Cuento infeliz

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ADVERTENCIAS: Temas delicados: Descuido infantil y Abuso infantil, Incesto, Autoplacer, Sexo, Violación, Uso de medicamento.

Félix

¿Qué demonios pasó aquí?, fue lo primero que me pregunté una vez estando solo, Noah y Corey ya se habían marchado hacia algunos minutos.

La casa me parecía ser más grande que antes y el silencio más imponente, la compañía momentánea sólo había dejado un vacío que no existía antes o que yo no había visto y ahora debía llenar.

Miré la cocina tomando una vista completa del lugar de pie en la entrada, era un desastre hasta el punto de sentirme angustiado por el desorden.

Debía acomodar todo incluyendo sillas y limpiar las manchas en el suelo. No me tomó ni una hora hacer todo eso, pero seguía siendo tiempo empleado, cuando en vez debería de estar comiendo algo.

Ocupado con el pensamiento de terminar deprisa dominando en mi mente, no podía tener tiempo para pensar en lo otro, lo que sucedió y lo que me confunde.

¿Cómo terminó todo así?, ¿qué provocó todo esto?, pero como oportunidad que aparecía una entre un millón, no debía desaprovechar, mi inquietud fue remplazada en poco tiempo por la curiosidad.

Subí a mi habitación en el segundo piso después de terminar con el desorden y me encerré en ella, lo hacía por dos motivos principales e importantes, el primero, necesitaba privacidad y el segundo, ya era lunes, por lo tanto y tal como sucedía en días como éste, tenía la costumbre de cerrar con llave, hábito que aprendí de mala gana por experiencias desdichadas.

Me aterraba la llegada de la noche, momento que anunciaba la aparición de un monstruo con la apariencia de mi madre y es que era inicio de semana, el lunes era el día que más odiaba.

Pero aún faltaba para eso... me recosté sobre la cama de bruces, buscando un cuaderno que usualmente dejaba bajo la almohada, había muchas cosas en el, como me gusta escribir, hay un montón de páginas con escritos, redactando podía alejarme del mundo, era feliz imaginándome otros más alegres y coloridos, perfectos y felices... no como la porquería del lamentable mundo en que vivo y en el que existe cada ser humano aparte de mí.

Tan sucio y lleno de negrura, tan... cruel, pero no era momento de deprimirme en recuerdos. Me levanté y busqué colores en un cajón para volver a recostarme una vez que los encontré, quería hacer un dibujo en esta ocasión, soy todo un Picasso aunque creo que ofendo al artista con las líneas horribles que hago, pero todo buen dibujante necesita empezar por algo ¿no?

Al poco rato oscureció, las noches de Septiembre van haciéndose largas, no había luna en el cielo estrellado y ya no podía ver nada sobre mi cuaderno, olvidé por completo el día que era y casi caigo en la inconsciencia del sueño porque estaba cansado. Mis parpados se cerraban cada indefinido tiempo, que tonto, tenía la cara sobre el cuaderno sin haberme dado cuenta, para acomodarme mejor lo hice a un lado y giré sobre mí, quedando de espaldas con los brazos descansando sobre el estómago, mis pensamientos en vez de encaminarme al sueño me dirigieron a otra cosa, con la boca seca lamí mis labios algo resecos recordando lo que fue la sensación de tener antes otro par de ellos, besándolos.

Podía visualizar claramente con los parpados cerrados el rostro de Noah mirándome con esos intensos y hermosos ojos azules. Otra vez cosquillaba mi entrepierna, pero ahora sabía cómo deshacerme de eso, antes con los sueños raros que tenía, no sabía qué hacer. Recordé la forma en como Corey había estado tocándome, hice lo mismo metiendo una mano debajo de mi ropa interior y pantalón para tomar la circunferencia de mi miembro duro, ¿por qué se ponía erguido cuando normalmente era flácido?... seguí imitando lo que había hecho conmigo, moviendo la mano de arriba a abajo, lento en un principio, disfrutándolo, mordiendo mi labio de lo bien que se sentía y por sólo querer morderme, una oleada de electricidad viajó por mi columna en el sentido más placentero descriptible.

Víctima de un amor retorcidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora