Capitulo 8

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  —Te amo—le dije —nunca ame a nadie como te amo a ti.

Mentí.
La verdad fue que nunca había amado a nadie.
Todo nació allí.
Con nosotros dos.

—Pero esto simplemente no puede y debe continuar. Lo lamento Justin, de verdad lo lamento. —acaricio levemente el cabello de su nuca. Le sonrió, el sigue anonadado por lo que le he dicho. Me acerco más a él, acariciando levemente su nariz con la mía. Le doy un suave beso en sus labios.

—________ ¿Qué es esto? —me pregunta.

—No soy solo yo, eres tú y tus hermanos. Tu pequeña familia. —le respondo, separándome levemente de él.

—___________ ...

—___________ —dice Steffan entrando a la habitación —, es hora de irnos, Tyler ha llegado y nos espera.

— ¿Es por Tyler? —Me dice, frunciendo el ceño —, ¿es él la verdadera razón por que quieres que lo nuestro termine?

— ¡No Justin, no! Joder. Dios sabe que Tyler ni si quiera me paso por la cabeza cuando pensé sobre lo nuestro. Pero no puedo seguir poniendo en riesgo tu vida ni la de tus hermanos. Estoy segura de que encontraras a otra chica, muchísimo mejor que yo, que llegara a amarte incluso más de lo que yo puedo hacerlo y no tendrás peligro alguno con ella. Tus hermanos la querrán muchísimo más de lo que me quieren a mí, y tú, Justin... —suspiro, me cuesta tanto decir esto —, tú la amaras tanto que no sabrás como evitarlo.

—__________ —vuelve a llamarme Steffan —vamos...

—Shawty, yo te amo.

—Algún día encontraremos lo que estamos buscando. O quizás no. Quizás encontremos algo mucho mejor. Siendo honesta, espero que este sea tu caso. —limpio la lagrima que comenzaba a deslizarse por mi mejilla, tomo mi bolso de mano de la repisa y salgo de la habitación con Steffan a mis espaldas, evitando a toda costa que Justin replique algo.

Tomo mi maleta del recibidor y sigo a mi hermano hasta la puerta principal de la casa. Donde Tyler nos espera con la puerta de la cajuela de la camioneta Tahoe negra, abierta, esperando por nuestras pertenencias.

El día anterior a este, habíamos tomado un vuelo de la ciudad de Las Vegas a Atlanta, Georgia. Ciudad que se decidió, era neutra a todas estas cosas sobre la mafia. Y donde sabíamos, no podrían encontrarnos tan fácilmente. De cualquier manera, buscamos otra ciudad de seguridad y esa es Houston.
Por ese motivo Tyler, Steffan y yo viajaríamos hasta ahí, en coche, para que nuestro nombre no quedara registrado como viajero frecuente en la aerolínea.

Serian once horas de viaje, pero bien valdrían la pena para reflexionar. Bien lo valdrán.

Steffan me abre la puerta de la camioneta después de terminar de comer algunos emparedados en la estación de gasolina. Subo a esto y espero a que Steffan cierre la puerta. Pero no lo hace, en su lugar, toma el cinturón de seguridad de mi asiento y amaga con abrocharlo.

— ¿Te has maquillado? —me pregunto de la nada.

Extrañada contesto su pregunta—: No, no lo he hecho.

Tengo un nudo en la garganta, creo saber a donde quiere llegar con esto. Él es la única persona que sabía todo detrás de mis intenciones de terminar (otra vez) mi relación con Justin Drew.

—Llora. —me dice sin más.

Paso saliva dificultosamente — ¿Qué?

—Llorar es una forma de limpiar el espíritu, una forma de desahogarte sin hacerle daño a nadie, llorar no le hace mal a nadie. Llora ________, sé que quieres hacerlo —toma mi rostro entre sus manos y me da un beso en la frente —. Te quiero —susurra. Se aparta de mí y cierra la puerta de la camioneta.

Cada dolor, te hace más fuerte y cada traición te hace más inteligente.


{—}

— ¿Estas segura de querer hacer esto, _______? ¿Sabes el daño que le harás? ¿No te importan sus sentimientos? —me pregunta Steffan, dudoso, (demasiado para mi gusto) de lo que quería hacer.

—No del todo. Lo sé, lo entiendo. Y, claro que me importa —respondo a cada una de sus preguntas que me formulo —. Pero, demonios, esto ya no puede seguir.

—No termines con el ________, no lo hagas. Sufrirás más tú que él, al final de cuentas.

—Sé que soy una estúpida por lo que planeo hacer, pero, no quiero que el salga herido, ni sus hermanos, ni nadie.

—Es una tontería —dice Ryan entrando a mi dormitorio, Ettore lo sigue.

— ¿Desde cuándo están escuchando? — les pregunto nerviosa.

—Lo suficiente como para escuchar la tontería que planeas hacer. —Ettore se acomoda en un sillón y enciende un cigarrillo.

—Ustedes... ¿también piensan que está mal? — tomo una sudadera del armario y la paso por sobre mis brazos y hombros, para vestirme con ella.

—Obvio. —contestan mis hermanos mayores al unísono.

—Joder. —digo con la voz quebrada y un enorme nudo apoderándose de mi garganta.

— ¿Cuándo le dirás? — Me pregunta Steffan

—Mañana por la mañana, justo antes de irnos a Houston. —explico

—Esto está mal por tantas y diferentes razones. —Me regaña mi hermano mayor, Ryan. Antes de salir del lugar negando con la cabeza.


{Justin.}

Es que esto no puede pasar, otra vez no. Es como si el destino nos repitiese una y otra vez que _______ y yo no podemos estar juntos.

—Pero esto simplemente no puede y debe continuar. Lo lamento Justin, de verdad lo lamento. — es como si alguien me hubiera pegado un fuerte puñetazo en el estómago, sacando todo el aire de mis pulmones, dejándome en shock, estupefacto por todo lo que acaba de pasar.
Todo lo que _______ ha hecho que pase.

Le contestaba a lo que ella me decía, y lo sé porque escuchaba mi voz replicándole.
Pero la realidad, era que, en mi fuero inter no le estaba prestando nada de atención. Como si hubiese activado mi modo automático para seguir hablando con ella.

Sonrió levemente, de manera inconsciente. —...Siendo honesta, espero que este sea tu caso—es lo último que escucho que me dice, antes de limpiar pequeñas gotas de agua que comenzaban a resbalar por su mejillas.

Ella estaba sonriendo para ocultar su dolor... aun así, las lágrimas salieron y comenzó a llorar, a la vez que salió de la habitación en la que nos encontrábamos.

—Te amo —le dije a su presencia que aun rondaba el lugar —. Pero te entiendo, aunque no lo creas, __________, lo hago...

Porque sus palabras me dolieron... mucho más de lo que piensa.

Ya han pasado dos semanas de eso, yo vivo en Atlantaa y ella en Houston.
Y aun sabiendo que me merezco algo mejor. Sigo insistiendo en un nosotros, sigo insistiendo en su desinterés, sigo insistiendo en el dolor de esta situación carente de amor.  


Je ne regrette rienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora