12. Gone & Back..

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×Whitehall, Agosto 30, 1549 ×

Era pasado el mediodía cuando los preparativos comenzaron.

Sin embargo, El rey había fallecido la pasada madrugada, casi adentrado en los pimeros rayos de la mañana. Fue la reina misma quién lo encontró cuándo fue a revisar sus heridas como cada día, había sido shockeante comprobar que la respiración del hombre más poderoso de toda la nación había perdido la vida, aunque al menos el consuelo era qué estaba dormido cuando sucedió.

Muchas de las cosas ya estaban a medio hacer, ya que se había contemplado la posibilidad del fallecimiento del rey con anterioridad por la reina regente.

Pero ahora que el momento llegó, era difícil para algunos poder seguir adelante. Otros en cambio sentían un gran alivio al saber que a aquel tirano al fin le llegó la hora, y de él, pasaba a un más próspero rey la corona de oro tan codiciada y deseada por tantos que creían que tenían algún derecho sobre el.

Por suerte, el fallecido rey había dejado su acta de sucesión concisa y con instrucciones específicas: su único hijo varón de 11 años heredaría su corona, así como el niño sería el primer monarca protestante. Y por las dudas, el Consejo Privado, junto con la Reina Regente en esos momentos, eligieron quién sería el Lord Protector del reino cuando el joven príncipe asumiese su corona, el Duque de Somerset y hermano de la madre del príncipe fue la elección, Edward Seymour.

Si algo había que reconocerle a Elizabeth Tudor era que tenía la endereza y fortaleza de sus padres. La princesa de cabello como fuego caminaba por uno de los pasillos de Whitehall, más bien dando pasos largos, queriendo llegar rápidamente a los aposentos que ocupaba cuando se encontraba allí en la Corte.

Algunas personas le hablaban al pasar pero ella no lo registraba. Solo quería llorar y llorar. Al final era su padre quién falleció, sin importar qué, lo quería y dolía el haberlo perdido.

Cuándo al fin llegó, abrió la puerta, ingresó y cerró tras el ingreso. Claro que ni bien lo hizo, la princesa rompió en llanto completamente, estaba apoyada contra la puerta, y fue deslizando su espalda contra la misma mientras caía.

La niña estaba sentada en el suelo. Apretaba sus ojos con fuerza y hundía su rostro en sus brazos. La sensación de vacío se apoderó de ella, estaba aterrada, sentía la soledad tan cerca, susurrándole en el oído «Has quedado sola en este mundo...». Cualquier cosa podía pasar ahora que su padre no estaba, que todo quedaba en manos de otros. De su hermanastro menor...

Sirianne estaba encerrada en sus aposentos, sentada en el suelo cerca de la ventana que daba al parque. Lloraba desconsoladamente, soltando algún que otro alarido de dolor.

Su corazón estaba partido en pedazos ante la noticia que dos antes había recibido. El rostro de la rubiecilla estaba colorado como un tomate, hundía el mismo entre sus brazos y apoyándolo sobre sus rodillas flexionadas.

Simplemente no podía tolerarlo, no importa cuánto mal él le hubiese, la forma en la que le trató, la manera en que le rompió el corazón, nada podía importar ahora más que la pena que la joven sentía al saber que aquel hombre que alguna vez amó ya no estaba.

A diferencia de su propia muerte, bien despierta, conciente, aterrada y a la vez manteniéndose fuerte ante aquellos que lo presenciaron. Había perdido su cabeza más no su alma y la prueba estaba allí....llorando por aquel que la condenó a tal brutal condena....


× Ipswich, pasada las 9 a.m; Agosto 30, 1549 ×

Al norte, una de las familias más prodigiosas de Ipswich se encontraba en vela desde el primer rayo de sol del día. Los gritos de la señora de la casa despertaron y alertaron a todos. A lo primero creyeron que se trataba de un dolor normal debido a su condición, pero con la llegada del médico constataron que Lady Adrianne Dashwood estaba en labor de parto.

Las horas pasaban, el pequeño no nacía. La mujer parecía estar en agonía con cada minuto que pasaba.

Solo dos horas después de que todo comenzó, los gritos de Lady Dashwood cesaron para dar paso al llanto de un recién nacido. Un pequeño niño, sano y fuerte era el nuevo integrante de la familia. La joven que estaba asistiendo en el parto tomó al recién nacido entre una mantita negra, lo envolvió y cobijo entre sus brazos intentando calmarle un poco el llanto.

— ¿Qué...qué ha sido?

La débil voz de Adrianne apenas se oyó al preguntar aquello. Había esperado tanto por su pequeño, quería confirmar si sus sospechas eran correctas..

— Un niño sano y fuerte, Lady Adrianne. Es muy sano...

— Alexandre..su nombre es Alexandre...

Murmuró suficientemente audible la mujer antes de caer desmayada ante el esfuerzo que había hecho al traer a su hijo al mundo. No había sido nada fácil: los dolores, las pérdidas...de por sí fue algo riesgoso, pero al fin su hijo estaba allí, vivo, sano y salvo, eso era lo que más importaba, pese a que aquel día fuese amargo en otros sentidos, era feliz al mismo tiempo..


Buenas noches gentesita!! Sé que no es taaaaan largo como siempre pero, bueno, es más bien un capítulo de "transición", obviamente no quería escribir su muerte pero era necesario así que, bueno, aquí está. Ya verán porque esto será importante más adelante.

P-S -->> Espero que les guste el vid que les hice. No soy muy buena editando pero me doy maña. Los quiero y GRACIAS por leer esta historia, los quiero mucho. Ally ~

⚜The Tudors: El renacer de una Reina⚜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora