Harry llegó a su despacho a la mañana siguiente del Cuatro de Julio, y se encontró con que la puerta no estaba cerrada con llave. ¿Se le habría olvidado cerrarla cuando se había marchado? ¿Habrían entrado...?
Abrió de par en par y se encontró a Tina sentada tras el mostrador, haciendo anotaciones en unos expedientes, a las ocho y veintiséis de la mañana, exactamente.
—Buenos días —dijo, asombrado.
—Hola —respondió Tina, y sonrió—. Gracias por traer a Emily ayer. Es una niña estupenda. Ashley se lo pasó tan bien con ella que me pregunta todo el tiempo cuándo van a jugar juntas de nuevo.
Harry tuvo la tentación de darse la vuelta para ver si había alguien más en la habitación y por eso Tina estaba siendo amable con ella.
—Emily también se lo pasó muy bien —dijo, en vez de eso—. Y yo.
Los dos se quedaron mirándose, y Harry sonrió ampliamente, sin saber qué hacer. Después entró en su despacho, y Tina la siguió.
—Tienes un mensaje del señor Harrison, que quiere hacer algunas preguntas sobre su caso.
Harry asintió y tomó el papel que Tina le ofrecía.
—Detesto tener que llamarlo para darle malas noticias. ¿Algo más?
—Sí. Tienes un mensaje de una tal señora Sullivan, de Los Ángeles. Dice que le gustaría verte el jueves —Tina frunció el ceño—. ¿Estás haciendo algún trabajo para ella?
Harry tomó la otra nota, la miró y sonrió.
—No. Es para una entrevista de trabajo. Vaya, vaya, ha sido muy rápido. Mi
curriculum no lleva circulando tanto tiempo. Por supuesto, yo soy lo que ellos necesitan, lo cual es estupendo. ¿Dijo alguna hora?
La sonrisa cálida y amable de Tina se desvaneció. Entrecerró los ojos, se cruzó de brazos y dio un paso hacia atrás.
—¿Estás buscando trabajo? —le dijo, insultada e incrédula al mismo tiempo—. Tú trabajas aquí.
—Pero siempre fue algo temporal. Creía que lo sabías.
—El juez Strathern dijo que te ibas a mudar a la ciudad cuando telefoneó. Yo creía que era para siempre.
Sin añadir nada más, se dio la vuelta y salió de la habitación, dando un portazo.
Harry se hundió en su sillón.
—¿Qué ha ocurrido? —se preguntó en voz alta.
¿Cómo era posible que Tina se enfadara porque él no fuera a quedarse en Los
Lobos? Era incomprensible. Sin embargo, decidió no dejarse amargar por las extrañas reacciones de aquella mujer y llamó a la señora Sullivan para fijar una cita para el jueves a las once de la mañana. Se llevaría el 545 y vería si en Los Angeles lo rayaban convenientemente.
Después llamó al señor Harrison.
—Soy Harry Styles —dijo, cuando el anciano contestó la llamada—. Le llamo para decirle que he estado estudiando su caso.
—Es un muro, niño.
El se estremeció.
—Sí, lo sé. Si la construcción hubiera sido más reciente, es posible que hubiéramos tenido alguna oportunidad, pero como el muro tiene más de cien años, hay muy poco que se pueda hacer para derribarlo. Le sugiero que se ponga en contacto con sus vecinos y que consiga un buen precio de mercado por el terreno que está al otro lado del muro. Usted dijo que su principal preocupación era dejarlo todo resuelto para cuando faltara.
ESTÁS LEYENDO
Alguien como tú ~ Larry Stylinson
RomantizmHarry Styles había dejado el pueblo por la gran ciudad y jamás había mirado atrás... hasta que regresó años después para dirigir un pequeño bufete de abogados. Fue entonces cuando descubrió que su amor de la infancia, Louis Tomlinson, ex policía de...