IX

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IX

582

De ella fueron los lamentos

Que en mi soledá escuché:

En cuanto al punto llegué,

Quedé enterado de todo:

Al mirarla de aquel modo

Ni un instante tutubié.

583

Toda cubierta de sangre

Aquella infeliz cautiva,

Tenia dende abajo arriba

Las marcas de los lazazos:

Sus trapos echos pedazos

Mostraban la carne viva.

584

Alzó los ojos al cielo

En sus lágrimas bañada;

Tenía las manos atadas;

Su tormento estaba claro;

Y me clavó una mirada

Como pidiéndome amparo.

585

Yo no sé lo que pasó

En mi pecho en ese instante;

Estaba el indio arrognte

Con una cara feroz:

Para entendernos los dos

La mirada fué bastante.

586

Pegó un brinco como gato

Y me ganó la distancia,

Aprovechó esa distancia

Como fiera cazadora:

Desató las boliadoras

Y aguardó con vigilancia.

587

Aunque yo iba de curioso

Y no por buscar contienda,

Al pingo le até la rienda,

Eché mano dende luego

A éste que no yerra juego,

Y ya se armó la tremenda.

La vuelta de Martin FierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora