Capítulo 12

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Lamañana era perfecta, y conducir por el pueblo le parecía una estupenda forma depasar aquel momento. Louis se alejó de las playas y fue hacia el centro. Erancasi las once, y la temperatura ya era bastante alta. Un buen día de playa.

Engeneral, la vida era muy buena, pensó. Salvo por Emily. Su día de navegaciónhabía sido estupendo. Se habían reído mucho, y ella había llevado muy bien elbarco durante un buen rato. Sin embargo, cuando habían vuelto a casa, ellahabía insistido en que la comida fuera del mismo color que la ropa que llevaba,y a él se le estaban acabando las ideas.

Altomar una curva a la izquierda, pasó por delante de las oficinas de Dixon &

Son.Tina salía justo en aquel momento, y lo saludó con la mano. Louis se preguntóqué recados tendría que hacer la secretaria de Harry a aquella hora del día, ysi se molestaría en volver.

Harry.En aquel momento, aquello era una de las partes de su vida que funcionaba muybien. Lo pasaban estupendamente, tenían una conversación interesante, se reíanjuntos, y además, el era un hombre extraordinariamente guapo y muy listo. Lanoche que habían pasado juntos había sido para recordarla, y no le importaríarepetir. Sin embargo, tendría que ser pronto, se recordó a sí mismo. Harryrecibía muchas ofertas de trabajo y peticiones de entrevistas, y cualquier díaaceptaría una de ellas y se marcharía.

Louisno quería pensar en aquello. Siguió conduciendo hasta que llegó al campo defútbol. Con una sonrisa, recordó los tiempos en los que él jugaba allí. Riley yél pensaban que tenían un don especial para el deporte, por no mencionartambién un don con todas las mujeres que había en un radio de setentakilómetros.

Lavida era mucho más fácil entonces. El colegio no importaba, sólo era un sitiodonde ser la estrella y elegir chicas. Riley y él habían aprovechado aquellostiempos. Sin embargo, cuando Louis había robado el coche del juez, habíaemprendido un viaje que había cambiado el rumbo de su vida. Riley no habíaapreciado la diferencia, y aquella amistad había terminado con palabras amargasy un par de puñetazos.

Louisse frotó la mandíbula y se preguntó dónde estaría Riley en aquel momento. Suapellido todavía estaba en el centro del pueblo: Whitefield Bank, fundado enmil novecientos cuarenta y ocho. El tío de Riley todavía lo dirigía.

Louisestaba seguro de que la mala relación entre Riley y su tío no había cambiado.Riley nunca había sido de los que perdonaban y olvidaban.

Louisintentó olvidar el pasado y siguió conduciendo por las calles de Los Lobos.Cuando pasó frente al instituto, vio a un grupo de adolescentes pintando lavalla de una casa que había frente al edificio. Había un letrero que decía:

Proyecto de embellecimientode Los Lobos. Llame y averigüe si su casa reúne los requisitos.

—¿Quédemonios... —murmuró Louis mientras frenaba el coche.

¿Proyectode embellecimiento? Aquello era nuevo para él. Salió del coche y saludó a loschicos. Después caminó hasta la casa y llamó a la puerta.

—Soyel sheriff Louis William Tomlinson, señora —dijo, cuando vio que una anciana entreabríala puerta y asomaba la nariz—. ¿Cómo está?

—Oh,sheriff —la señora sonrió y abrió de par en par—. Si éste es mi día para que laciudad me corteje, debo decirle que estoy encantada. Primero aparecen estos jovencitospreguntándome si podían pintarme la valla. Me han dicho que son de no sé quéplan del Ayuntamiento, y que ni siquiera iban a aceptar una propina —le explicó.De repente, su sonrisa se desvaneció—. No habrá venido a decirme que me estabanmintiendo, ¿verdad?

—No.Por supuesto que no. Sólo quería preguntarle por ese plan. No me había enterado.

—Yotampoco —le dijo la mujer—. Espere. Me dieron un folleto. Voy a buscarlo.

Alguien como tú ~ Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora