El niño soltó una exclamación de entusiasmo mientras se dejaba caer de espaldas, como si estuviese encantado de observar el techo asqueroso sobre ellos. -Es muy aburrido estar aquí dentro, por lo que no queremos que ustedes mueran todavía. Así que los hicimos caminar un poco mientras decidíamos qué hacer para que fuese más emocionante.
Mulán frunció el ceño ante sus palabras y se giró hacia la dirección por la que habían estado caminando, y sintió su estómago hundirse al darse cuenta que las puertas metálicas estaban a unos dos metros de donde se encontraban. Como si no hubiesen estado caminando por horas.
-Presta atención -escuchó el niño exigir, con voz llena de ira. Mulán dio un respingo y se giró hacia él de nuevo, para encontrarlo con los ojos de un azul resplandeciente y la boca torcida en una mueca llena de disgusto. Su corazón dio un brinco en su pecho y sintió un escalofrío invadirla. Ese niño no era como los espectros de afuera. No era una criatura irracional controlada por el deseo de asesinar. Era mucho peor.
Parecía un auténtico demonio.
Cuando se dio cuenta que los ojos de la muchacha estaban de nuevo sobre él, la sonrisa encantadora volvió a sus labios y sus ojos adquirieron nuevamente su antiguo tono marrón. -Como estaba diciendo -dijo, tranquilamente-, hemos decidido divertirnos un poco con ustedes. Así que mis hermanos y yo vamos a hacerles una especie de prueba a cada uno. Si aprueba, sólo la persona que se examina, muere. Si falla, mueren todos.
El espanto los dejó boquiabiertos. ¿Qué?
Al principio, la mente de Mulán no podía comprender lo que el niño estaba tratando de decirles. ¿Quería decir que si se hacía la prueba y ella fallaba morirían todos, pero incluso si ganaba, ella debía morir? ¿Cómo podía pedirles eso?
La respuesta llegó inmediatamente a ella: Porque el propósito de ellos no era probar su astucia, sino divertirse mientras los asesinaban. Así que de una u otra forma, ellos perderían.
-¿Y qué pasa si el último gana? ¿Y si no queremos jugar? ¡Sólo hemos venido por el tercer pilar! -exigió Thomas, con el rostro descompuesto por la ira. Parecía haber perdido finalmente el control. Sus manos temblaban y tenía las mejillas enrojecidas.
El niño lo ignoró. Se quedó mirando el techo por encima de sus cabezas con diversión, mientras movía su pie al ritmo de una canción que ninguno era capaz de escuchar.
Mulán abrió la boca para repetir la pregunta de Thomas, pero fue Kida la que lo hizo. Parecía haber recuperado la compostura, aunque lucía más cansada que nunca. -Suponiendo que accedemos a jugar con ustedes, ¿qué ocurriría con el ganador?
El niño se sentó y clavó su mirada en Kida. -¿Por qué habrían de tener que acceder? ¿No se supone que han venido a buscarnos? ¿Para qué crees que han conseguido esa llave y atravesado las puertas? -Kida abrió los ojos con entendimiento, pero antes que dijera nada, el niño agregó-: Sí, Kida Nedakh. Nosotros somos el tercer pilar, y la única forma de derribarlo, es ganándonos.
Ella cerró los ojos mientras tomaba una serie de respiraciones profundas, como queriendo mantenerse bajo control. Luego, con voz muy tranquila, dijo-: No has respondido a mi pregunta.
El pequeño rió y asintió. -El último ganador obtiene lo prometido. Cinco deseos, uno por cada uno de los que han entrado al laberinto.
Ninguno de ellos estaba complacido con la información proporcionada por el niño, pero ya estaban allí, y por lo menos sabían que uno de ellos conseguiría salir. Se trataba, en el sentido más estricto de la expresión, de un todo o nada para ellos.
Permanecieron en silencio por un momento muy largo, y luego Kida asintió con rigidez. -De acuerdo, entonces, yo quiero hacer la primera prueba -Miró al niño a los ojos-. Sí podemos escoger en qué orden pasamos, ¿no?
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Fa Mulán y el laberinto de las almas
Misterio / SuspensoLuego de que el nuevo emperador de China llegase misteriosamente al poder, ha ordenado que se vacíen todos los templos familiares y le sean entregados. Se dice que ha hecho un trato con entidades y se los ha ofrecido de alimento, por lo que la única...