Capítulo 17

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Louis torció la esquina del edificio de la oficina de Harry y se topó con alguien que iba en dirección contraria. Dio un paso atrás para disculparse, y entonces se quedó asombrado al ver al hombre que estaba frente a él.

Alto, moreno y de rasgos perfectos. Incluso reconoció la cicatriz que tenía junto a la boca. Era él mismo quien se la había hecho.

Se metió las manos en los bolsillos del pantalón, para que no le temblaran, y no pudo evitar que la sorpresa se le notara en la voz.

—Riley Whitefield. Nunca creí que volvería a verte por aquí.

Riley frunció el ceño.

—¿Louis? Demonios —dijo, y lo miró de arriba abajo—. ¿Eres el sheriff?

Al menos, durante los dos meses siguientes, pensó Louis con tristeza. Hasta que se había desahogado con Andy Murphy, la última pelea que Louis había tenido había sido en el instituto, y su oponente había sido Riley. Casi era gracioso pensar que aquellos dos acontecimientos habían cambiado su vida.

—¿Qué te trae por el pueblo? —preguntó Louis, sin responder a la pregunta de

Riley—. No vas a quedarte mucho, ¿verdad?

Riley sonrió.

—Ya veo que sigues decidido a ser de los buenos.

—No has respondido a mi pregunta.

—¿Vas a arrestarme si no me voy? —Riley miró a su alrededor, a las tiendas que había a ambos lados de la calle, a los árboles enormes y a los niños que jugaban en el parque de la esquina—. Todo sigue igual. Y no sé si eso es bueno o malo.

Louis se encogió de hombros.

—He venido porque mi tío ha muerto. Tenía que venir a ver a la abogada que está llevando el caso.

Harry, pensó Louis, y se preguntó qué habría pensado de su viejo amigo.

—¿A recoger tu cheque? —le preguntó Louis.

—Es un poco complicado, pero parece que voy a heredar todo lo que tenía el viejo desgraciado.

Louis recordaba que Donovan Whitefield le había hecho la vida imposible a su sobrino. Había oído decir que el muy miserable había dejado morir a su hermana por no ayudarla a pagar las cuentas de los médicos. Aunque no quería que Riley estuviera en Los Lobos causando problemas, no podía culparlo por odiar al viejo.

—¿Y sabes cuánto tiempo tardarás? —le preguntó.

—¿Tan ansioso estás por librarte de mí?

—Bastante.

—Lo siento, Louis. Creo que voy a tener que residir temporalmente en el pueblo. Pero no te preocupes. Será sólo hasta, que cumpla los requisitos del testamento de mi tío. Yo no quiero estar aquí mucho más de lo que tú quieres que esté. Hasta luego.

Y después de decir aquello, Riley siguió andando y se subió a un coche. Un coche alquilado, pensó Louis, al ver las pegatinas del espejo retrovisor. ¿Qué habría sido del hombre que una vez fue su mejor amigo? ¿Dónde viviría, y qué haría?

Louis estaba seguro de que su amigo tendría éxito, hiciera lo que hiciera para ganarse la vida.

Miró hacia la oficina de Harry, y después se dio la vuelta y se alejó. No quería hablar con él en aquel momento. Tenía preguntas que hacerle sobre Riley y el testamento, y seguramente Harry no le daría las respuestas.

Alguien como tú ~ Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora