Capítulo VII

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Bajo las escaleras hasta la puerta, pero me tropiezo con Hilda y me dice:

- Casi es hora del desayuno ¿a dónde va? Y tan linda – me dice Hilda dándome una vuelta con su mano.

- Hoy no voy a tomar el desayuno aquí porque, Christopher ayer me invito a desayunar con el hoy, va a pasar por mí – le dije muy emocionada a Hilda – diles a los señores que no voy a poder desayunar con ellos – le continué diciendo a ella.

- La señora Rebeca y el señor Elliot, salieron muy temprano para desayunar con sus amistades, lo hacen cada quince días – me comentó Hilda.

- Esto es insólito hace un día, fue a mi cuarto a reclamarme que no asistí al almuerzo y ellos no están para desayunar, que ironía ¿no? – le dije exasperada a Hilda.

- La señora Rebeca es así, dígamelo a mí, que llevo quince años trabajando para ella – me dijo ella.

- Cierto, pero nada me va a amargar este día ni siquiera Rebeca – le dije más calmada a Hilda.

- Que le vaya bien señorita Isabella – me deseo Hilda.

- Gracias Hilda, que tengas un buen día adiós – me despedí de Hilda muy contenta.

Cuando me volteo Hilda ya se había ido, bueno supongo que le avisaré si vengo a almorzar, no sé cuánto tiempo me vaya a tomar hablar con el parlamentario, bueno para algo sirven los teléfonos ¿no?, para comunicarse, si voy a llegar tarde solo llamo para el castillo y problema solucionado, menos mal que anoté el número en mi agenda que llevo en mi bolso.

Toco la puerta desde adentro para que Luke me abra, y lo hizo al instante, me coloco mis lentes de sol negros y salgo afuera, veo un lindo auto amarillo mostaza con un lindo chico adentro, tras el volante y ese es Christopher, bajándose del auto y viene hacia la puerta, pero yo también camino hacia él, ya estábamos frente a frente y nos saludamos como dos amigos, con los cachetes, luego caminamos hacia su auto.

- Hola Isabella, ¿cómo has estado? – me pregunta Christopher mirándome a los ojos.

- Hola Christopher, he estado muy bien, gracias – le contesté - ¿A dónde vamos a desayunar? – le pregunté muy curiosa mientras caminábamos hacia su auto.

- Es una sorpresa – me dijo él. 

El me abre la puerta del auto, es un caballero, después él se monta y empieza a conducir hacia el lugar sorpresa, ¿cuál será?, me muero de la curiosidad, trato de pensar en donde puede ser pero no se me ocurren muchas opciones, además no conozco mucho Woodland.

Mientras Christopher conducía yo observaba el hermoso paisaje, todo estaba muy silencioso, ninguno de los dos decía nada, hasta que yo rompí el silencio diciendo:

- Y Christopher ¿cuándo te dieron el auto? – le pregunté muy curiosa – está muy lindo – le dije.

- Mis padres me lo regalaron esta mañana, era una sorpresa que me tenían guardada – me dijo él.

- Qué bueno por ti – le dije tratando de sonreír – lo único que yo conseguí es un cuarto con solo una cama y el malhumor de mí tía Rebeca – le seguí diciendo con ironía y un poco desanimada.

El secreto mejor guardadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora