Capitulo 13

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  Salgo a un callejón oscuro, llego a mi punto de encuentro y veo que alguien más está inclinado hacia la maleta que se suponía tiene mis provisiones. Lleva un saco de algún traje de hombre, pero veo que sus pies están cubiertos por una falda color plateada. Me acerco más. No la reconozco.

— ¿Quién eres? —le pregunto

Se pone de pie y lleva su mano hacia su cabeza. Apartando el cabello pelirrojo de su rostro.
—Justin —dice ella suspirando —me asustaste. Este es mi punto. Aquí están mis provisiones ¿Cuál es el tuyo? ¿Quieres que te ayude a encontrarlo? —me pregunta.

Niego. Aclaro un poco mi garganta —Este es mi punto. Según me dijo Adele.

Ella asiente —Eso explica las dos maletas.
Se escucha el motor de un carro acercarse por la misma calle oscura. Ella peina con sus manos la peluca. Cierra la maleta y la toma en su mano.
—Esta debe de ser la tuya porque no encontré nada que me sirviera aparte de las pistolas.
Se inclina y toma la otra.

—Por ahí ¡Ahí, ahí están! —exclama la voz de un hombre

—Corre—dice ella y la sigo.

Llegamos a la avenida principal de Las Vegas, donde están todas esas luces de los casinos, los hoteles y los imitadores de Elvis Presley y Marilyn Monroe.

___________ toma mi mano y tira de mi hasta que llegamos a la fuente del Cesar's Palace.
—Aquí, ven —me dice. Ella toma asiento en la orilla de la fuente—. Quítate la chaqueta.
Me comenta mientras ella hace lo mismo con la suya. —Inclina tu cabeza, voy a quitarte esta pintura del cabello.

Hago lo que me dice y con ayuda de sus manos, hace una cuneta y hecha agua en mi cabello. Veo como poco a poco la pintura comienza a caer. Tarda alrededor de un minuto en limpiar por completo mi pelo.

—Listo —me dice —. Debemos de irnos de aquí. Podemos ir a alguna gasolinera que tenga una tienda estilo Seven Eleven. Entramos al baño que tengan ahí y nos cambiamos de ropa ¿te parece?

Asiento. Aún sigo un poco aturdido por todo lo que acaba de pasar.
—Acabas de matar a Tyler.

________ agacha la mirada —Lo sé.

Cuando la levanta ve más allá de mi hombro, quita la peluca de su sobre su cabello y deshace la trenza que tenía en el suyo. Quita el saco de encima de sus hombros y lo pone al lado de su falso cabello. Se inclina levemente y rompe una parte de la falda del vestido. Se coloca el pedazo de tela por sobre su cabeza, dando la apariencia de que es un velo de novia.

— ¿Po-porque el velo? — pregunto nervioso.

—Pueden pensar que somos unos chiquillos enamorados y borrachos que nos acabamos de casar... —deja las palabras al aire.

—Debemos de irnos de aquí, vamos. Conozco el lugar perfecto. —dice y toma su maleta de nuevo, la cual resulta ser una mochila porque se la coloca en la espalda. Parándose en un pie quita su zapatilla de un pie y después repite el proceso con el otro. Me pregunto si la gente que nos rodea no nos vera de manera sospecha porque vamos vestidos de manera elegante, con una mochila y/o maleta negra, aparte de que vamos corriendo y empujando a todo aquel que se interponga en nuestro camino. Cuando encuentra un cesto de basura lanza la peluca y el saco. Tirándolos, al igual que las zapatillas.

En una esquina, ______ choca con alguien que también iba corriendo, mandándola al suelo. Recordándome inmediatamente la manera en que la conocí aquel día, antes de entrar a la oficina de mi ahora muerto padre.

—Joder —espeta ella. El chico reacciona de inmediato y la ayuda a levantarla del suelo —. Eres un bruto.

Debo de admitir que impresiono la manera en la que ella se dirigió al chico. Pero después, cuando ella se lanzó a los brazos del chico en un abrazo demasiado amoroso para mi gusto, caigo en cuenta que es Steffan. Ella comienza a sollozar cuando tiene su rostro hundido en su cuello.

—Ya, ya — comienza a decir Steffan —; todo estará bien. Nos vemos dentro de siete días en Nueva York. Tranquila, _______, todo estará bien.

—Eso será hasta el otro jueves o viernes, si bien nos va —dice ella con voz quebrada debido al llanto.

—Pero ¿iras con Justin, no? Estoy seguro que entre los dos se cuidaran y les ira muy bien juntos.

A lo lejos, se escuchan pasos fuertes y atropellados. Los tres volteamos simultáneamente y alarmados hacia el lugar de donde proviene el ruido. Pero tenemos que ver hacia dos direcciones: de donde ______ y yo veníamos, y de donde Steffan lo hacía.

—Debemos irnos —dice Steffan, ______ asiente —. Nos vemos en unos días ¿sí? Tranquila
El da un beso en la frente de _________ y arranca a correr en dirección de la que iba.

_______ gira a verme mientras se limpia el resto de lágrimas de sus mejillas.
—Nos esperaba que me vieras así... al menos no hoy.

—Tranquila —le respondo —, ¿vamos?

— ¿Enserio quieres irte conmigo, Justin?

Dudo un momento, dubitativo, pero después asiento.
—Sí. Así que ¿vamos? —le tiendo la mano y ahora es ella quien duda de si tomarla o no.

Cuando la toma, entrelazo mis dedos con los de ella y siento un calor tan familiar que pienso que nunca deje de hacerlo. Nunca deje de amarla.
Comenzamos a correr en dirección de donde están las casas de las familias acomodadas. Me ha dicho que ahí tiene una casa de seguridad. Solo iremos ahí por algún coche o camioneta. No entraremos a la casa para no levantar sospechas.

Encontramos un pequeño market, entramos rápidamente ahí, procurando de no ser captados por la cámara de seguridad y le preguntamos al dependiente donde se encuentran los baños.

—Están fuera de servicio. —nos contesta

—Nene, no venimos por esas necesidades, si no a satisfacer otras... —dice ______ mientras pasa su mano levemente sobre mi miembro. Le sigo el juego a ______ , y le hago alguna señas al sujeto ese dándole a entender que ella me hará sexo oral.
Asqueroso.

El tipo ese tiene unos dientes desagradables y aun así se atreve a sonreír. —Ya entiendo. Están por ahí. —dice y señala el fondo del lugar.

—Gracias —dice ______, como gimiendo. Toma mi mano y nos dirigimos ahí.

—Entra tu primero —le digo cuando estamos frente a la puerta del servicio.

— ¿Estás loco? — Pregunta sulfúrica — se supone que vamos a follar ahí dentro. Tenemos que entrar los dos juntos.

Asiento y empujo la puerta con el pie. Porque tiene una apariencia asquerosa. Ella entra y yo la sigo. Deja su mochila sobre el lavabo y junta su cabello al frente de su pecho.

—Me ¿me ayudarías con la cremallera del vestido? —me pregunta. Asiento y entonces me da la espalda, y comienzo a bajarlo lentamente.

Su piel aperlada perteneciente a su espalda salta a mi vista. Suspiro pesadamente. Al parecer mi exhalación ha llegado a ella pues noto como su piel se eriza.

—Listo.

—Gracias.

Ella se lo quita por completo quedando únicamente en bragas y sostén. Me sorprendo un poco.

—Espero que no te importe que este semi-desnuda delante de ti, pero debemos de darnos prisa —dice viéndome a través del espejo. Asiento —. Vale, apúrate entonces.

Vuelvo a asentir y comienzo a desvestirme también para cambiar mi ropa a alguna más casual.

Media hora más tarde, salimos del baño. Abrimos la puerta levemente y vemos como el trabajador está dormido con los pies encima del mostrador.

—Venga, vámonos —le digo.

—Espera.
Ella quita la mochila de su espalda, abriéndola. Va hacia los refrigerados y toma algunas botellas de bebidas energizantes y agua natural. Después recorre un pasillo, tomado algunos paquetes de galletas, bocadillos tipo pastel y algunos tipos de Sabritas. Cierra la mochila y la coloca en su espalda.

—Vámonos.

Ella lleva el vestido en su mano y yo el traje. Apenas salimos, los tiramos al cesto de basura que está en la entrada de la tienda.
Caminamos un poco, después ella se orienta un poco y me señala el camino.
Tenemos que andar a pie alrededor de una hora, cuando llegamos a una casa, donde con 4 puertas de garaje abiertas.

—Que les den —dice ella frustrada —. Solo faltamos nosotros, vamos.

Corremos hacia ahí, entramos por una de las otras puertas abiertas. Ella golpea un botón y la última puerta se abre.

Revolviendo algunos juegos llaves sobre una mesa, dice —: Al parecer las llaves ya están puestas.

—Está bien.

—Tu manejas —eso sonó mas como una orden a una pregunta.

—Está bien.

Entonces ambos subimos a la Jeep Commander, lanzando nuestras maletas al asiento trasero. Nos colocamos el cinturón de seguridad y enciendo la camioneta.

Tan solo quince minutos después ya estamos en la interestatal que nos llevara a Nueva York.  


Je ne regrette rienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora