Mal camino: Amigos

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Killien.

Temprano en la mañana 6 a.m. quizás, desperté con el sonido de agitación tras las paredes, aún medio consciente por la necesidad de tratar de dormir un poco más, el enterarme de la hora que era fue un disgusto, pero eso desapareció cuando escuché una discusión de la que no encontré gran sentido.

Era mamá y Joan hablándose en voz alta, ruidosa en realidad, uno tras otro mis recuerdos esclarecieron en mi memoria, ¿Qué voy a hacer?, el remordimiento y arrepentimiento llegaron junto con la luz de esta mañana, yo no quiero mirarlo o incluso escuchar su voz. Tapé mis oídos para no oír la discusión.

Definitivamente me siento mal por lo sucedido, es como si se hubiera aprovechado de la situación y yo también porque lo permití, si sólo hubiera alguien que aclarara las dudas sobre lo que siento, esta amargura, esta rabia, la ira, el desprecio, el odio y a veces la calidez.

Esta última me confunde, nubla mis pensamientos del buen juicio y no me permite decidir qué hacer con todos los otros sentimientos y sensaciones en contra.

La pelea terminó, aunque duró más de lo que esperaría normalmente y yo caí dormido de regreso al mundo de los sueños.

Cuando desperté nuevamente, sabía que era tarde así que traté de sentarme sobre la cama y luego ponerme de pie, pero no pude hacer siquiera lo primero, un dolor agudo de cada músculo y mi espalda punzaban, en ninguna posición encontré alivio a lo que me aquejaba, solo empeoraba todo.

Me quejé un poco mientras continuaba con mi esfuerzo forzado, no me sentía bien estando en la cama por lo que no seguiría ahí, también la idea de que en cualquier momento podía vomitar era suficiente incentivo.

Tocaron a mi puerta y alguien entró sin aviso, por un segundo mi corazón se detuvo con el miedo corriendo por mis venas como si de agua helada se tratara, el vello de mi piel se erizó a la defensiva y el pánico de ser acorralado dentro de mi propio refugio llamado mi habitación, la peor parte fue que eso me hizo sentir como si fuera culpable de algo u ocultara alguna cosa.

-¿Aún no te has levantado?- Suspiré de alivio por dentro, era mi madre, ¡Demonios era mi madre!

-Ya voy...- Lo que salió de mi garganta sonó horrible y aparté la mirada hacia el suelo, no podía verla a los ojos.

Carraspeé la garganta en un intento por mejorarla y lamí mis labios resecos dándome cuenta de que mi boca se encontraba en el mismo estado.

-Date prisa, no tengo todo el día y aún necesito llevarte a la escuela-

-¿Tú?, ¿No él?- De alguna forma me sentía desilusionado.

-Sí, yo, no parece que te alegre mucho-

-Me alegraría dormir otro rato, eso es lo que pasa- Bromeé, aunque mi broma no fue tomada de buena manera.

Tomó mucho tiempo, entre pausa, dolor, pausa, dolor, pero vestido y con hambre me dirigí a la cocina, todavía cargaba conmigo mis temores y angustias, suficientes para encerrarme tras la puerta de mi habitación y quedarme allí por el resto del día.

Comí lo que encontré, fruta y cereal (sin leche), que me serví en una tasa de plástico dadas las prisas.

Estaba solo en la cocina desayunando, pensando sobre un presentimiento que tenía acerca de algo que olvidaba, pero no conseguía identificar que, casi estoy seguro de que se trataba de algo importante.

-Hola cariño- Esa era la voz que me apuntaba con un rifle en la cabeza y halaba del gatillo.

-¿Qué?- Me concentré más en la comida olvidándome de mis modales.

Víctima de un amor retorcidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora