría le estaba jugando una mala pasada. Su mente..Las cosas que veía despierto, no podían ser reales. Ella ya falleció tantísimos años atrás. Su orden. Su traición.

Como a sus ojos le rompió el corazón de la peor forma habída y por haber...

Volvió a cerrar sus ojos y los apretó de tal manera, que las lagrimas que se habían acumulado en sus pupilas se escurrieron solas por sus mejillas.

La culpa lo había estado molestando por años. En el fondo siempre supo que ella era inocente, pero ya no podía perdonarle la traición a su corazón, a su orgullo. Los solos rumores lo mataron. Prefirió prevenir que curar. Decapitándola.

Pero la culpa....ella no se iría con facilidad, sin importar cuando tiempo pasase. Tampoco sabe si en muerte podrá ser pordonado por Dios o incluso por ella.

Reabrió sus ojos y vio a la doncella de su esposa caminando con un joven muchacho con el que estaba hablando muy tranquilamente. Con los segundos pudo denotar que se trataba del hermano de la joven.; Soltó un suspiro aliviado.; No podía negar qué, por alguna razón veía en esa doncella a su ex esposa muerta.

Desde que la vio sintió aquella conexión, aquella extraña sensación de conocimiento. Fue sabía al principio al devolver sus regalos. Igual que su Anne lo hacía. Los mismos gestos. Las mismas formas dulces y cálidas. La misma forma de moverse. De hablar. Como si su espíritu estuviese allí. Dentro de ella.

Se oyeron pasos detrás suyo.

El rey no quería desprender la mirada de aquella visual, pero tuvo que hacerlo al oír la insistente voz de alguien detrás suyo. Le hablaban sobre algunos documentos que la Regente no podía firmar por sí misma, que tenía que hacerlo él mismo. Una orden.

— Si. Si. Déjalo en...mi escritorio.

El mensajero dejó los papeles, uno por uno, bien acomodado sobre el escritorio del rey. Se giró para irse, pero antes de hacerlo, oyó la voz del hombre llamándole nuevamente

— ¿Si, majestad?

— Quiero...saber quién es su...su familia. Quién fue...su tía.

Pronunciaba el anciano rey. Le señaló la ventana al muchacho y él mismo se acercó apenas para ver a quién se dirigía. El muchacho asentó mienras volvía la mirada al rey y ahora si se pudo ir por donde vino anteriormente.

Si conseguía saber quién era ella en verdad, antes de morir, quizás hasta podría aliviarse un poco.


×En el lado oeste, en una de las residencias en Whitehall×

— Ya conseguí su nombre, alteza.

Entraba triunfante Luigianno d"Aspenwood. Un joven duque bavariano de no más de 20 y tantos años. Castaño, ojos esmeralda, porte elegante. Entró con una sonrisa amplia y llena de orgullo. Traía un papel en su mano, al cuál venía sacudiendo en el aire, alegre.

El duque de Bavaria, Adiel desvió su mirada del libro de lectura que tenía entre sus manos, lo cerró rápidamente y se dirigió hacía su compañero con entusiasmo y ansias. Le arrebató el papel y mientras, su compañero le decía con orgullo lo que averiguó

— Su nombre es Lady Sirianne Stafford, fue nombrada por la Reina Regente comoVizduquesa de Ormonde y Condesa de Sharfordshire. Es sobrina de la ex reina consorte Anne Bolena, e hija de una ex dama de honor de la Reina española Aragón.

— Es perfecta. No creí que encontraría alguien perfecta aquí, pero ella lo es.

Adiel tenía un brillo en sus ojos. Estaba entusiasmado. Era heredero de algo que no quería, pero debía encontrar una esposa perfecta que lo acompañase en todo lo que le esperaba. Tendrían un trabajo poco deseado, pero necesario. Y ella sonaba perfecta. Con títulos, era elegante, bella, joven..

— Y lo bueno es que no tiene compromiso alguno con nadie.

Alentó Luigianno con una sonrisa sumamente amplia. Conocía a su primo, nunca lo había visto tan ansioso con una pretendienta, de todas las mujeres que vio...ella parecía la indicada.

— Necesito mandarle un obsequio. Algo que le demuestre mis intenciones pero sin ser demasiado. No quiero asustarla...

— Bueno, alteza...creo que podremos encontrar algo que se adapte a la perfección...

⚜The Tudors: El renacer de una Reina⚜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora