Capítulo cinco

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Se sentían victoriosos, al fin habían encontrado algo interesante y que parecía ser aquello que estaban buscando. Todo estaba lleno de polvo, sin embargo, el resto del lugar se mantenía intacto, como si nunca nadie hubiese estado ahí. Kendra estaba sentada encima de un escritorio con una pila de papeles justo a su lado, examinaba muy bien cada hoja que pasaba por sus manos para luego poder leérselo a los demás, quienes tomaron unas sillas para sentarse a su alrededor.

"Día 113. Rocío continúa sin presentar algún cambio en su organismo. El comportamiento del sujeto en cuestión se ha puesto a prueba y no ha sido exitosa la evaluación. Se están ejecutando nuevas ideas para llevar a cabo"  leyó la morena con alto grado de concentración.

—Esas anotaciones me dan dolor de cabeza —se quejó Jason mientras se frotaba las sienes y hacía muecas.

—No estamos llegando a ningún lado con esto —chilló Madison levantándose repentinamente—. ¡No podemos estar aquí todo el día leyendo esas cosas que no entendemos!

—Ya cállate —murmuró Kendra con rabia, ¿que pretendía esta rubia hueca? ¿acaso todos esos tatuajes le habían afectado el cerebro?—. Vete si te molesta, y así nos haces un favor a todos.

«No voy a darles el gusto», pensó Madison. Así que orgullosamente volvió a sentarse y con una ceja arqueada dijo:

—No, me quedo por que yo también soy parte de esto.

—Entonces compórtate como tal —sentenció Evangeline, a quien la chica también le estaba colmando la paciencia—. En parte ella tiene razón, Kendra. Estamos hambrientos y cansados por dormir en el suelo, simplemente no podemos estar aquí para siempre y simular que no pasa nada.

Sky soltó una carcajada y luego añadió:
—¡Y necesitamos con urgencia un baño! —Unas risitas se escucharon alrededor.

Bethany, Joey, Kendra y Matt sonrieron con complicidad.

—¿Qué pasa? —espetó Ethan sin entender— ¿Por qué sonríen como tontos?

—Pues... —Matt comenzó a hablar, esa sonrisa aún plasmada en su rostro— Puede que hayamos encontrado un lugar donde dormir cómodamente.

Kendra iba a decir algo, pero Joey la interrumpió.

—Y un sanitario con duchas y retretes —dijo éste emocionado por el descubrimiento—. Es enorme.

—También una especie de cocina con montones de latas de comida y agua potable. —murmuró Kendra casi felicitándose a ella misma por el logro.

Abraham no estaba muy contento de que sus compañeros hubiesen encontrado todo eso y el simplemente nada.

—¿Algo más? —gruñó el chico con el ceño fruncido y los brazos cruzados— Ya nos quedó bastante claro que los del otro grupo fuimos unos completos inútiles.

—En realidad... —susurró Bethany con timidez— Encontramos en la puerta principal un montón de maletas, cada una identificadas con el nombre de su dueño.

—¡Increíble! —exclamó Alice fascinada— ¡Ya no moriremos!

Un montón de carcajadas se esparcieron por el lugar. El ambiente se había aliviado un poco. Evangeline volvió a hablar, una pequeña sonrisa pintada en su rostro.

—Entonces vamos a darle uso a todo eso que nuestros geniales compañeros consiguieron, —Todos asintieron de acuerdo a lo que la chica decía— y volveremos aquí a las 5:00 de la tarde para discutir lo que el panorama nos muestra.

Era mediodía, tenían tiempo.

—Bien —Kendra habló mientras cuidadosamente se bajaba del escritorio—. Nos vemos, entonces.

Doce Elegidos #CMLEAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora