Uno menos... quedan cuatro

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Mulán y Thomas se pusieron de pie, con las pequeñas sonrisas aún en sus labios y una extraña calidez en el pecho. Sin embargo, la muchacha estaba tan enfrascada en sus pensamientos que no se dio cuenta que uno de sus pies descalzos estaba peligrosamente cerca del agua.

Y la muerte no necesitaba más que una oportunidad.

Una mano emergió de la superficie justo a tiempo para cogerla del tobillo y a pesar de que la noche era fría a su alrededor, el tacto de la criatura parecía quemar cada parte en que se conectaba con la piel de ella. Mulán no tuvo tiempo de más que soltar un grito ahogado antes que tirase de ella con fuerza, haciéndola caer con un ruido sordo y sumergirla hasta la cintura en el agua helada.

Entonces, casi por arte de magia, espeluznantes criaturas emergieron del agua a su alrededor, sujetándola por la cintura y empujándola hacia abajo, en un feroz intento de ahogarla.

Thomas lucía frenético mientras cogía las manos de Mulán entre las suyas y gritaba los nombres de sus amigos con desesperación. Por un momento se olvidó de que nadie podía huir de la muerte en ese lugar, se olvidó de que lo que lo mantuvo con vida todo ese tiempo fue dar la espalda a los que habían sido cogidos. 

No, él no podía pensar en nada que no fuese lo mucho que deseaba poder salvarla en ese momento.

Mulán agitaba sus piernas con todas sus fuerzas, como para impulsarse hacia arriba, pero era como si cada vez hubiesen más y más manos aferrándose a ella, haciendo difícil incluso el más leve movimiento.

Con un tirón feroz, ella gritó mientras era sumergida hasta las costillas, con su piel ardiendo en cada parte en que las criaturas la tocaban.

Ella estaba tan asustada que se echó a llorar. Estaba desesperada y sentía un pánico arrollador, que no la dejaba pensar en luchar siquiera. Podría sentir sus respiraciones sobre ella, sus escalofriantes voces susurrándole al oído que se dejase ir. Que sólo dolería por un momento.

Un grito escapó de su garganta cuando tres pares de manos se aferraron a sus antebrazos y tiraron al mismo tiempo de ella, con un dolor agonizante en sus articulaciones. Sentía como si sus brazos fuesen a ser arrancados de su cuerpo.

Y luego, todo se desvaneció.

***** 

Cuando Mulán abrió los ojos, todo lo que podía ver era las copas de los árboles sobre su cabeza, meciéndose pacíficamente con el ondear del viento. Y se le ocurrió que, quizás había muerto. Se sentía tan en paz por un momento que parecía perfectamente posible. Tal vez los dioses se habían apiadado de ella, porque la razón que la llevó hasta la muerte fue noble.

Y luego se dio cuenta que, en realidad, cada parte de su cuerpo dolía.

Pero, ¿si quiera era posible seguir teniendo un cuerpo cuando se estaba muerto? ¿Eran los dioses tan crueles?

Oh, She's alive. Thank God —Escuchó a una voz familiar decir, con el acento británico más marcado que nunca. Mulán no hablaba inglés, pero tenía la certeza que ninguna de las criaturas que querían hacerse con ella en el lago habrían hablado con tanta gracia.

Milo apareció frente a ella, aunque tenía la mirada fija en alguien más allá. Tenía el ceño fruncido con preocupación y parecía pálido y débil. —Tranquilo, Q. Todo estará bien. Deberías dormir un poco.

Q. Ahora ese pequeño apodo tiene sentido —Pensó Mulán, cerrando los ojos nuevamente.

El Capitán Li observaba en silencio mientras la muchacha caía dormida nuevamente, y no pudo evitar curvar sus labios hacia abajo. Habían estado seguros que ella moriría en cuestión de algunos minutos, ya que las quemaduras que le habían infringido eran demasiado severas para ser tratadas por los occidentales, pero no habían considerado que el delgado de grandes gafas fuese tan astuto. Se había hecho cargo de todo inmediatamente, como si estuviese preparado para que ocurriese.

Estaban demasiado cerca de las puertas, y los espectros no querían arriesgarse a que todos ellos entrasen. No, no había forma que les permitieran llegar tan lejos. Y, dado que el muchacho menudo parecía ser tan valioso, él tenía que ser el primero en morir.

Kida estaba hablando en silencio con Thomas, como si quisiera persuadirlo para que descansase un poco, pero él se rehusaba hasta que pudiese asegurarse que la china estuviese bien.

El Capitán Li aprovechó la oportunidad para acercarse a Milo. 

—Oye, amigo —dijo en voz baja, y carente de emoción. Milo elevó la mirada hacia él, sorprendido de que le hablase. En realidad, Shang no solía hablar mucho con ninguno de ellos, y mucho menos acercarse en privado—. Me pareció ver la espada de Mulán cerca del lago, pero estábamos tan ocupados que me olvidé de cogerla. ¿Crees que podrías acompañarme? No recuerdo el camino.

Milo no cayó en cuenta que había llamado a la muchacha por su nombre, a pesar de que debía seguir pensando que se llamaba Minzhe. De hecho, Milo estaba tan preocupado por Thomas y por ella, que no se dio cuenta del brillo ligeramente azulado en los ojos del Capitán, por lo que se limitó a asentir con cansancio y ponerse de pie en silencio.

Echó un vistazo a su esposa, pero parecía tan enfrascada en la conversación que tenía con Thomas que no quiso interrumpirlos.

Caminaron en silencio, cada uno sumido en sus propios pensamientos, de modo que cuando llegaron, Milo tuvo que aclararse la garganta antes de decir—: Um, ¿en qué parte es que la has visto?

Shang caminó hacia el borde del lago, mirando hacia el suelo como si en realidad estuviese buscando el arma de la muchacha. —Estoy seguro que estaba por aquí. Debe haberla dejado caer cuando la cogieron.

Milo comenzó a buscar alrededor también, sin poder quitarse el escalofrío de encima, ya que tenía un mal presentimiento de todo aquello. Sabía que algo estaba mal, pero no tenía ninguna razón para desconfiar del Capitán Li. 

Con pasos vacilantes, quedó a un palmo del borde, pensando que la espada no podía estar muy lejos.

Y entonces, sintió la respiración de Shang en la parte trasera de su cuello un momento antes que dijese—: Tal vez la ha dejado caer en el lago. ¿Por qué no vas... y la buscas?

Entonces un par de firmes manos se colocaron en la espalda de Milo y, de un fuerte empujón, lo lanzó directo hacia las manos abiertas de los espectros.


Fa Mulán y el laberinto de las almasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora