Amigos

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Milo colocó un dedo sobre sus labios, en el gesto universal del silencio, haciendo a Mulán incluso contener la respiración. 

Estaban escondidos en tras un muro que creaba un punto ciego, dejándolos ocultos en las sombras. Mulán tenía miedo de acercarse demasiado a la pared, pero Milo, adivinando sus pensamientos, escribió en la tierra con su dedo: No te preocupes, éstos muros son seguros.

Ella lo miró con desconfianza, y escribió: ¿Cómo lo sabes? 

Entonces Milo estiró su dedo en dirección a los muros, justo encima de sus cabezas.

La chica elevó la mirada y se dio cuenta que había enormes X's escritas con tinta blanca sobre la roca, pareciendo haber sido marcado largo tiempo atrás. Se giró de nuevo hacia él, pareciendo atónita.

¿Ustedes marcaron cada muro del lugar? —Articuló con los labios.

Él se encogió de hombros, y se limitó a escribir: Kida y Q.

Entonces Mulán recordó que Kida también había llamado de ese modo a Thomas cuando estaban en la cueva. De hecho, desde el principio le pareció que él lucía un poco extraño cuando les dijo su nombre, aunque quizá en ese momento ella tampoco le dio tantas vueltas al asunto. Ahora, sin embargo, no pudo contener su curiosidad.

¿Por qué lo llaman de ese modo? Nos dijo que se llamaba Thomas. —Escribió ella con su dedo.

Milo pareció pensarlo un momento y luego respondió: Quizá lo hace. En realidad no sé su nombre real. Un día, luego de salir de exploración, Kida volvió con él. Me dijo que se llamaba Q.

Permanecieron en silencio un rato imposiblemente largo, hasta que parecía como si los espectros finalmente se habían marchado, sin embargo, ellos aún no se animaban a salir. A Mulán le intrigaba cada vez más ese pequeño grupo, pareciendo tan disparejo entre sí.

 —¿Por qué están aquí? ¿Qué los trajo a un lugar como éste? —susurró ella, apenas lo suficiente para que él pudiese escucharla.    

Milo suspiró. —Kida y yo vinimos desde América. Nuestro pueblo estaba quedándose sin energía, su fuente de poder se agotaba cada vez más rápido. Debíamos hacer algo, y yo había estado investigando desde hacía un tiempo sobre esta extraña magia que parecía proceder de China, así que decidimos arriesgarnos a venir. En teoría, cuando alcanzas la cima del laberinto, se le concede un deseo a cada una de las personas que consigan llegar. Nosotros queremos salvar a nuestra gente.

Mulán no pudo evitar notar los plurales implicados en su discurso, de modo que se vio a sí misma preguntando—: ¿De modo que Kida y tú...?

Él sonrió, luciendo un poco apenado. —Estamos casados desde hace algunas décadas.

Eso la sorprendió imposiblemente más, porque parecía imposible. Milo parecía a mediados de sus veinte.

—Eso no es posible... —Comenzó, pero él la interrumpió casi de inmediato.

—De donde nosotros venimos, el tiempo transcurre de una forma un poco diferente.

Ella no le creyó al principio, pero luego se dio cuenta que estaba metida en un sitio donde los muertos hablaban, las llamas azules daban frío y había magia capaz de conceder deseos. En realidad, pocas cosas parecían imposibles en comparación. 

Milo se inclinó hacia el borde del muro, echando un vistazo afuera antes de  girarse de nuevo hacia ella. —Parece que se han marchado.

Se pusieron de pie despacio, pareciendo aliviados. Entonces Milo pareció recordar algo, por lo que la miró con curiosidad. —Antes, los espíritus te han llamado Mulán. Quería saber si... Bueno, no sé, si hay algo de cierto en eso.

Ella suspiró. En realidad, no quería que supieran que era una chica por temor a que la consideraran débil, sin embargo, eso parecía poco probable ahora, tomando en cuenta que habían mandado a Kida sola a por la llave. Quizá el único inconveniente en todo aquello era que, si lograban salir, era posible que el Capitán Li la mandase a decapitar por romper las reglas del emperador. En realidad, aún no se fiaba de él.

—Mi nombre es Fa Mulán. En realidad, he venido porque mi hermano gemelo era demasiado débil para atreverse a luchar por el honor de su familia. Alguien debía hacer algo —Esto último lo dijo en apenas un susurro, y Milo no pudo evitar conmoverse. Ella parecía una persona bastante fuerte, cargando con la responsabilidad de alguien más, con el fin de proteger a su familia.

Él sonrió y le tendió su mano. —Bueno, Mulán, si logramos salir de aquí con vida, me encantaría darle una patada en el trasero a tu hermano.

Ante eso, ella no pudo más que sonreír en respuesta.

***** 

Luego de caminar en silencio por un rato, se detuvieron en una enorme recámara cubierta de una fina capa de musgo, con una inmensa estatua de un hombre vestido con una especie de manta justo al fondo de la habitación.

 —Lo llamamos el Tötsorov —dijo Milo, sin parecer impresionado.

Mulán, sin embargo, no podía evitar sentirse abrumada ante el tamaño de la imagen. Era tan grande que debía medir por lo menos unos diez metros, alzándose orgullosamente por encima de ellos, como para recordarles de su insignificancia. 

Ella siguió al muchacho sin poder articular palabra. Además, no parecía mucho que pudiese decir al respecto. Seguramente Milo estaba tan familiarizado con ese sitio como Mulán en el tempo de su familia. Había leído cada tableta tantas veces que estaba convencida de poder citar cada palabra de memoria. Y curiosamente, era solo aquello que había hecho a escondidas de sus padres lo que le servía en ese sitio. Los entrenos de artes marciales, la capacidad de plantarle cara a un oficial como si fuese un hombre. Quizá Mulán había sido criada para ser una dama, pero ella sabía que en el fondo era una guerrera.

Caminaron hacia la parte trasera del Tötsorov, y la chica vio que había un pequeño agujero justo junto a uno de los pies de la estatua, apenas lo bastante para que pasaran a gatas. Milo hizo una ridícula reverencia. —Después de usted, señorita.

Mulán lo golpeó en el hombro.

Luego de un momento, ella siguió a Milo por el estrecho espacio por lo que se sintió eterno, dado que debían prácticamente arrastrarse por el suelo para conseguir moverse lo suficiente. Mulán se preguntaba cómo hacía Thomas para pasar por allí, tomando en cuenta que él era notablemente más alto que ella, sin contar que mucho más fuerte también. 

Cuando alcanzaron la salida, ambos parecían a punto de sufrir un colapso nervioso, de modo que soltaron pequeñas risas bajas mientras se sacudían la tierra de las ropas y comenzaban a subir los escalones, deseando con todas sus fuerzas que sus compañeros hubiesen podido cumplir sus propias misiones, también.


N/A: ¡Hola! Sé que me demoré bastante en actualizar y luego los ataqué con capítulos, pero estos días tengo vacaciones por la independencia de mi país y fui atacada con una avalancha de inspiración XD Espero de verdad que les haya gustado lo que va de la historia y que me puedan decir más o menos qué piensan que pasará a continuación. 

¿Qué piensan de Kida, Milo y Thomas? jaja ¿Quién creen que es Thomas? (Seguro que todos se han dado cuenta ya, pero al menos Mulán no jajajaja).

Gracias por leer, votar y esas cosas. No saben lo genial que ha sido verlos tan interesados.

Sin más que agregar, me despido. ;)


Fa Mulán y el laberinto de las almasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora